LESTER
Es sábado y la familia de Douglas nos invitó a comer con ellos.
Estar con su familia es tan distinto a estar con la mía. Aquí todos parecen sonreír, no se insultan y no se gritan. No solo Douglas cuida a sus hermanos, Ty también. Él les ayudó a los gemelos a cortar unos pedazos de carne y les limpió el rostro con las servilletas. Su abuela es muy amable y dulce, siempre nos mira con una sonrisa.
No sabía que la vida podía cambiar tan rápido, nunca me imaginé que en mi último año de la secundaria iba a encontrar eso que siempre había deseado. Tener amigos. Angeline y Douglas se han vuelto mis amigos y hacemos tareas, nos ayudamos a estudiar y todas esas cosas pero también nos sentamos a hablar sobre la vida y poco a poco mostramos detalles sobre cada uno.
Angeline nos ha contado como ha sido su vida con sus padres, de como ellos jamás están en casa y no son malos padres pues siempre le envían mensajes y cuando están cerca, le dan abrazos pero los extraña mucho.
Yo les confesé que Tania y yo éramos cercanos cuando éramos niños pero eso terminó hace un tiempo. No les he contado de cómo es vivir con mis padres, de las peleas y los gritos pero sí de como la mayor parte del tiempo estoy solo en casa.
O bueno, estaba.
Douglas es más cerrado con su vida personal a pesar que nos tiene en su casa básicamente todos los días.
Sin embargo, por unos breves momentos me confiesa ciertas cosas y luego finge jamás haberlas dicho. Como ayer por la noche, mientras estábamos enviándonos mensajes. No sé cómo llegamos a ese punto de la conversación pero terminó confesando:
“Amo a mi familia, la protegeré por sobre todas las cosas. Sin ellos, no tengo nada”
Cuando terminamos de comer nosotros tres nos encargamos de lavar, secar y guardar los platos. Aiden y Marie se acercaron para ayudarnos pero Douglas les pidió que mejor descansaran por media hora mientras digerían la comida.
Siempre que veo a Douglas cuidar a sus hermanos me parece muy tierno. Por supuesto, asociar a Douglas “Cold” con la palabra “tierno” parece impensable, pero lo es. Douglas tiene un lado suave, uno vulnerable que lo muestra cuando piensa que nadie lo ve. O lo disfraza con su frialdad.
—Hoy es el baile —susurra Angeline, luego de guardar el último plato.
Douglas se recuesta en el marco de la puerta. —Que aburrido.
Ella niega. —No es tan aburrido, es divertido si vas con tus amigos pero, bueno, ahora ya no puedo.
—Aun podrías ir —le digo—. Podrías ir con Douglas, como tu cita.
Ambos sueltan un sonido, quejándose. —Ni loco —él se mueve hacia el refrigerador, saca una botella de agua y la destapa para beber un largo trago.
—No necesito una cita para ir a un baile —afirma Angeline—. Pero es raro, ir sola.
Douglas sigue bebiendo el agua y a mí se me ocurre una muy mala idea. — ¿Quieres ir? —mis ojos se turnan entre él y ella—. Podemos ir, digo, no sé.
Douglas tose y se cubre la boca. — ¿Ir a un baile?
— ¡Si! —Angeline celebra—. ¡Vamos!
Douglas niega varias veces. — ¿Nosotros? ¿Los tres? ¿De verdad?
Me encojo de hombros. —No sé, nunca he hecho esto y podría ser divertido.
— ¡Si! —Angeline mira el reloj sobre la estufa—. Tenemos dos horas y media, tengo tiempo para arreglarme.
—Espera —Douglas junta sus cejas—. Ni siquiera he aceptado a ir, ¿Por qué no vas solo con Lester? Ya que él quiere ir.
Niego y me acerco a Douglas. —Porque tenemos que ir los tres o no será lo mismo.
Se pasa la mano por el cabello. —No voy a perder mi tiempo en un tonto baile, no quiero hacerlo y no tengo nada que usar para esas cosas.
Angeline lo mira con los ojos entrecerrados. —Sí tienes, he visto tu armario y he notado que tienes ropa más formal.
— ¿Has estado husmeando en mi habitación? —le reclama.
Rueda los ojos. —Pues tú dejas la puerta abierta y tengo ojos, tampoco estaba haciendo algo ilegal.
Él exhala. —Esto es una mala idea, ¿Por qué quieres ir? Hace un mes te molestaban todas esas personas, ¿no crees que podrían volver a hacer algo para dañarte?
Presiona sus labios y levanta los hombros. —Si pienso que cada día algo puede repetirse, algo malo, no me darían ganas de salir de la cama —afirma—. Ya me pasaron muchas cosas malas, solo quiero… decidir qué hacer, tomar mis propias decisiones.
Douglas comienza a decir: —Sí, pero…
—Ah —su mamá entra—. ¿Qué hacen aquí todavía? Vayan a relajarse, o podrían salir, es sábado de todas formas.
— ¡Queremos ir al baile de la escuela! —Angeline le avisa.
Los ojos de la madre de Douglas se iluminan, mira a su hijo y se acerca para abrazarlo. —Me parece una gran idea, ve con ellos Douglas, tienes permiso para regresar tarde.
Douglas levanta la mano y la coloca sobre su pecho. —Yo no…
—Pero tengo que arreglarme —Angeline se muerde la uña—. Voy a regresar a mi casa y regreso, ¿sí?
La señora Rold sacude la mano. —Ah, ven con nosotros, iremos a hacer las compras pero podemos pasar a dejarte a tu casa —voltea con Douglas—. Luego puedes pasar por ella, ahora que ya conduces de nuevo.
—Pero, ¿Los gemelos? ¿Ty? No puedo dejarlos solos y la abuela querrá descansar —señala.
Ella niega. —No nos tardaremos, además la abuela puede cuidarlos por un rato, estará todo bien —le da una palmada suave en la mejilla—. Ve a vestirte, tienes tantas camisas lindas que no usas, ¿necesitas dinero? ¿Quieres algo?
Niega, cerrando sus ojos unos segundos. —No.
Ahora me mira a mí. —Lester, querido, ¿Qué hay de ti? Si quieres algo de ropa Douglas te puede prestar, son bastante iguales de estatura, te quedará —le aprieta la mejilla—. Se bueno y préstale ropa nueva a Lester, tenemos que compartir.
La mira sin emoción por todo esto. —Como sea.
Estira su mano para tomar la de Angeline. —Vamos entonces, que emoción. Por favor tómense muchas fotografías, quiero verlos en el baile.
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Editado: 15.06.2023