Julie
Sigo la silueta de Sebastian hasta llegar al camino principal del bosque. Mis pasos se vuelven más lentos y busco con la mirada a Sebastian. El viento sopla fuerte y pronto comienza a nevar de nuevo. Corro buscándolo, pero no lo encuentro. Grito su nombre mientras los pequeños copos de nieve caen en mi rostro, mis manos y mis mejillas comienzan a sonrojarse por el frío. La nieve cae con más fuerza como si el clima también clamara el nombre de Sebastian. Cierro mis ojos, pero los abro cuando siento una presencia detrás de mí.
La mano de William toma la mía y tiende mi cuerpo, alzo mi mirada, encontrándome con la suya. Subo al caballo, colocándome detrás de él y me sujeto de su cintura. Su cuerpo se tensa bajo mis manos y dirige al caballo hasta la cabaña.
Entramos a la calidez de la cabaña y deja su saco en el perchero. Hago lo mismo y antes de que pueda subir las escaleras, escucho su voz.
-Mañana al amanecer, te llevaremos al palacio. Toma una decisión para entonces- dice.
-Gracias por traerme- digo y giro mi rostro, levanto mi pie a la altura del peralte del escalón y cuando toca la huella, escucho como aclara su garganta, detengo mis pies.
-¿Juliet?- giro ligeramente mi cuerpo para quedar frente a él. -¿En tu pesadilla, Sebastian moría?- cierro mis ojos por un momento.
-Todos moríamos- respondo y lo veo fruncir su ceño.
El sol sale y me preparo para partir al castillo. Mi ropa era bastante parecida a la del día anterior, volveríamos en caballo. Bajo las escaleras y me encuentro con todos ya reunidos. Salimos de la cabaña y comenzamos a cabalgar con dirección al castillo. Mi corazón late con fuerza. Llegamos y nos reciben los guardias, bajamos y William se detiene frente a mí. Sus ojos me observan y siento todo el desagrado en esa mirada.
-¿Cuál es tu decisión?- cuestiona.
-Volveré a casa- respondo y veo la sonrisa de Kira y Adonis desaparecer.
-¿Juliet?- cuestiona Kira.
-Déjenla, ha tomado su decisión- sigo a William por los pasillos del castillo hasta detenernos en el lugar donde estaba el “portal” que me llevaría a casa.
Suspiro. Las cosas estarían mejor sin mí, él tenía razón. Yo sólo complicaba las cosas, si renunciaba a este lugar, Sebastian viviría y todos lo harían con él. Me pregunto por qué pude ver esa silueta ayer. Mientras nos acercamos al portal, la luz comienza a crecer un poco más y me recuerda a la presencia de Sebastian que vi. Si tan sólo conociera por qué lo vi, a dónde iba. Detengo mis pasos justo antes de cruzar el portal.
-¿Te has arrepentido?- cuestiona el príncipe.
-Sé dónde está- digo y su mano sujeta mi muñeca.
Me guía por los pasillos con pasos veloces y si no estuviese sujetando mi mano, probablemente no podría seguirle el ritmo. Su agarre alrededor de mi muñeca, era incómodo, sujetaba con fuerzo como si no deseara que huyera. Llegamos a una habitación solitaria, dentro de ella, había varios sofás y en el centro estaba una mesita de café. Junto a la pared estaba encendida una chimenea. Me suelta mi mano y noto que había una ligera marca roja de sus dedos. Frunzo mi ceño y lo observo fijamente.
-Lo siento- se “disculpa”. –Quédate aquí, iré por los demás- asiento y me siento en un sofá.
Era bastante cómodo, podría dormir plácidamente sobre él. Me recuesto en el respaldo y toco la marca que adornaba mi costado, intento observar algo, pero sólo veía oscuridad. Me sobresalto y aparto mi mano cuando la puerta es abierta abruptamente. Giro mi cuerpo y veo a los chicos entrar. Kira y Adonis me observan con una sonrisa y les correspondo.
-Ahora sí, podremos hablar- toman asiento y suspiro.
-Está en esa parte del bosque, la parte que está oscura- digo.
-Eso es imposible- responde William.
-¿Por qué?- cuestiono.
-Allí sólo pueden entrar miembros de tu familia- frunzo mi ceño.
-¿Mi familia?- William rodea sus ojos y el enojo comienza a crecer en mí.
-William y Juliet, tranquilícense- la voz suave de Kira hace que aparte la mirada del príncipe engreído.
-Esas tierras pertenecen a la familia de tu padre. Sólo aquellos que tienen su sangre, pueden entrar- dice Adonis.
-Estoy segura de que está allí- digo.
-Incluso si está allí, no podremos ir por él- responde Caroline.
-Dijiste que sólo pueden entrar personas de mi familia, iré yo- escucho la risa de William y me pongo de pie.
-¿Irás tú? A penas y puedes mover un poco de agua- se pone en pie frente a mí y observo sus ojos fijamente con molestia.
-¿Tienes un mejor plan?- pregunto. –Si esperamos a que algo más pase, probablemente el morirá y después de eso, todos lo haremos-
-Si tú vas, ambos morirán. No pienso confiar la vida de mi hermano en alguien como tú, alguien que creció como una simple humana- levanto mi mano y antes de que pueda golpear su mejilla, siento como si mi garganta estuviese cerrándose. Muevo mis manos con desesperación al sentir como el aire no lleva hasta mis pulmones. Cierro mis ojos con fuerza y abro mi boca, buscando oxígeno.