Diario de un amigo imaginario

Diario de la intrusa

-Oh veo que llegó temprano, pase- me dice la mucama de la casa a la cual entro mientras la saludo con la mirada.

-¿Dónde está el niño?- le pregunto.

-Recién llegó de jugar con su amigo, suponíamos que llegaría en una hora, así que recién fue a bañarse en unos minutos vendrá- me responde.

-¿Con su amigo? Pensé que esa etapa ya había pasado, un poco grande para hablar con una persona que está en su imaginación- le comento.

-Eso no es de su incumbencia, preocúpese por enseñarle, ese es su trabajo-me dice en un tono agresivo. Hasta ahora no nos movimos del pasillo de la puerta, la cual ella aun no cerró.

-En efecto, por ello es necesario que le enseñe como sociabilizar y animarlo a volver a una escuela y así estudiar y vivir como alguien normal- le digo a lo que ella cierra la puerta sin desprenderme la mirada, luego avanza.

-Vamos le mostrare a donde esperarlo a Valerio, la señora se retiró, y el señor Nicolás se encuentra en su oficina ocupado- yo la sigo hacia un cuarto que se encuentra atrás del living –Aquí espere, ya vendrá.

Ese cuarto donde me dejo tenía en su puerta “sala de estudio” escrito. Entré y adentro de él estaba la mesa de siempre con las dos sillas, con unos libros alrededor que se encontraban en unos estantes en las paredes.

Me senté a esperar al niño, y escuche que la mucama se había retirado hacia el segundo piso por la escalera.

Pasé más de quince minutos sentada, detesto que me hagan esperar.

-¿Qué es eso?- digo al escuchar débilmente un llanto a lo lejos.

Me dirijo hacia el llanto lo que me lleva al lavadero que se encuentra al lado de la escalera y atrás de la cocina. Entro al lugar y veo que ahí se encuentra la puerta trasera, la cual es una deslizante de vidrio. La deslizo y me quedo ahí y noto que el llanto proviene del cobertizo.

-¿Perdió algo?- y mi cuerpo salta del miedo y se da vuelta rápidamente para darme cuenta que era Nicolás.

-Me-me asustaste- le digo –No, no perdí nada, solo... digo, ¿acaso no escucha el llanto del niño?- a lo que el mira el cobertizo con una cara de tranquilidad y vuelve sus ojos a mí.

-Yo no escucho nada, señora Oriana, ¿se encuentra bien?- me dice mirándome como si estuviera loca, a lo que mi cuerpo tiembla al seguir escuchando ese llanto proveniente del cobertizo, giro mi cabeza y con mis ojos abiertos sigo sin comprender.

-Pe-pero está ahí... el llanto, como de un niño, se escucha perfectamente- le digo casi estresada.

-Muy bien iré a verificar que es- me dice el señor y sale al patio para dirigirse al cobertizo, el llanto siguió y mientras él se acercaba, más aumentaba, una vez que llegó ahí pasó dos minutos y él niño que lloraba se calló. Luego el salía, con una expresión calmada en su rostro. Finalmente llegó a donde yo estaba.

-¿Había algo... alguien?- le pregunto. El ingresa al lavatorio y desliza la puerta para cerrarla.

-Como ya le dije, no hay nada ahí.

-No estoy tan segura de eso.

-Pues espero que lo esté señorita. Por favor siga con su trabajo. Mi niño ya está bajando.

Lo único que pude hacer es retirarme sin decir nada, es obvio que si había alguien llorando... ¿o no? Yo sé lo que escuche. Pero algo me dice que simplemente me aleje sin decir nada, y lo hago, pero no sin antes mirar hacia atrás y veo la cara de paz del señor, ¿realmente estaré loca?

Salí de ese lugar y me dirigí al cuarto de estudio. Luego veo a la mucama bajar de las escaleras.

-Señorita, me retirare un momento para hacer las compras del supermercado- luego que dice eso, Nicolás sale del lavatorio –Señor, saldré por un momento, haré compras- repite.

-No hay problema Lupe- le responde.

-Perfecto- dice ella y sigue su camino retirándose de la casa.

Unos incomodos segundos pase conmigo y el señor parados, mientras el me miraba y yo fijando mi vista al suelo.

-Profesora- dice Valerio que venía bajando por las escaleras –Ya estoy listo, ¿podemos empezar la clase?

Y veo que el señor Nicolás se retira por las escaleras.

-Ante cualquier cosa, estaré en mi oficina- me dice y se retira.

Me dirijo con el niño para iniciar la clase. Él, como siempre, es alguien muy difícil de enseñar, tratamos de salir de unos temas de matemáticas desde la última vez que nos vimos y aun no podemos.

-Por favor, intenta concentrarte- le digo a Valerio.

-No puedo, lo siento... realmente estoy preocupado por otra cosa.

-Sea lo que sea en este momento es más importante el estudio, niño.

-Ya lo sé, comprendo... pero no me divierte esto, prefiero salir a jugar con mi amigo. Por tras de venir a clases tuve que decirle que me iba y él se quedó triste.

-¿A qué te refieres?- le pregunto recordando ese... ese maldito llanto.

-Que gracias a usted tuve que dejar a Tomas solo en el cobertizo- me responde. No entiendo nada así que trato de hacerlo.

-Y... tú mamá sabe de esto supongo...

-No y por favor no le diga, si se entera que Tomas volvió ella se enojará y lo correrá.



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En el texto hay: misterio

Editado: 06.10.2019

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