Destino de Sangre (libro 13. Última Generación)

Cap. 50 En camino

 

Punta Dorada, julio-agosto 2014

La salida de Ángelo de la clínica, marcó el final de casi un año que para él había sido uno de los peores de su vida, porque finalmente pudo regresar a casa. Sin embargo, esa noche cuando entraron a la habitación, por un momento estuvo casi seguro que ella iba a echarlo.

  • ¿Quieres que llame a Enzo o prefieres…?
  • ¿Y para qué querría que lo llamases? – la interrumpió él
  • Aun llevas el brazo inmovilizado y no es que tu brazo derecho te resulte muy útil, así que necesitas ayuda
  • ¿Y no puedes dármela tú? – le preguntó él intentando sujetarla
  • Te has estado quejando de eso las últimas semanas, así que…

Sin embargo, él no la dejaría concluir pues tenía mucha urgencia por beberse hasta su último aliento.

  • Abogado… aun estás…
  • Estoy perfectamente

Y Kelly descubriría que estaba más bien equivocada pensando que el brazo derecho no le era especialmente útil al ser zurdo, porque tal vez no pudiese escribir, pero definitivamente podía utilizarlo muy bien para cualquier otra cosa. No obstante, aunque Ángelo solía perder rápidamente el control cuando la tenía en brazos, notó  que algo no iba bien.

  • Succede, bambina?
  • Camilo y Silvano dijeron que no debías esforzarte y…

Kelly hizo inmediato silencio al ver relampaguear de forma por demás peligrosa los ojos de Ángelo. Aquella era una característica de él con la que a ella siempre le había resultado difícil lidiar, pues cuando aquel individuo estaba furioso, ella parecía percibir con mayor intensidad la negatividad que emanaba de él y esto la impulsaba a correr. No obstante, no estaba en posición de hacerlo, y por otra parte, Ángelo le sujetó el rostro quizá con menos delicadeza de la habitual.

  • Ningún infeliz va a dictaminar lo que puedo o no puedo hacer con mi mujer, y que ciertamente voy a hacer así se caiga el mundo

Después de aquella declaración no hubo más protestas, y aun suponiendo que ella hubiese tenido la intención de oponerse, la mencionada e hipotética intención fue limpiamente hecha a un lado por un muy decidido Ángelo. Independientemente de lo que ella hubiese podido pensar, y cabe destacar que no estaba pensando nada, Ángelo actuó no solo con la voracidad de siempre, sino con el añadido de todo un año de deseo, frustración, dolor y ansiedad.

Mucho más tarde, aunque él no tenía idea de qué hora podía ser, despertó y lo primero que vio fueron los ojos de Kelly muy cerca de él.

  • ¿Cómo te sientes? – le preguntó mientras le retiraba un mechón de cabello de la frente
  • E non poteva essere migliore
  • Mmmm – emitió ella y juntó las cejas
  • Succede?
  • Te estabas quejando
  • No es cierto
  • Sí, sí lo es, así que creo que…
  • Ey – la detuvo él al ver que intentaba abandonar la cama
  • Creo que Alessandro debería…
  • Estoy bien, bambina – le aseguró atrayéndola hacia él – pero no lo estaré si te marchas – Kelly volvió a recostarse en su hombro, pero un momento después él la escuchó reír – ¿Qué es lo que te parece gracioso?
  • Estás en mi lado de la cama, y según recuerdo protestas mucho cuando me quedo dormida en el tuyo

Ángelo rio también y un momento después ambos estaban dormidos de nuevo.

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Los niños, y aunque no estaban muy claros en cuanto a la situación de Ángelo y Kelly, no pudieron dejar de notar que lo que fuese que hubiese estado pasando se había resuelto, pues él volvía a estar en casa a la hora del desayuno. Aunque en aquel último año Ángelo se había quedado algunas veces en Aravera por diversos motivos, el verlo bajar cargando a Federico, y a Kelly riñéndolo porque no debía hacerlo, pareció indicarles que las cosas volvían a estar bien, así que sus pequeños corazones sonrieron con verdadera alegría.

Los últimos quince días de julio fueron quizá los más tranquilos de todo el embarazo de Damila, porque aunque Giulio seguía amargándole la existencia a casi todo el mundo con su mal humor, sucedía más que todo en el trabajo, mientras que en casa y con Damila, se comportaba de la misma forma empalagosa que había observado siempre con ella en opinión de Fredo. No obstante, en la última semana del mes las cosas parecieron complicarse, porque Giulio comenzó a quejarse de un dolor en la espalda y Damila entró en pánico. Al principio ella creyó que se trataba de que llevaba varios días trabajando prácticamente sin descanso, pero el tercer día que él se quejó de lo mismo, ella salió a todo correr con Giulio haciéndolo tras ella.

  • ¡Bebé espera! ¿Te sientes mal?

Pero Damila no le prestó atención y siguió corriendo hacia el  despacho de Ángelo al que entró cual vendaval. Nino, Luigi y Ángelo se pusieron rápidamente de pie al verla y todos pensaron la misma cosa.

  • ¿Ya vienen? – preguntó Nino
  • ¡Cabarella, que preparen el auto! – gritó Ángelo
  • ¿Sofía? – preguntó Luigi con algo más de calma pues fue el único que preció registrar que ella no parecía adolorida
  • ¡Pa, tenemos que llevar a G a la clínica!




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