Julie
La cena termina y me quito el vestido. Busco en el armario algo que podría usar para dormir cómodamente, pero hasta los pijamas irradiaban ostentosidad. Tomo el primero, que consistía en un pequeño vestido de seda y su bata, color palo de rosa. Me acuesto en la cama e intento conciliar el sueño. Giro en la cama de un lado a otro, mas no puedo. Observo la ventana, que dejaba pasar la luz de la Luna y camino hacia ella. Alzo mi mirada hasta el cielo y veo las estrellas. Se veían más hermosas que en cualquier otro lugar. Camino por la habitación en busca de agua, entonces, en una mesa de café encuentro un vaso de vidrio con agua. Respiro profundamente e intento mantener mi mente en blanco, toco mi marca por encima del pijama. Intento una y otra vez, sin embargo, cuando logro levitar un poco de agua, cae a los segundos. Suspiro y cierro mis ojos y mis puños, intentando mantener mi cuerpo tranquilo. Necesitaba aprender a controlarlo. Las horas pasan entre intentos fallidos, el sol comienza a salir y finalmente puedo mantener el agua en el aire bajo mi control. Sonrío y la bajo. En ese momento tocan la puerta y los guardias anuncian la llegada de Caroline y Kira. Abren las puertas y ambas entran.
-¿Por qué van vestidas así?- cuestiono al ver su ropa.
Usaban un pantalón que a pesar de estar un poco ajustado, se veía cómodo, una playera, un saco y botas para montar, todo de color negro, con pequeños adornos dorados. Caminar por mi habitación hasta el armario y comienzan a buscar algo.
-Iremos a recorrer los caminos en la búsqueda de Sebastian- asiento.
-Ten, vístete- tomo la ropa y camino hasta un pequeño vestidor que se encontraba dentro del armario.
Me coloco la ropa y apenas puedo reconocerme. Peino mi cabello en una trenza francesa y regreso a dónde estaban la rubia y la pelirroja. Sonríen al verme y salimos de mi alcoba. Me guían por los pasillos del castillo hasta llegar a los establos. Adonis se acerca a nosotras y nos tiende los cascos, me lo pongo.
-¿Has montado alguna vez?- cuestiona.
-Hace como tres años fue la última vez- respondo y él asiente.
Observo a los presentes, William y Adonis vestían un traje bastante parecido al de nosotras, había alrededor de 30 hombres con insignia del ejército. Y luego estaba la reina al lado de un hombre bastante parecido a Sebastian, era como ver una versión mayor de él. Observo el cielo, lucía tan gris, tan triste. El viento era frío, pero no podía quedarme. Tenía que ir y encontrarlo.
-Julie, ponte esto- dice Kira.
Observo lo que me tendía y lo tomo, con ayuda de Caroline me lo coloco. Era una especie de capa aterciopelada, en el interior estaba cubierta de un pelaje artificial, llegaba casi a mi tobillo y en mi mente me cuestiono si podría subirme al caballo con aquella prenda. Los trabajadores del establo se acercan con los caballos y noto que cada uno de ellos tenía una silla diferente. Una joven se acerca a mí y me da las riendas de una yegua, color negro con un mechón blanco. Sonrío y comienzo a acariciarla.
-Se llama Luna- dice Adonis.
-Luna- susurro.
-Recuerden sus posiciones. El jefe de la guardia real guiará el camino, luego habrá 9 guardias, Luego irá el duque Imvelo y la señorita Caroline, el príncipe William y la señorita Kira, la princesa heredera Juliet, los reyes y los guardias restantes- me subo al caballo como todos los presentes, sujeto las riendas y nos acomodamos según lo dicho.
-Julie- escucho la voz de Kira y volteo a verla. –Cubre tu cabeza con la capucha- asiento y hago lo que dijo.
Comenzamos a avanzar, salimos de la enorme fortaleza y recorremos los caminos que habían marcado. Cabalgamos por más de una hora y comienza a llover, el viento se hace más frío y pronto deja de ser lluvia lo que cae, convirtiéndose en nieve. Buscamos y buscamos, pero es como si se lo hubiera comido la tierra.
-Kira- la pelirroja voltea a verme con una gran sonrisa. -¿Cómo es que saben que él está aquí?- cuestiono.
-La única manera de que él haya desaparecido es que alguien de aquí se lo haya llevado. Y para mantenerlo atrapado, tendría que estar aquí- responde.
Asiento y continuamos nuestro camino, la tormenta crece y siento mi cuerpo temblar. Al parecer la ropa que vestía no era suficiente para mantener mi cuerpo cálido. De repente comienzo a tener la sensación de que mi cuerpo se estaba mojando, no era por la nieve. Siento como si estuviera en un cuarto pequeño que comenzaba a llenarse de agua. El aire comienza a faltarme poco a poco, como si me estuviera ahogando y me cuesta respirar. Cierro mis ojos con fuerza, deseando que fuese una pesadilla y por reflejo toco mi marca por encima de mi ropa. Pero sigo viendo oscuridad.
-William, lleven a Julie a la cabaña- grita el rey y eso me trae a la realidad.
Respiro profundamente y mi cabeza empieza a doler, pero era mi responsabilidad encontrar a Sebastian. Tenía la sensación de que si no lo hacía las cosas no terminarían bien.
-Estoy bien, puedo continuar- digo.
-Ha sido una orden- responde.
William, Kira, Adonis y Caroline salen de las filas formadas, me observan y hago lo mismo. Me guían por los caminos cubiertos de nieve. En el camino detengo a Luna y observo con cuidado. Era algo realmente impresionante, pero a la vez, misterioso. Alrededor los árboles estaban cubiertos de una capa blanca, pero allí, el pasto y los árboles visibles, eran negros, como si no hubiera vida. No nevaba y parecía tan solo. Me acerco un poco, pero la voz de William me interrumpe.