Admitir que Klaus es un hombre demasiado atractivo, es algo que no me puedo permitir en voz alta, pero en mi mente lo he estudiado de arriba hacia abajo sin ningún pudor. Su fuerte espalda demuestra que es perfecto para posarse en el trono y no teme demostrar la confianza que se tiene.
—En definitiva no te pareces en nada a tu hermana, por lo menos ella sabe como hacer sentir cómodo a un hombre —y el muy bastardo ni siquiera intenta ocultar las aventuras que ha tenido con mi hermana.
—Deberías preguntarme cuanto me importa hacer sentir bien a alguien.
—Eso está lejos de ser una pregunta, tú la respondes sola.
Inclina levemente su cabeza a modo de saludo y se acerca para besar mi mejilla, toma mi mano y me guía al sofá que está en medio del salón.. No se que debería hacer en estos casos, mi padre siempre tuvo claro que mi primer encuentro con alguien de la realeza iba a ser con un futuro heredero de Draguens, así que soy nueva en esto de lo que llaman “Cortejo”. yo lo llamo una completa estupidez, no es como si casar a una mujer fuera la mejor cosa del mundo, realmente podría dar mil y un razones por las cuales podemos quedarnos solas.
Pero desgraciadamente por el momento no puedo replicar ese hecho, no cuando el rey Krumber está escuchando esta charla y amenazandome de una forma que no puedo ver, pero que mi ser percibe a la perfección,
Me acomodo mejor en el sofá, Klaus detalla cada movimiento que realizo, eso logra que me aburra de solo verlo.
—Eres una completa belleza.
—Dime algo que no sepa, eso lo tengo más que claro.
Sonríe por lo bajo y su aliento logra rozar mis vellos los cuales se erizan.
—Casi no hablas y cuando lo haces, es para vanagloriarte —se recuesta en el sofá extendiendo sus brazos y rozando mi hombro —. Me gusta.
Revoloteo mis ojos y cruzo mis brazos dejando notar mi exasperación. Respiro profundamente para pensar rápido en algo que me ayude a salir de este suplicio y tener contento a mi padre y a Klaus.
—Me gustan los caballos, deberíamos dar un paseo mañana —su semblante se torna cauteloso y antes de que pueda decir nada, le doy un guiño el cual hace que sonría de lado.
—Entonces mañana es oficialmente, nuestra segunda cita —y yo espero por el bien de mi vida, que sea la última.
Mi padre no estará satisfecho hasta que él venga y más que pedir, suplique mi mano, debo esforzarme por tenerlo comiendo de mi mano, no por nada es el hombre más mujeriego de todo Draguens, no me molesta ese hecho, pero claramente si molestaria a mi padre el cual no quiere ver que un príncipe el cual nunca va tener realmente el trono humille a su hija y no por las razones que deberían ser, las cuales la primordial seria porque me quiere, más bien es porque sería humillante para el apellido Petron.
Pero así es la vida, no siempre se puede tener lo que se quiere o casi todo, poniendo las cosas en pro y en contra, debo decir que me he llevado mis buenos puntos haciendo cosas que a mi padre le provocarían un ataque a su feo corazón.
—Entonces mañana nos vemos —sonrió de la mejor forma que puedo y me pongo de pie para acompañarlo hasta la entrada de la casa.
—Debo decir que esta ha sido la cita más corta que he tenido..
—Y yo debo decir que esta es la primera cita que he tenido.
Se acerca para dejar un beso en mi mejilla y por último susurrar.
—Vas a ser mi esposa —un escalofrío me recorre el cuerpo y un gran triunfo se instala en mi rostro, este bastardo me va a utilizar también para su propio beneficio y justo ahora yo soy su mejor jugada, claro que esto es de dos.
No fue tan difícil conquistar al príncipe, realmente todo el esfuerzo que hizo mi hermana en decirme las cosas que le gusta escuchar al príncipe fue justo mi punto de partida, ser todo lo que a él no le gusta.
Y todo indica que le gustó que no le siguiera el juego y me lanzara a sus brazos para retozar en los muebles. Aparte de que no me costó ser indiferente con él, podría aburrir a cualquiera con sus conversaciones sin sentido, aunque yo realmente espero que no tenga que pasar por eso.
Sin decir nada, le doy la espalda y salgo del salón, apenas cierro la puerta, mi padre sale detrás de la cortina que está a un lado de las escaleras.
—Lo tenemos hija, lo tenemos —me abraza fuertemente y deposita dos besos en mis mejillas —. Seremos afortunados cariño, lo tendremos todo.
—¿Todo? ¿Incluso podré disfrutar de lo que más deseo?
Mi padre me observa sin demostrar nada o al menos eso es lo que él siempre piensa que refleja su semblante, pero ya desde un principio supe que en su plan yo solo soy un peón al cual él quiere mover a su antojo. Pero vamos, que el lado positivo es que ambos somos jugadores del tablero.
—Lo iremos hablando.
Por supuesto que lo haremos o al menos le haré creer que él tomará una decisión en mi vida, siempre ha pretendido creer que todo lo que yo hago es solo por su permiso. Le doy una última mirada para subir a mi habitaciòn.
—Nunca he querido nada en mi vida, tanto como quiero a Klaus. —Mi ilusa hermana está en el fondo del pasillo observando desde la ventana hacia afuera, supongo viendo como se aleja su amor inalcanzable.
—Eres tan ingenua, ¿crees que alguna vez él ha pensado en ti más allá de lo sexual? Has permitido que el bastardo de nuestro padre te utilice como un pedazo de carne a la cual puede canjear por dinero.
Eleva su barbilla como toda una reina, su mirada retadora no aplaca ni un poco su tenacidad por lo que acabo de decir.
—¿Acaso no hace lo mismo contigo? —Sabe cómo enfrentarme sin amilanarse ni un poco, demostrando que ella está por encima de todo lo que yo soy.
—No te equivoques hermana, si alguien se sentara en el trono de Draguens —acomodo mi postura demostrando que por más que ella intente debilitar mi carácter, no podrá amilanarme —. Seré yo. Yo seré tu reina y me servirás.
Se acerca a pasos acelerados porque está furiosa y quiere sacar su enojo golpeándome, pero antes de que pueda llegar a mi, estampo mi puerta en su rostro.