Punta Dorada, diciembre 2011
Siendo que los niños se habían ido a dormir muy tarde, cuando comenzó la invasión de aquel día, Damila estaba realmente rendida, de manera que despertó de un humor asesino. No obstante, Vladislav y Cristian lograron superar eso y conservar sus cabezas.
Kelly había dormido poco y cuando Ángelo terminó de alistarse para bajar, la encontró sentada en la cama.
Normalmente aquella era una pregunta que él nunca hacía, primero, porque no le gustaba hablar de aquello, y segundo, porque sabía que Marino se ocupaba de eso casi con la misma dedicación que lo hiciese Gianni en el pasado.
Aunque eso no era lo que había preguntado, decidió no insistir, sino que le dio un beso y abandonó la habitación yéndose derecho a buscar a Marino.
Enzo, al igual que todos en aquella casa, sabía que, aunque esa era la profesión de Ángelo, aquel calificativo era de uso exclusivo de Kelly, pero especialmente Enzo, lo utilizaba cuando quería fastidiarlo, así que Ángelo lo miró muy mal.
Aunque ciertamente el niño no estaba pasando por un buen momento, Ángelo pensaba que no había motivos para estar preocupados, pues hasta donde había podido ver, el pequeño Giancarlo se estaba tomando la situación con mucha entereza, y por otra parte, lo habían dejado al cuidado de dos personas de su entera confianza, de manera que en realidad no entendía la preocupación de su mujer. No obstante, lo siguiente que hizo fue ponerse en comunicación con Luciano, porque aunque él no se sentía preocupado, había aprendido a no desestimar las preocupaciones de Kelly.
Después de aquella breve charla, Ángelo se quedó más tranquilo y se dispuso a desayunar. Sin embargo, apenas comenzaban cuando Kelly hizo su aparición y ellos se pusieron rápidamente de pie.
No había pasado mucho tiempo cuando Ángelo entendió que por quién debió preocuparse fue por él mismo, pues Kelly comenzó a planear el arreglo de la habitación del niño, además, dijo que debía ir a la escuela para reservarle la plaza, a la academia para el mismo asunto, y un sinfín de cosas más con las que Ángelo de solo escucharla ya se sentía abrumado, pero se sentiría aun peor durante el resto del día, pues fue consultado unas doscientas veces por distintas razones que iban desde el color de las paredes de la habitación, hasta cualquier otra insignificancia de la que él no tenía ni idea. Aparte de lo anterior, Kelly se pasaría casi todo el día pegada al teléfono, pues a partir del momento en el que el chico despertó, o bien lo llamaba ella o lo hacía él, y así estuvieron casi todo el día.
Aunque se suponía que Iván Damilo llegaría en la mañana, terminó haciéndolo poco después de mediodía, pues el mal tiempo había obligado a Gianluca a aterrizar en una población vecina, y a esperar a que las condiciones climatológicas mejorasen un poco, ya que no vieron objeto a enviar un vehículo a recoger a Iván debido al torrencial aguacero que estaba cayendo y que no lo haría llegar más pronto.
A pesar de que Ángelo había ordenado las remodelaciones correspondientes y que permitían la utilización de la piscina aun con aquel tiempo, si bien a los chicos no les importaba mucho, Ana y Francesca no encontraron divertido un día de piscina sin sol, pues aunque el agua era climatizada, podían escuchar y ver, a través del techo y las paredes acristaladas, el aguacero que estaba cayendo, y en su opinión, eso le restaba atractivo al asunto, de manera que se pasaron toda la mañana y parte de la tarde en el salón de juegos.
En un momento determinado, Damila y Giulio hablaron por teléfono con el pequeño y nuevo integrante de la familia, y se divirtieron mucho tanto con la emoción del chico como con su aparentemente inacabable charla.
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Editado: 27.03.2022