Cap. 22 Informe
Punta Dorada, diciembre 2013
Un día antes de que finalizase el año, los hombres de la familia fueron citados a Monte Alto, de modo que antes de que abandonasen la casa, Damila detuvo a Giulio.
- ¿Qué sucede, G?
- No estoy seguro bebé – le dijo – Tío Ángelo nos citó a una reunión, pero no te preocupes, porque puede tratarse solo de la reunión anual.
- Pero tú no crees que se trate de eso – dijo ella mirándolo con atención y él sonrió
- No, non credo – reconoció – pero igual no te preocupes ¿bene?
Damila asintió y se despidieron, sin embargo, seguiría preocupada y más al ver que no solo iba Giulio, sino todos los Rossi.
Cuando Giulio llegó a Monte Alto ya Nino estaba allí y solo esperaban por él, de modo que pasaron al comedor que sería donde se efectuaría la reunión. Ángelo echó un rápido vistazo para comprobar que todos estuviesen allí, pero enseguida notó la ausencia de Enrico y clavó los ojos en Domenico ignorando la desagradable mirada de Nicola. No obstante, antes de que Domenico pudiese contestar a la muda pregunta de su tío, éste se giró al escuchar la voz de Fabiano.
- Vamos, pequeño doc, no me obligues a romperte un brazo
El comentario obedecía a que tanto él como Enrico, traían casi a rastras a un reticente Cristian, quien miró a Ángelo con disgusto mientras Enrico se disculpaba.
- Scusi Ángelo, pero este mascalzone se empeñaba en no venir
- Y aún no sé qué estoy haciendo aquí – dijo Cris de malos modos
- Lo mismo me pregunto yo – dijo Nicola, aunque nadie pareció prestarle atención
- ¿Ah no? Creí haber entendido que tenías claro lo que traía aparejado el pertenecer a esta familia – dijo Ángelo
- Y así es, pero eso no incluía…
- Eso incluye que asistas a las reuniones en representación de tu esposa y tu hijo – lo interrumpió él
A pesar de que Cristian y teniendo ahora más confianza con Ángelo, solía discutir con él por los más diversos motivos, sabía que nada ganaría en ese momento enfrascándose en una discusión que entre otras cosas siempre parecía incomodar mucho a los Rossi, de manera que fue a sentarse entre los miembros más jóvenes de esta familia tratando de ignorar sus burlas.
Una vez que todos ocuparon sus lugares, Ángelo le hizo un gesto de asentimiento a Piero que a su vez dijo algo que nadie escuchó, pero a los pocos minutos vieron entrar a Dante, Astor y Silvano.
- Los he reunido para escuchar el informe final del ataque que sufrimos el día de la boda – dijo Ángelo
- ¿Qué? – preguntó Nicola, aunque nadie entendió qué podía ser lo que se le escapaba, mientras que Ángelo hizo una mueca de fastidio
- ¿Y ahora qué, Nicola? – preguntó, pero todos iban a sorprenderse mucho a continuación
- ¿Dónde está esa cosa que todos llaman pariente?
Como todos con la posible excepción de Cristian, sabían a quién había llamado Nicola de ese modo toda la vida, estaban justamente sorprendidos, pero Silvano soltó una carcajada.
- Veamos tío, ¿por qué habría de interesarte justamente a ti, la ausencia de Lucky? – pero Nicola parecía en verdad preocupado y no prestó atención a lo que decía Silvano, sino que seguía mirando a Ángelo
- ¿Acaso sigue mal? – insistió y Ángelo elevó una ceja
Aquella pregunta hizo pensar a todos los presentes que éste sujeto sufría de alguna rara enfermedad mental hasta ahora desconocida; primero, porque no entendían de ninguna manera que le importase Luciano en ningún sentido; y segundo, porque todos habían visto a Luciano el día de navidad, Nicola incluido, de manera que la pregunta aparte de extraña, era absurda. No obstante, y aunque él seguía mirando a Ángelo, quien contestaría sería Giulio.
- Las razones para la ausencia de Luciano no son de tu incumbencia, padre – le dijo en un tono que no dejaba espacio para la réplica, pero Silvano que no se caracterizaba por su misericordia y menos con Nicola, volvió a reír y caminó hacia él
- No te preocupes tío, le diré a la cosa que preguntaste por él, y le daré además tus saludos – dijo palmeándole el hombro
Después de eso él y Fabiano fueron a ocupar sus lugares, aunque Biano aún miraba a Nicola como si en verdad estuviese enfermo, porque él mejor que nadie sabía lo mucho que su padre parecía odiar a Luciano, de modo que comenzaría a tejer toda clase de hipótesis que iban desde la mencionada alteración mental hasta la más absurda de que tuviese algo preparado en contra de Luciano.
Todos volvieron a prestar atención a Ángelo quien le hizo un gesto de asentimiento a Dante. No era que él estuviese especialmente contento con tener que escuchar al muchachito aquel, pues lo exasperaba, sin embargo, iba a sorprenderse mucho, ya que Dante se ceñiría a lo pautado sin comentarios fuera de lugar.
- Como todos tuvieron oportunidad de notar – estaba diciendo Dante y tanto Ángelo como Fabiano fueron sacados de sus particulares pensamientos – el ataque estuvo muy bien sincronizado, pero si esto fue posible, más que por habilidad de quienes lo ejecutaron, fue porque estaban extraordinariamente bien informados – dijo mientras Astor hacía circular unas hojas – En el trayecto hacia la iglesia, un grupo de BA sacó del juego a quienes perseguían el auto donde iban el señor Del Piero y la signorina; como cabía esperar, estos sujetos también perseguían el mismo fin que los que finalmente lo llevaron a cabo. No obstante, y como resultó obvio, estaban preparados para fallar en el primer intento y tal vez tenían la esperanza de que pensásemos que aquello era todo cuando en realidad solo era distracción, así como lo fue el auto que se estrelló contra la caseta de vigilancia del Club, pues el verdadero objetivo era entrar y plagiar a la signorina.
- ¿Por qué tanto interés en alguien que no era una Del Piero? – preguntó Nicola ganándose una mirada de furia de su hijo
- Hay dos posibles razones – dijo Dante antes de que Giulio pudiese abrir la boca – la primera, que sabían lo importante que es para el señor Del Piero al ser la hija de la signora, y la segunda, que sabían también que iba camino a convertirse en una Del Piero
- Un momento – dijo Domenico – eso no podían saberlo porque nadie sabe que Giulio está vivo
- Tal vez nadie que nosotros supiésemos, pero eso ya no es un secreto, o al menos no lo es para los Madonia – dijo para horror de casi todos los presentes
- ¡¿Qué?! – preguntaron varias voces y a continuación todos parecieron comenzar a hablar al mismo tiempo
- ¡Cálmense todos! – ordenó Giulio – No era algo que se habría podido mantener oculto para siempre, y en realidad me alegra poder hacer frente a todos esos bastardos con mi cara y con mi nombre – agregó en un tono menos violento, pero no menos helado