Punta Dorada, diciembre 2012
Una vez que Luciano lanzó su bomba, y aunque Ángelo lo estaba mirando con el evidente deseo de hacerlo polvo, pareció cambiar súbitamente de objetivo.
Kelly cerró los ojos un par de segundos y comenzó a moverse hacia él con intenciones de dar las explicaciones correspondientes, pero como Luciano lo conocía bien y sabía que en aquel momento era mala idea que lo tocase siquiera, se interpuso en su camino.
Por primera vez desde que todos los GA podían recordar, Dante compuso una expresión cercana al auténtico terror, y en realidad todos ellos estaban más o menos en la misma situación, porque aunque siempre habían pensado que Luciano caminaba por una delgada línea que dividía la osadía de la absoluta locura, y que en cualquier momento Ángelo iba a perder la cabeza con él, por algún motivo eso no había sucedido nunca. El asunto era que no podían hallarse en peor situación, porque Luciano era el jefe de todos ellos, pero obviando ese hecho ante el de que Ángelo lo era a su vez de Luciano, aquel individuo era un positivo peligro, y si no se le antojaba ser encerrado, y todos sabían que no se le antojaría, iban a salir muy mal parados si se les ocurría intentar algo en su contra, pero más allá de eso, y aun suponiendo que lograsen reducirlo, más tardarían ellos en encerrarlo que él en escapar. No obstante, algunos de los presentes se sorprenderían mucho.
Arezio tuvo la intención de moverse, pero como cosa extraña, ya que Albano era de los que seguía las órdenes de su tío por encima de las de quien fuere, sujetó a su gemelo y le susurró apresuradamente algo que nadie escuchó.
Una de las mejores cosas de Dante y lo que le había valido su apodo, era su velocidad en todas las áreas, y por supuesto esto incluía muy especialmente a sus pensamientos, de manera que avanzó hacia él.
Con algo más de retraso, los demás comprendieron y en algunos casos avanzaron también. Allí se encontraban Dante, Alberto, Mario, Piero, Fredo, Gianpaolo, Khabir, Leonardo, Gino, Adriano, los gemelos y Silvano, pero si bien los demás siguieron a Dante, ni Albano, Silvano o Piero lo hicieron. El primero en salir despedido fue Dante con un hombro dislocado, lo siguió Arezio y en su caso lo que se ganó fue una muñeca en las mismas condiciones; el siguiente fue Gino con una fractura del tabique nasal, a continuación cayó Gianpaolo y con tanta violencia que perdió el sentido.
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Editado: 24.04.2022