DOUGLAS:
—Y nos fuimos —termino de contarle todo a mamá.
Ella nos mira preocupada. — ¿Creen que estará bien? ¿No será mejor que vayamos a ver cómo están las cosas?
—Creo que no —le respondo—. Su papá se veía molesto pero luego lo comprendió, seguro tienen muchas cosas que hablar.
Tocan la puerta de la oficina de mamá, ella abre y baja el rostro. —Mami, ¿puedo comer galletas de animales? Pero no le des a Aiden, él se come todas muy rápido.
Mamá sonríe. —Si puedes pero le vamos a dar a Aiden si también quiere, no olvides, amor. Tenemos que compartir con todos.
Infla sus mejillas. —Pero se las va a terminar.
—Hay suficientes para ti y tu hermano —le toma la mano y se gira conmigo—. Douglas, avísame si sabes algo, por favor —mira a Lester—. ¿Te quedas a comer, verdad?
Él asiente. —Sí, está bien gracias.
Marie le da una sonrisa grande a Lester. —Lester, ¿Quieres ver mis dibujos después? Te hice uno a ti.
Lester responde: —Me encantaría.
Mamá y Marie salen de ahí, yo le hago una seña para que también salgamos. La oficina de mamá es su lugar especial, aquí se sienta a escribir por horas y horas. Es algo que puede hacer sin detenerse, es lo que considera como su propósito en la vida.
Mamá escribe libros para ayudar a las personas pero también ha comenzado una novela para personas como de la edad de Ty. Busca ayudar a los niños a identificar situaciones que pueden ponerlos en riesgo de ser manipulados por adultos para dañarlos, a través de una historia de ficción.
Él y yo subimos a mi habitación, reviso mi teléfono un par de veces para asegurarme que Angeline no me haya enviado algún mensaje todavía. Tengo que reconocer que estoy preocupado por ella, en especial después de confesar todo lo que no sabíamos.
Ese chico, Ronald, le hizo muchas más cosas de las que nos contó aquella vez. No puedo dejar de pensar en eso, me hace sentirme muy triste por ella. Era tan solo una niña, ¿Qué clase de asqueroso hace todas esas cosas? No puedo imaginarme lo mal que ella la pasaba, lo terrible que debió sentirse darse cuenta que lo que él le hacía no estaba bien ni era normal.
Lester también mira su teléfono. —No sé si deberíamos llamarla.
Muerdo mi labio. —Esperemos un poco, le enviaré un mensaje —aunque su padre parece que al final ya no estaba enojado, que simplemente todas esas revelaciones lo abrumaron.
Lester se sienta al borde de mi cama y recuerdo la noche de ayer.
Después de hablar un rato más me fui a la habitación de Ty y aunque intenté dormir, no dejaba de pensar en todo. Mi vida ha cambiado tanto, me siento como Angeline también, en tan poco tiempo han sucedido demasiadas cosas.
No podía creer el tipo de chico en que me he convertido. Antes ignoraba a todos, evitaba conversaciones que no fueran sobre la escuela y ni loco dejaría que alguien conociera a mi familia pero luego, ellos dos están en mi vida y se me hace tan extraña la idea de apartarlos.
¿Puedo apartarlos ahora?
Me imagino como sería rechazar a Lester luego de todo lo que me ha contado, de alejar a Angeline de mi vida después que confiara en mí y me apreciara de esa forma. No quiero hacerlo, la verdad solo quiero que sigan cerca de mí.
Seth me golpeó pero si tuviera que suceder de nuevo con tal de defenderla, lo dejaría. No me importa, yo no quiero que más personas sigan dañándola, no lo merece. Entre más tiempo pasa, más me doy cuenta de lo suave que es su corazón y que es bastante sensible.
También Lester, alejando lo que sea que estoy sintiendo, él se ha convertido en ese tipo de amigos que jamás pensé tener. Él y yo tenemos pensamientos bastantes similares, le gusta la música que le muestro y confía en mí.
No sé si tengo el valor para decirles adiós, aunque es necesario si quiero protegerme del dolor. Tengo que tomar la delantera y ser yo quien los deja antes que me dejen a mí.
— ¿Douglas? —Lester me habla.
— ¿Um? —parpadeo rápido—. Lo siento, solo estaba pensando en muchas cosas a la vez.
Sonríe de lado. —Entiendo cómo te sientes —le da dos palmadas a la cama, para que me siente a su lado—. Ven.
Tengo que alejarme de ti, Lester.
Me siento a su lado y respiro profundo. —Deberíamos hacer tarea, se supone que… um, eso íbamos a hacer.
—Sí —dice—. Buena idea, podemos adelantar un poco pero antes —se acera a mí—, ¿Cómo está tu rostro?
Me muevo hacia atrás. —Estoy mejor, al menos no me rompió la nariz.
Lester vuelve a sonreír. —No, pero te lastimó muy feo —estira su mano y parecía que iba a tocar mi mentón, pero la deja caer—. Seth es un idiota.
—Lo es —respondo y me levanto de ahí, caminando a mi escritorio para tomar mi computadora—. Um, entonces, ¿si hacemos el trabajo sobre la pornografía?
Asiente, encogiéndose de hombros. —Sí, me parece muy interesante, sabes mucho del tema.
La dejo sobre el colchón. —Bueno, sí…
Algo en mi interior me dice que le cuente esa parte de mi vida pero, ¿Por qué lo haría? Ese si es un área prohibida y me prometí jamás hacerlo, no por vergüenza sino por los prejuicios y la ignorancia de las personas.
Pero Lester es diferente.
—Um, en realidad… —aclaro mi garganta y mis pensamientos al mismo tiempo—, es porque, pues, algo pasó.
Sus grandes ojos marrones me miran esperando a que siga. — ¿Algo pasó?
Me siento de nuevo a su lado, guardando un poco de distancia. —Sí, verás… no sé si te has dado cuenta que papá no pasa mucho tiempo aquí cuando estamos, pues, los tres.
—Sí —responde.
—Bien, eso es porque él trabaja en un centro de rehabilitación, en el lugar donde fuimos aquella vez —le explico—. Es un lugar que ayuda a personas con adicciones pero aunque sí sobre drogas y eso, son más específicos. Hay personas que tienen adicciones a los analgésicos, que son básicamente legales, otros tienen adicciones a ciertas medicinas que sirven para relajar el dolor muscular —me estoy yendo por las ramas—. Pero también miran otras adicciones.
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Editado: 15.06.2023