Punta Dorada, febrero 2012
Finalmente el tan esperado día de la inauguración de la nueva sede del Consorcio estaba a un paso, pero así como Giulio estaba emocionado, estaba Damila fastidiada. Ella estaba contenta por el logro, pero le fastidiaba mucho el asunto de la recepción, pues eso implicaba un vestido, arreglo del cabello, maquillaje y varias horas viendo a las descerebradas babear por Giulio.
El primer obstáculo que debió superar fue el del vestido y no fue sencillo, pues se había estado negando a ir por uno e insistía en que podía utilizar el del día de su graduación. Kelly se lo había tomado con calma e intentaba razonar con ella, pero Giulio casi sufrió un colapso cuando Damila dijo que llevaría un vestido que ya había usado, de manera que viendo que Kelly no podía resolver el asunto, lo tomó en sus manos y dos días antes de la inauguración, montó a Damila en su avión y se fueron al DF. En esta ocasión quienes los acompañaban eran Francesca y Vittoria, pues Kelly ni siquiera fue consultada al respecto, y aunque intentó protestar, Ángelo encontró perfectamente natural la conducta de su sobrino y no prestó atención al reclamo de su mujer.
Damila prácticamente no prestó su colaboración en ningún sentido, y mientras las Rossi estaban muy emocionadas, ella tenía expresión de rebeldía y de supremo fastidio. Con las cosas así, las chicas tuvieron que esforzarse mucho en que por lo menos mostrase su aprobación por algún traje, pero como había sucedido en la anterior ocasión, después del tercero a Damila todos le parecían iguales, así que fue Giulio quien terminó escogiéndolo.
Aquel fue un viaje realmente apresurado, pues en esta oportunidad no fueron a ningún otro lugar debido a que Giulio tenía muchos compromisos y debía regresar lo antes posible, de manera que las Rossi no tuvieron ocasión de ver nada y lo único bueno fue que ellas también pudieron adquirir sus trajes con menos problemas que Damila.
El día de la conflictiva inauguración llegó y las actividades en Aravera se iniciaron muy temprano, pues como Kelly había logrado que a los niños se les permitiese asistir, éstos estaban casi tan emocionados como Giulio.
Damila parecía haber aceptado lo inevitable y estaba más tranquila, algo que Kelly agradeció al universo, pues aunque los Del Piero no eran especialmente afectos a las reuniones sociales, inevitablemente su hija tendría que asistir a varias le gustase o no.
Como los Jansen, Vladislav y Ana ya formaban parte del entorno familiar, fueron invitados al evento. A Vladislav no le entusiasmaba mucho el asunto y en principio se había negado, pero Damila insistió hasta el punto de la locura y no le quedó más alternativa que ir para alegría de Francesca.
Los Olaizola también estaban invitados, pero no porque fuesen cercanos a la familia, sino por la posición que ocupaban en la sociedad local, y aunque Cintia había seguido intentando comunicarse con Kelly, los informáticos habían hecho su trabajo evitándolo.
Evidentemente toda la familia que estaba en El Valle se había trasladado, aunque como cabía esperar Nicola estaba protestando en todos los tonos, pues ya estaba harto de ir por ahí con un disfraz, algo que obedecía al hecho de que se suponía que estaba muerto, y aunque ya llevaba más de un año haciéndolo, seguía protestando lo mismo. Luciano con su humor característico, le había sugerido hacerse cirugía si tanto le molestaba llevar la máscara, y aunque Nicola tenía deseos de golpearlo, se abstuvo sabiendo las consecuencias de eso.
En ocasiones como aquella, Dante que detestaba los eventos como el presente, había llegado a un acuerdo con Bianco y era éste último quien se ocupaba de la guardia cercana de Kelly. Los GA solían burlarse mucho de Dante por aquella manía, pero como no había nada que a él le importase menos que la opinión ajena o lo que pudiesen decirle, él seguía sosteniendo que lo suyo eran las discotecas, el bullicio y la algarabía, y no aquellas reuniones mortalmente aburridas en donde todos decían lo que no pensaban y hacían lo que no querían.
Los primeros en llegar a la nueva sede fueron los Rossi en todas sus versiones, de manera que Renzo sacó a toda prisa su móvil y tecleó un mensaje para Gianni.
Gianni leyó el mensaje y sonrió, pasándole luego el móvil a Giovanna con mucho disimulo, pues ya todos estaban en el salón esperando para salir y les habían advertido que no utilizasen los condenados aparatos.
Uno de los días más felices de Gianni había sido el de navidad, a pesar de que su madre prácticamente acababa de morir, porque ese día muy temprano y muchísimo antes de la hora de la entrega de obsequios, Ángelo había entrado a su habitación entregándole un paquete; aunque Gianni se había extrañado, un regalo era un regalo a cualquier hora y se apresuró a abrirlo, comenzando a saltar a continuación, pues lo que más había querido era un móvil y ahora lo tenía. No obstante, Ángelo se cuestionaría con posterioridad su sensatez al dotar a todos los niños de uno, porque en el caso de Gianni y de Renzo, los condenados aparatos parecían apéndices de sus personas y no los dejaban nunca. Inicialmente habían pensado que solo era por la novedad, misma que incluía a los otros, ya que por cuestiones de seguridad los Rossi habían decidido no proveer de un móvil a los menores de doce o trece años. Sin embargo, el asunto no cambió y seguía sin variar, pues aquel par de chicos vivía conectado, lo que había proporcionado más trabajo a los informáticos quienes finalmente habían optado por restringirles el acceso a la web, pero cuando los niños lo habían notado se habían ido derechos a hablar con Ángelo que al solicitar información al respecto, casi les quita los móviles. No obstante, había tenido una larga conversación con el par de incordios que había concluido con un pensamiento que ya se le había hecho habitual “estoy muy viejo para esto”, pero con restricciones o sin ellas, los niños habían conservado sus móviles.
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Editado: 27.03.2022