Punta Dorada, febrero 2012
Cuando Kelly y Ángelo subieron, la primera cosa extraña que éste notó, fue que Kelly no se dirigió hacia las habitaciones de los niños como hacía siempre antes de acostarse, sino que se fue directo a la suya, sin embargo, no dijo nada y fue él solo a dar las buenas noches a todos. Aquella era una actividad que se había vuelto hábito desde que Kelly estaba en casa, pero mientras que hasta hacía poco solo eran tres, ahora el proceso era mucho más largo debido al drástico incremento de niños en casa. Sin embargo, como ya era muy tarde, Ángelo hizo un apresurado recorrido y solo se detuvo un poco más en las de Damila y Giulio. Cuando estuvo de regreso en la suya, se encontró a Kelly sentada frente al espejo cepillando su cabello y con expresión distraída.
Ángelo entró al baño y mientras estaba en la ducha, seguía pensando que su mujer estaba extraña y que debía averiguar qué le sucedía, pero repentinamente el objeto de sus pensamientos descorrió la puerta sobresaltándolo.
Aunque aquello era algo que ella solía decir con frecuencia, y a lo que él ya se había acostumbrado, en aquella ocasión no estaba muy seguro de qué era exactamente lo que encontraba fuera de lugar, pero desde luego algo no encajaba. Sin embargo, cuando la vio dejar caer su salto de cama y acercarse con una mirada que dejaba pocas dudas acerca de sus intenciones, Ángelo entendió. El asunto era que junto con el entendimiento, llegó también la preocupación e inició un rápido repaso mental a lo acontecido durante el día, pues no creía haber hecho nada que produjese la entrada en escena de aquella Kelly; no recordaba haber hablado con ninguna mujer y ni siquiera se había fijado mucho en ninguna, de manera que no entendía aquella repentina aparición. Otro asunto que lo sorprendió, fue la agresividad, pues normalmente y en aquellas circunstancias, su mujer se volvía extremamente seductora, pero el ataque frontal nunca había sido parte del menú. No obstante, tuvo poca ocasión para seguir planteándose interrogantes, pues como de costumbre e independientemente de los detalles, él se dejó arrastrar por las tormentosas sensaciones y se perdió en ese mundo irreal de deseo y pasión que caracterizaba sus relaciones.
Mucho más tarde y cuando ya estaban en la cama, sintió su aliento en el cuello y se estremeció, acarició su espalda y cerró los ojos de nuevo cuando la escuchó.
Ángelo tardó algunos segundos en comprender de qué hablaba, pero al hacerlo, en su cerebro se encendió una señal de alerta.
Ángelo estuvo seguro de dos cosas; la primera, que aquella no era su mujer, o al menos no la usual; y la segunda, que no tenía idea de quién era aquella. Con mucho esfuerzo, Ángelo había logrado aprender a lidiar con la madre, la niña, la rebelde y la vampiresa, que eran las de aparición más frecuente, pero esta actitud era nueva, pues por empezar, y aunque Kelly solía expresar sus ideas le gustasen a él o no, siempre lo hacía de forma diplomática y nunca trataba de imponer nada, y esta mucho más lejos de desearle la muerte a nadie, menos aún de de querer matar ella misma a alguien. Era cierto que habían tenido furiosos pleitos por diversos motivos, pero ella se limitaba a exponer y a defender sus puntos de vistas hasta que él, o bien entendía y cedía, o seguía negándose, pero nunca había pedido nada en aquel tono terminante, ni amenazado de aquella forma fría y cargada de lo que le lució como una helada y peligrosa determinación.
Otro aspecto extraño, era que Kelly era sumamente conciliadora, y cuando se trataba de la familia, lo era mucho más, como había quedado demostrado en más de una ocasión con el necio de Nicola, por ejemplo, y aunque podía haber estado molesta por lo sucedido, una vez resuelto, se habría olvidado del asunto y hasta habría intentado justificar a Rosella de alguna manera, pues él sabía la opinión que ella tenía con respecto a cómo eran tratadas las mujeres en sus familias y le peleaba la poca libertad de acción y hasta de pensamiento que se les daba.
Y para coronar toda la cuestión y algo que estaba completamente fuera de lo normal, era que intentase decirle qué hacer a nivel laboral, de manera que aquello estaba mal por donde quiera que lo viese. Sin embargo, por una combinación de instinto y de lógica, decidió no discutir, aunque no resultaría tan sencillo.
Una voz en su interior, que se parecía mucho a la de Luciano, le advirtió a Ángelo que por ese camino no llegarían a ninguna parte, no tenía ni idea de cómo manejar a aquella mujer y lo mejor era aceptar, aunque sin comprometerse mucho.
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Editado: 27.03.2022