Devorador de Emociones

Esto es lo que soy y lo que tú eres

  • ¡Maldita sea! - Grité a la vez que golpeé la pared del ascensor de la embajada – ¡Debí haberme dado cuenta! Si no la hubiera encontrado Palacios ya la hubiera tomado y me hubiera obligado a...
  • ¡Aquiles! – Esta vez fue Brenda quien gritó, escuchar su voz me recordó en donde estaba, la miré con algo de vergüenza y saqué mi mano de la abolladura que hice en la pared de metal del ascensor.
  • Lo siento.
  • Yo tampoco lo vi venir, uno de los guardias del teatro fue asesinado, y por como vi las cosas, solo era una especie de distracción.
  • Si – Dije, ya en un tono más calmado – Eso era lo que quería ¿pero encontraron al asesino?
  • No, el único acceso a la parte alta detrás del telón estaba cerrado con llave desde dentro, como si el mismo guardia se hubiera suicidado.
  • Eso es ridículo, si estas vigilando esa área y está a tu cargo, cierras el único acceso que hay, así puedes... claro – La idea de lo que ocurrió llego a mi mente como una imagen recién tomada – Es lo más probable.
  • ¿Qué pasa? – Me miró con aquellos ojos que denotaban obvia curiosidad.
  • El guardia fue asesinado por... un Reaver, es la única explicación lógica que veo – Aunque obviamente Mi sola existencia como Reaver no tenía una explicación lógica.

Guardé silencio esperando a que Brenda hablara pero su rostro fue de la sorpresa a la confusión, como preguntándome "¿Cómo?"

Hace treinta minutos que salimos del teatro, por suerte no tuve que dar declaraciones e Ivanna y sus amigas ya estaban lejos del teatro cuando la policía llegó, me dejé caer hacia atrás para apoyarme en la pared del ascensor, estoy cansado, olvide que no he dormido nada desde que llegué y el hambre había empezado a estrujar mi estómago, eso y la maldita herida en mi espalda… Y el ansia por devorar la ira de alguien. Aun así le expliqué a Brenda de que estaba hablando.

  • El guardia de seguridad había cerrado el acceso para que nadie pudiera entrar, pero hay Reaver’s que pueden saltarse el hecho de que existe una puerta.
  • ¿Entonces la persona que estamos buscando es un Reaver?
  • No debe estar lejos – Justo en ese instante se abrió la puerta del ascensor, ya estábamos en el pent-house – Tal vez le diga a Black que lo busque.
  • No es necesario – Era una vos gruesa, venia de la sala – Tengo al asesino del teatro.

Brenda y yo miramos el centro de la estancia, ahí de rodillas hay un hombre completamente vestido de negro, sus jeans y una franela de mangas largas del mismo color, sus manos y pies están amarrados con un cable negro y miraba al suelo con expresión culpable. Detrás de él esta Black, sosteniendo el cable entre sus manos como si el sujeto que capturó fuera un premio.

  • ¡Black! – Exclamé – ¿Cómo llegaste hasta aquí arriba?
  • Eso no importa, tengo al hombre del teatro, lo vi materializarse justo en la salida de la parte alta del telón, opuso resistencia pero pude noquearlo y capturarlo.
  • ¿Materiali... es en serio? – Preguntó Brenda totalmente sorprendida.
  • Para an Reaver su habilidad as común, pero para los demás es grandiosas - Dijo el chico que estaba de rodillas en un acento algo extraño.

Tendría unos veinte años, bajo, cabello corto y negro de piel opaca como la madera al sol, tenía una prominente nariz y sus ojos eran tan negros como el vacío, sus rasgos faciales eran angulosos, parecía un brujo de esas películas de los noventa.

  • Conozco esa mirada – Le dije cuando me arrodillé frente a él, apoyando mi peso en una rodilla – ¿Tienes sed verdad? No pudiste devorar al guardia por que se "cayo" de tus manos - Lo sujeté de la barbilla con mi mano derecha y lo obligué a mirarme – Veamos cuanto tiempo puedes aguantar la sed ¿Quién eres?
  • Estúpidos, Paracios no dejará que la cuides, hicistes un contratos con el - Su acento era muy peculiar, parecía árabe o tal vez indio, aunque hablaba muy bien el español - Soy Al Majab Mandur, Líder del Clan los Reaver’s de Orientes.
  • ¿Clan?

Esto es totalmente inesperado, no sabía que nuestra "raza" tuviera clanes o algo parecido, y aquí estaba tratando como un rehén al Líder de uno de ellos, intercambio miradas con Black y Brenda que estaban tan sorprendidos como yo.

  • Black... Suéltalo - Dije finalmente, soltando la barbilla de Al Majab, este sonrió complacido, aunque tampoco iba a darle muchas libertades.




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