Consiguieron que un médico atendiera la herida de Tamaki antes de que se convirtiera en algo lamentable. Cuando el doctor, un anciano lánguido y que comenzaba a quedarse calvo, se enteró de que tendría que atender a un Eleven fue el momento para que el Geass actuara. Bajo el poder del ojo izquierdo de Lelouch, el médico hizo su trabajo. Tamaki debía permanecer en reposo al menos dos semanas, cosa que a él no le agradó en absoluto. Se decidió que permanecería bajo la vigilancia de Oggi y el asunto no volvió a discutirse. Una vez que Tamaki estuvo resguardado y encerrado en aquél apartamento, Zero y sus tres acompañantes favoritas abordaron la camioneta blindada.
No fue necesario que se hablara en voz alta del destino pues la camioneta blindada se dirigió hacia el refugio temporal de Cornelia.
Tan humilde como sólo una princesa de Britannia podía ser, Cornelia se encontraba en una hermosa casa de campo cuya propiedad abarcaba casi 10 hectáreas. Se encontraba sentada en el inmenso jardín frente a una mesa para tomar el té. Revolvía la bebida para disolver los cubos de azúcar que acababa de poner dentro el mismo tiempo que escuchaba lo que Darlton le decía. Él estaba sentado frente a ella y bebía también una taza de té.
—Intentamos acabar con sus dos guardias, pero sólo logramos dispararle a uno —decía—. El otro nos atacó y emprendimos la retirada.
—¿Zero estaba ahí? —Inquirió Cornelia—. ¿Lo viste?
—Me temo que no —respondió Darlton—. Pero, a juzgar por la vigilancia que estaba apostada en aquél sitio, creo que él estaba dentro cuando nosotros llegamos.
—¿Hubo bajas?
—Un muerto.
—Quiero que coloques vigilancia cerca del refugio de Zero —ordenó Cornelia entonces—. No dudes en atacarlo cuando lo veas desprotegido.
—¿Está segura de querer traicionarlo mientras dure su alianza con él? —Inquirió Darlton—. ¿No sería más sencillo esperar y…?
—Alteza, tiene visitas.
Guilford interrumpió la frase de Darlton cuando se hizo presente.
Cornelia, que le estaba dando la espalda, se mostró fugazmente confundida cuando vio a Darlton levantarse de un salto y sacar un arma de entre los pliegues de su chaqueta. Ella se puso de pie y se giró para ver que Zero, acompañado por sus tres secuaces favoritas, había entrado en la propiedad. Y, a juzgar por la forma en la que la enmascarada Kallen Kozuki apuntaba con su arma hacia la cabeza de Guilford, habían entrado por la fuerza.
Darlton intentó disparar, pero CC consiguió desarmarlo tras presionar el gatillo de su arma. Con una mano herida y cubierta de sangre, Darlton retrocedió y Cornelia hizo un gesto con la mano derecha para que no volviera a acercarse. La mujer fulminó a Zero con la mirada y avanzó un paso hacia él.
—¿Qué haces aquí? —exigió saber ella.
—Ya deberías saberlo —le respondió Zero con firmeza—. Enviaste a tus hombres a buscar mi escondite.
—Podrías haber evitado esto si hubieras accedido a mostrarme tu rostro —le espetó Cornelia—. Ahora libera a Guilford —ordenó.
—Tus hombres casi matan a uno de los nuestros —fue la respuesta que obtuvo por parte de Kallen.
—Y ahora, pagarás ojo por ojo —secundó Nene y disparó su arma.
Fue así como Darlton cayó de espaldas con una bala incrustada en el cráneo. Cornelia, un poco turbada, retrocedió un par de pasos y Zero avanzó hacia ella. Kallen obligó a Guilford a avanzar igualmente sin retirar la presión que ejercía su dedo sobre el gatillo de su arma. Nene se preguntaba en qué momento las cosas se habían torcido de esa manera. La furia de Zero era implacable y estaba dispuesto a enfrentar a Cornelia, aunque llegaran a las últimas consecuencias.
—Se supone que nos habíamos aliado —le espetó Zero—. Debí imaginar que no cumplirías con tu palabra.
—Estás loco si piensas que realmente quiero aliarme con un criminal como tú —espetó Cornelia—. Suelta a Guilford ahora —volvió a exigir, Kallen no liberó a su prisionero.