Punta Dorada, julio 2013
Una vez que Piero había rendido el sucinto informe que le había dado Camilo a Ángelo, éste miró a Alessandro al igual que Giulio.
Ninguno de los tres había notado que Fernando se había acercado y estaba escuchando con atención hasta que Ángelo fijó sus ojos en él, pero nada dijo porque pensó que en primer lugar era pariente de Damila, y en segundo que por lo primero tenía tanto derecho como ellos a estar preocupado y a saber.
Giulio se dejó caer en la silla de nuevo hundiendo el rostro entre sus manos, y Fernando que prácticamente no lo conocía, se preguntó qué le sucedía a aquel sujeto, porque no le habían dicho nada especialmente malo como para que asumiese esa actitud. No obstante, se olvidó de él y llamó la atención de Ángelo.
Aunque no había dicho nada, tanto la ligera elevación de la ceja izquierda como la expresión de la mirada en sí, por una parte le indicaron a Fernando que equivalían a una pregunta, y por la otra le recordó en forma muy vívida a otro dueño de unos ojos casi idénticos aunque más joven pero no menos altivo. Aquello era algo que Fernando soportaba poco y mal, porque aunque los Del Moral no tenían las groseras sumas de dinero que poseía aquella familia, tenían una actitud de superioridad muy similar mientras que él no, y esto lo hacía sentir fuera de lugar entre sus propios parientes con las posibles excepciones de sus tíos Alejandro y Dekhelia, pero incluso esta última y aunque normalmente no exhibía aquella actitud, si alguien la molestaba mucho ya podía prepararse a ser víctima no solo de su incisiva lengua sino de un trato tan frío y despectivo como el del resto de sus parientes. Fernando hizo a un lado sus consideraciones con relación a la arrogancia de ciertas personas para preguntar lo que le interesaba.
Aunque había hecho su pregunta con absoluta corrección, Ángelo que era bastante bueno para percibir aquello que no le decían, captó el velado desprecio en el tono de Fernando. De haberse tratado de otra persona, posiblemente lo habría pasado mal, pero en atención a lo que había pensado con anterioridad, decidió ignorar el evidente malestar que le producía al chico pedirle algo.
Unos minutos después de eso vieron salir a Camilo, de modo que Giulio saltó como impulsado por un resorte y corrió hacia él.
Les refirió con detalle más o menos lo mismo que les había dicho Alessandro, agregando también que no había razones para que Damila no se recuperase sin secuelas, y añadió además con mayor seguridad el trabajo que había hecho Silvano durante el vuelo.
Ángelo no había notado esto último ni que había elevado mucho la voz, y en aquel momento todos los presentes contuvieron la respiración, porque aparte de lo anterior, los que lo recordaban creyeron estar viendo a Carlo y recordaban perfectamente la incapacidad de éste para controlar sus emociones y el dramatismo con que se lo tomaba todo, algo esto último que si bien Giancarlo y Giulio habían heredado por completo, no era el caso de Ángelo que solía ser bastante controlado, pero como lo que sí había heredado de su progenitor era la volatilidad que podía hacer inconveniente aparición en ocasiones en las que algo lo afectaba mucho, tuvieron la impresión de que iba a atacar injustamente a Camilo. No obstante, como el galeno también lo conocía bien, se apresuró a hablar.