10. "No, no, no..."

Era todo cierto, cada una de las palabras salidas de su boca. Me daba cuenta de que la vida sorprendía como no imaginaba y me daba un poco de nervios hasta qué punto llegaría. Jaiden, se dio cuenta de mi estado y con una sonrisa me invitó a caminar. Le devolví el cumplido, de la misma forma. Nos acercamos a la puerta y el chico vestido de garzón, nos invitó a pasar a la fiesta.

La celebración de la llegada de Jaiden, era en el patio trasero, lo que nos hizo cruzar todo el recinto. Al llegar, observé todo el ambiente. No entendí muy bien que significa para estas personas, una fiesta. Mi familia las celebraba de una manera tan distinta que gozaban a altas horas de la madrugada, reían a carcajadas, la música sonaba a todo volumen. Pero esta escena era muy distinta, la gente vestía elegante mientras charlaban unos con otros. Seguramente hablaban de temas de economía, trabajo y empresas. Dinero, dinero, dinero. Era aburrido, y para enloquecerme aún más, la música que había de fondo eran pistas clásicas. No odiaba los sonidos clásicos, es más, algunas canciones me gustaban, pero, este sonido lento me adormecía.

Miré inquisitivamente todo mi alrededor. Al percatarme de quienes se aproximaban, suspiré en lo profundo de mi ser. Volví a fingir amabilidad frente al hombre clavo y su hija, Celeste. Fijé la vista en ella con suma sorpresa, llevaba un vestido largo con un corte imponente en la pierna derecha y su escote deba mucho a la imaginación. El clima estaba muy frio y aun así ella se encontraba casi desnuda. Supuse que era para conquistar al hombre que es mi falso novio ¿qué parte no entiende que ese hombre es mío? No por acción, pero en concreto, mío.

—Me alegro de que haya venido, señor —Comenta el hombre, del cual no sé su nombre.

—Sí, Scott. Muchas gracias por la invitación —Jaiden el mismo gesto con educación.

—Veo que llegó con su amiga.

Me miró de tal manera que me causó incomodidad.

—Mi novia —Corrigió Jaiden.

—¡Ah! Sí, me disculpo —Me encogí de hombros, sin tomarle mayor importancia.

Dejó de mirarme y entre ellos dos charlaron sobre el gran proyecto que se avecinaba. Miré a su acompañante y ella no le quitó los ojos de encima como una gata salvaje.

—Creo que hemos hablado suficiente de usted, señor —Scott se pausó y de pronto su mirada cayó en mí con indiferencia—. Y usted señorita, ¿a qué se dedica?

—Yo soy la secretaria de Jaiden —Confesé amigable y ese par quedó en un silencio perpetuo, viéndome intimidante.

—Que interesante. —Scott tomó su barba con frialdad y una sonrisa perversa surcó sus labios—. Celeste, dirige nuestra compañía. Ha hecho un proyecto de lo más ingenioso y hasta el momento ha llevado a una gran escala nuestra empresa.

Me di cuenta de que sus intenciones no eran buenas. Humillarme frente a Jaiden, era su objetivo. Probar que como este tipo de personas podría estar con el gran Jaiden Walton. Me disgustaba esta fiesta, no era lo mío. El solo hecho de haber sido comparada con una mujer diferente a mí, me repugna estar en este lugar.

—Debo hacer algunas cosas, sin nos disculpan... —Me observó sonriendo con falsedad, lo que me disgustó—. Que se diviertan.

Pasaron por nuestro lado y Jaiden se interpuso en mi camino. Me miró intentando encontrar una explicación a lo tensa que estaba. En ese momento era tan obvio lo que sucedió que no tardó en averiguarlo.

—¿Estás así por lo que dijeron?

Afirmé cansada y él posó un dedo en mi mentón para levantarlo.

—Creo que no les agrado —Traté de desviar el asunto en cuestión.

—No importa que tanto les agrades. ¡Ey! —Sus ojos azules se perdieron en los míos— En tanto sea a mí a quien le agrades, lo demás nunca importará.

—No entiendes, Jaiden. Una simple secretaria, como podría estar con una persona como tú —Bajé la mirada con tristeza e impotencia—. La verdad siempre duele y creo que esas personas están en lo correcto... Entiéndelo, esto es una farsa y creo que no debe seguir más.

—¡No! Mi hermano dijo que eres periodista, no te minimices —Me regañó—. Vamos, quédate conmigo. Te lo pido por unos minutos y si veo que una persona más te trata de esa manera, juro que las pagará. Lo pondré en el lugar que se merece —Su amenaza me dio una sonrisa—. Quédate, quédate, quédate, quédate...

—Está bien, lo haré, pero juro que me las pagarás, Walton —Le reprocho con una ceja levantada.

—Bueno, estaré a tus pies después de esto.

—Y no tienes idea de cuanto lo disfrutaré —Sonreí maliciosamente.

Tragó saliva.

—Bueno, es el momento de arrepentirme de lo dicho —Articula, logrando que le dé un golpe en el estómago.

—Olvídalo —Mascullé con firmeza—. Ya lo dijiste y no hay vuelta atrás.

Si cree que botará todo por la borda, está bastante mal. Con cautela, se acercó hasta mi oído y susurró.

—Mejor disfrutemos del amor y no de la guerra —Susurró con ese aliento caliente que por cada remoto lugar que mi oído lo escucha, me enloquece. Joder—. Ahora, hagamos algo productivo y vamos a charlar con las demás personas.

—No hagas más eso —Traté de advertirle.

Jaiden se río a carcajada, captando la atención incesante de todo el mundo.

—¿Qué? —Se acercó a mi oído—. Esto.

Ese escalofrió otra vez.

—Sí, eso —Me acerqué a susúrrale algo—. Sigues haciendo eso, te patearé al frente de todos.

Se alejó sorprendido y yo solo me limite a dar mi mejor sonrisa de boba. Si cree que todo le resultará como quiere, no tiene idea.

—Puede que algunas cosas no salgan como quiero —Me tomó por la cintura, sin pudor y nos dirigimos hacia otro grupo de gente—. Pero algunas veces tengo el control de todo.

Las horas se hacían más eternas que un programa de animales. Incluso, después de la cena, la fiesta no hubo un solo bailarín en la pista. Todo era en base a charlas sobre junta de ejecutivos, accionistas y empresarios. Lo único que hacían eran entablar amistades para subir la economía, un tema que me era muy ajeno y aburrido. Así fue como me coloqué a divagar en mis pensamientos mientras Jaiden, no para de parlotear. Me acerqué hasta su oído y le susurré.