Detrás del agua

Capítulo 2: Una mansión entre los árboles

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Paseo los ojos por mi habitación sintiendo el silencio ¿y ahora qué hago? La habitación es grande y cómoda pero a la vez fría y solitaria, mi tía me ha dejado sola porque tenía que trabajar (aunque ella trabaja en casa) en realidad no sé qué hacer en un lugar como este, no tengo amigos y mi única familia está en el piso de abajo trabajando, da igual, de todas maneras no tengo ganas de hablar, así que lo único que se me ocurre en ese momento es tumbarme en la cama y eso hago, observo el techo unicolor reflexionando en lo que ha pasado en estas últimas semanas.

Un año aguantando esa situación y mientras estaba con mis padres fingir de que todo estaba bien pero estos días ya no lo hacía tan bien y ellos comenzaban a notarlo, sé que este viaje había sido porque les preocupaba mi ánimo y tarde o temprano lo sabían pero la verdad es que no sabía por dónde empezar.

Pongo mi brazo en mi cara soltando un suspiro, siento que lo segundos se vuelven horas, tomo el teléfono fastidiada y comienzo a vagar por las redes tratando de distraer la mente pero al toparme con una foto que han montado frunzo el ceño, creí haberlos bloqueado, ver esos rostros en la pantalla de mi teléfono me hace tensar la mandíbula ¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo va a seguir esto? Me repito con rabia, estaba cansada de esto.

Todavía no creo esta realidad, parece una pesadilla que me persigue incluso cuando cierro los ojos. No es justo, yo no les hecho nada, parece que quieren arruinar mi vida, aún me pregunto qué les hice para que me odiaran tanto, sé que nunca e sentido que encajara en algún lugar y tal vez algo de eso les molesta de mí ¿Pero no sé supone que todos los adolecentes pasamos por eso alguna vez? ruedo en la cama, solamente pensar que debo cruzar la puerta del salón para vivir otro día de martirio... Hundí mi cara en la almohada.

Encajar.

Desde que tengo memoria siempre me eh sentido incómoda en esta sociedad, es como si algo andara mal, la escuela, mis amigos, mi casa, aunque tengo padres que me cuidan y se preocupan por mí no siento que pertenezca a aquí, y desde que cumplí los 19 solo a empeorado, estos últimos día e tenido con más fuerza esos extraños pensamientos es como si un pequeño monstruo estuviera creciendo dentro de mí y no pudiera pararlo ¿por qué siento que me desconozco? ¿Hay algo mal conmigo?

Bajo el teléfono lentamente sin poder evitar perderme en el recuerdo, todo se repite una y otra vez en mi cabeza, no sé por qué le doy tantas vueltas al asunto, debe ser porque estoy cansada y es esta situación que me tiene mal, si eso debe ser.

Podrán molestarme allá pero no voy a permitir que lo hagan aquí. Apago el teléfono y lo tiro a un lado de la cama, por lo menos tengo estas vacaciones espero olvidarme de mis problemas durante estos días.

Desde la cama puedo ver con claridad el bosque a través de las ventanas los tristes arboles meciéndose de un lado a otro a causa del viento desprendiéndose algunas hojas que los avaros arboles han soltado, el sol cada vez declina más sobre las montañas hasta que el cielo se torna de color naranja y poco a poco va oscureciéndose el día y la luna toma la antigua posición del sol.

He pasado tantas horas sin moverme de esa cama y todavía sigo mirando las ventanas cuando un ruido me hacer dar un pequeño salto reaccionando de las memorias que me mantenían en la deriva.

-La cena. -me dice y escucho sus pasos alejarse

Al sentarme al borde de la cama sigo mirando la ventana, no me había dado cuenta que ya era de noche ¿Qué hora es? La habitación está oscura así que enciendo el bombillo después de tropezarme con las maletas un par de veces, debería cambiarme, me digo al voltear para ver las maletas tiradas en el mismo lugar.

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Cuatro días habían pasado desde que había llegado, la vida en ese lugar no era muy entretenida, solo éramos mí tía May y yo en esa enorme casa, la mujer que limpiaba, cuyo nombre era Juana una mujer muy agradable que venía una vez al día para hacer la limpieza y algunos quehaceres, llegaba bien temprano y antes de mediodía volvía a su casa, era la única persona con la que conversaba (además de mi tía por supuesto pero ella se la pasaba encerrada en su oficina escribiendo su nueva novela) le sacaba conversaciones a la señora Juana y la acompañaba toda la mañana como un cachorrito que no quiere estar solo, incluso la ayudaba para pasar tiempo con ella a pesar de que me regañaba que no lo hiciera y es que no había mucho que hacer, había internet pero no quería usar mi teléfono (de haber tenido ahorros lo habria tirado) y no había a dónde salir además de ese gran bosque que nos rodeaba.

Después del medio día siempre me dirigía a la sala de estar donde estaba una gran biblioteca y por aburrimiento me ponía a leer pero siempre antes de llegar a la sala pasaba cerca de una puerta de vidrio que daba con el patio y siempre estaba abierta.

Y ese día mientras caminaba a la sala de estar ahí estaba de nuevo, la puerta estaba abierta de par en par, estábamos en pleno otoño y por allí se colaba el frío de afuera escapándose la calefacción, siempre lo cerraba pensando que se abría por accidente, la manilla a veces se atoraba, era obvio que estaba dañada, aunque siempre al acercarme miraba un largo rato el bosque, no tenía nada especial pero me hacía querer mirarlo, ese día no era la excepción, me quedé mirando junto a la puerta el profundo bosque teñido de naranja, no había nada especial, solo lo miraba...¿Por qué? ¿Por qué lo miraba? Sacudí la cabeza reaccionando para mí y cerré la puerta, que locura ¿Por qué sigo haciendo esto? Me alejaré de esta zona de la casa, no importa si mañana también la veo abierta, no me acercaré, por alguna razón me siento extraña cuando me detengo en esta puerta, mí tía tiene que arreglar esto. Me dí la vuelta y allí estaba mí tía de pie.



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En el texto hay: #romance, #secretos, #mediaval

Editado: 12.12.2024

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