Diálogos inconclusos. Inari Masga.

26. Fuente.

Teniendo el suelo dorado, y la seguridad palpitando en su corazón, la doncella recordó el gran río donde ella se sumergía - ahora quiero una fuente, justo aquí, en el centro, debe ser redondo, con corazones de zafiros - explicaba al ángel, quien con su poder lo iba construyendo - ¿por qué una fuente? - Preguntó el panda - porque un lugar con armonía debe tener una fuente de agua que fluya, así como las emociones deben fluir - explicaba la princesa, el panda asintió y observó cada detalle, miraba a Imelda bailar al rededor de la fuente, miraba al ángel concentrado en los diseños, el dragón iba y venía como si estuviera incómodo pero al mismo tiempo no pudiera evitar la curiosidad por la fuente; el pavoreal inflaba el pecho y acomodaba el plumaje sintiéndose orgulloso de la elegancia que le estaban invirtiendo al lugar; en cambio, la pantera rodeaba al único visitante que seguía dentro de las ruinas - ¿Qué haremos con este polizón? Lleva mucho tiempo aquí - rugía la pantera llamando la atención de todos, la princesa suspiró sin mirarle - déjale, ya decidirá él si se integra o si se marcha - y animosamente siguió bailando y cantando. 

Más adelante, encontró los escombros de los espejos rotos del laberinto, miró en ellos la imagen del pavoreal - en lugar de laberinto, pondremos los espejos al rededor de la fuente, para que los invitados se vean reflejados a sí mismos antes de entrar a admirarla - pensó en voz alta y el ángel revoloteó por encima - ¿Cuál sería la razón para que se vean? - preguntó mientras levantaba en el aire todos los vidrios - será el filtro con el que sabremos si son valientes para confrontar sus propias inseguridades - respondió la doncella con entusiasmo - ¿Cuál sería el objetivo? - sacudió el plumaje el ave al irse acercando con la curiosidad en su mirada; la princesa sonrió burlona - para sólo estar rodeada de personas valientes y leales, los cobardes huyen de sus propias inseguridades - la Pantera dio un brinco en dirección de Imelda, satisfecho con la conversación - ¿me dará el lujo de devorarlos? - se relamía los bigotes, imaginando el festín - si considero que es apropiado, lo tomaré en cuenta - se rió con picardía.

Todos los seres colaboraron con las nuevas decoraciones, incluso el dragón solicitó un espacio donde pudiese destruir a quienes se atrevieran a retarlo, o a quienes en su ignorancia quisieran enfadarlo. La princesa creyó provechoso que el dragón tuviera su propio filtro y protocolo de acción, así no se entrometería a su antojo, sino con orden.

El panda colocó un gran librero y llenó su mesa de postres, seguiría siendo el adorable y conocedor panda que enseñaría el gran mundo del saber con paciencia y bondad. 

El pavoreal decoró su espacio con toda clase de arte, estatuas, música y vestidos de gala.

La pantera solicitó un vivero con un enorme árbol donde pudiese enseñar sobre las raíces de las emociones y la paz que existe al florecer.

El ángel iba y venía de estación en estación; disfrutaba de conversar con cada ser, ir guiándoles según era el visitante que atendían. 

La princesa se sentía feliz, por fin estaba construyendo el paraíso que siempre deseó. 



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En el texto hay: experiencias de vida, aventura y fantasia

Editado: 30.03.2022

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