La gigantesca nube de humo negro se elevaba en los aires a medida que el boquete causado por la explosión se hacía más grande y el blanco edificio con ventanas de cristal se derrumbaba. El hombre de bata blanca y cabello gris azulado intentaba apagar las llamas que incineraban la manga derecha de su bata blanca. El chico castaño y de ojos verdes ya había echado a correr para abordar su máquina de color blanco y perseguir a la mujer de senos gigantes que ya se estaba alejando con Sparrowmon.
El ejército de Monitormon corría y daba saltos para igualar la velocidad de Mervamon, ella no tenía idea de hacia dónde escapar.
—¡En nombre de la Gobernadora General Cornelia, te ordeno que te detengas!
Era la voz de aquél muchacho la que escucharon y los hizo detenerse en seco. Sparrowmon mostraba la misma expresión de odio que Mervamon le dedicaba a aquella reluciente mole de metal. ¿Qué fascinación tenían los habitantes de aquella ciudad extraña con dar órdenes?
Los Monitormon se ocultaron en la copa de un árbol cuando vieron a Mervamon estrellar la Olympia contra una de las piernas del Lancelot.
Nene, Lelouch y CC volvían ya de la reunión. La joven Idol iba refunfuñando tras haber recibido la no tan grata noticia de que tendría que asistir al mismo colegio que Kallen Kozuki para que ésta pudiera desempeñar bien su papel de niñera.
CC se detuvo junto a un teléfono situado sobre una mesita ornamental y Nene logró escuchar que estaba pidiendo una pizza a domicilio. Escuchó rugir a su estómago y recordó que ya habían pasado casi doce horas de su último alimento. Pedirle a CC que compartiera un par de rebanadas de pizza no era algo que formara parte de los planes de la Idol así que siguió a Lelouch.
El atractivo joven había encontrado ya a su hermana pequeña. Nunally reposaba en su silla de ruedas y fabricaba figuras de origami con la ayuda de Sayoko. Lelouch se colocó de rodillas frente a su hermana y la saludó con una sonrisa, Nunally respondió dedicándole una caricia en la mejilla derecha.
Nene se recargó en el marco de la puerta mientras los veía conversar. No pudo evitar sorprenderse al escuchar la voz tan amigable que usaba Lelouch cuando se dirigía a su hermana. Era notablemente distinta a la voz tan seria y demandante que usaba cuando traía puesta la máscara. Una parte de él era tan dulce y tierna... En nada se comparaba con el otro sujeto, ebrio de poder e incluso aterrador.
Zero y Lelouch Lamperouge... Eran dos personas tan diferentes, polos tan opuestos... Tenía que existir un punto medio.
Pensó entonces en su amigo, Kiriha Aonuma. De todas las posibles opciones, fue él quien acudió al llamado de sus memorias. Recordó sus rasgos, el timbre de su voz, su sedoso cabello rubio, sus ojos azules...
Y entonces cambió la imagen.
El púrpura remplazó al azul, el amarillo se tiñó de negro azabache, la mueca de indiferencia dio lugar a una amable sonrisa. Y la voz, esa voz...
—¿Me escuchaste?
Salió de su ensimismamiento con un sobresalto. Nunally y Sayoko habían retomado la fábrica de figuras de origami. Lelouch la miraba con un dejo de... ¿Preocupación?
—¿Disculpa?
—Debes estar cansada —dijo Lelouch comprensivo y la tomó por la muñeca para sacarla de la habitación—. Ven conmigo, te daré un bocadillo y luego tomarás un baño.
—¿Vas a tomarlo conmigo? —inquirió Nene y un sonrojo apareció en sus mejillas.
Lelouch respondió con una sonora carcajada.
Dos minutos tardó Nene en comprender que todo es risas y diversión hasta que te encuentras a solas con Zero.
Al llegar a la cocina de la mansión, Lelouch lanzó a la Idol hacia uno de los bancos del desayunador y arrastró los pies de mala gana hasta la nevera.
—No es el trato que solía recibir como Idol… —se quejó ella.
Silencio.
—No te enseñaron modales, ¿cierto? —le recriminó la joven Idol tras acomodarse en su asiento.