Punta Dorada, julio 2013
Aunque lo usual era que los novios partiesen en primer lugar y mucho después comenzasen a marcharse los demás, dadas las especiales circunstancias ya todos los vehículos que trasladarían a la familia estaban perfectamente alineados y a la espera, así que una vez que Luciano recibió el reporte del AA y la verificación de posiciones, dio su consentimiento para que comenzasen a abordar los vehículos.
No obstante, Dante siguió dando la lata para que Astor disparase a las palomas y varios de sus compañeros se unieron a él haciendo groseras apuestas en cuanto al número al que Astor podría despachar.
En principio, la limosina blanca donde irían los novios y aparte de la escolta habitual, llevaría dos agentes en motocicleta, posiciones estas que les habían sido asignadas a dos BA, pero a última hora Fabiano había pedido ser uno de ellos y Luciano aceptó el asunto asignando además a Gino Lorenzzeti como el compañero, y aunque Gino ya llevaba varios años trabajando casi exclusivamente como jefe seguridad en el Consorcio de Punta Dorada, estaba especialmente contento con aquella asignación, porque sentía la misma pasión que Biano por las motos y en cualquier circunstancia lo encontraba mucho más satisfactorio que ir encerrado en un auto.
Poco antes de que Biano se encaminase hacia su puesto, fue detenido por Gianni.
Luciano que naturalmente estaba escuchando, no le prestó atención al mentiroso aquel, mientras que el resto de sus compañeros sí y comenzaron las bromas. No obstante, no tuvieron mucha ocasión para ello, o al menos no para hacérselas a Luciano que era hacia quien Dante y Paulo habían dirigido su artillería llamándolo entre otras cosas esclavista.
Aquello sorprendió a la casi totalidad de los que escuchaban, porque si bien entre ellos había excelentes mentirosos y de hecho eran entrenados para mentir en diversas circunstancias, si había algo que hacía extraordinariamente bien aquel individuo y que precía una habilidad innata, era justamente mentir, y no solo mentía su boca, sino que todo su lenguaje corporal lo hacía del mismo modo, lo que habría hecho de Biano un talentoso actor si hubiese sentido alguna inclinación por el teatro.
Pero obviando lo anterior, ahora fue el turno de Fabiano de rememorar no su infancia como había hecho Giulio, sino su adolescencia.
En una oportunidad y siguiendo su desquiciada costumbre de fastidiar a Giulio, había intentado enemistarlo con Luciano, pues en su opinión, tanto sus tíos como su abuelo estaban siendo muy necios al permitir que el bambino se relacionase con un Di Castello, porque independientemente de la edad de éste, por fuerza tenía que ser la misma clase de escoria que sus parientes; y por otra parte, simplemente a él parecía molestarle mucho cualquier cosa que hiciese feliz a su hermano y se las arreglaba para desbaratársela.