Dime Que No

Cena

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“A veces Pienso que fui

Insignificante para ti.”

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A mis 24 años había logrado mucho, era publicista y me encantaba mucho mi trabajo, apenas tenía un año de haberme graduado pero por suerte mis excelentes notas y ser alumna con honores, aparte de mi trabajo claro está, me abrieron muchas puertas, aunque  como es de esperarse la gente que me envidia piensa que tengo mi puesto por llevarme a la cama a mi  jefe, cosa que no es cierto pero como no vivo para aclarar lo que piensan de mi me tiene sin cuidado.

Hace años deje Japón, para establecerme aquí, y si soy honesta eso no estaba en mis planes; pero las circunstancias te hacen tomar decisiones y mi decisión fue empezar de cero en un país diferente, no fue fácil adaptarme al principio pero con esfuerzo lo logre y aquí estoy dando lo mejor de mi cada dia.

—Buenos Días — salude llegando a mi oficina— ¿Tengo los documentos en mi escritorio? —Pregunte a Molly— tengo el tiempo necesario para revisar y firmar, en media hora tengo una Reunión con Diamante—

—Aquí están —abrió la puerta y señale su escritorio— ¿desea un café?

—No, gracias que nadie me interrumpa, y dile a Diamante que en media hora voy—

—Claro, yo le aviso—cerré la puerta de su oficina—

Di un suspiro… era increíble que a este punto de mi vida tuviese un empleo fabuloso, mirando en retrospectiva no me lo hubiera imaginado jamás, siempre creí que sería cantante o actriz pero la vida me llevo por otro lado, igual uno adolescente piensa muchas cosas… supongo es la ingenuidad de la edad.

Firme los papeles y los deje sobre mi escritorio, ya molly los recogería tome mi bolso y salí a la sala de juntas.

—Hola Di — salude al platinado y me acerque a darle un beso en la mejilla— estoy aquí puntual no puedes quejarte ¿Cuál era la urgencia?

—Quiero hacerte una invitación

— ¿Una invitación? Creí que la urgencia era por alguna campaña o algo parecido

— ¿Me acompañas esta noche? Un amigo ha llegado al país y nos hemos quedado de ver esta noche

— ¿Qué pinto yo en eso?

—Le hable de ti y quiere conocerte—me acerque a la rubia y deposite un corto beso en su cuello—

— ¿Qué le has dicho de mí? —Pregunte con curiosidad—

—Que eres una indomable —al decir esto no pude evitar sonreír—

—Vaya, maravilloso concepto tiene de mi tu amigo, espero no sea un ególatra y altanero… detesto a la gente así y lo sabes

—Paso por ti a las 8 —aquello fue una afirmación—

—No me dejas opción, termino unos pendientes y voy de compras —dicho eso salí de la oficina—

No sabía cómo explicar mi relación con Diamante a ciencia cierta, no era mi novio pero actuaba como si lo fuera, dentro de la empresa era un secreto a voces la “relación” que llevábamos.

Recuerdo que hace unos años creía en el amor color rosa y en el felices por siempre, pero… con el tiempo aprendí que la vida no era tan bonita como la pintaban en los libros o en los cuentos que leía…

Y entonces al mudarme a Inglaterra conocí a Diamante y no se con exactitud en que momento empezamos esta clase de relación, al principio me costó un poco adaptarme pero al día de hoy, cada momento juntos lo disfruto al máximo.

 

Y tal como lo dije me fui de compras, no sabía que escoger de todo lo que había pedido probarme, pero un vestido corto en color negro capturo toda mi atención, y al medirlo me quedaba perfecto… el vestido se ajustaba a mi cuerpo de maravilla, buscarle un bolso y accesorios no fue problema alguno para mí que sabía de moda y tendencias.

Al llegar a casa me di una ducha, seque mi cabello y bebí una copa de vino, eso se había vuelto un habito en mí. Arreglarme  me llevaría tiempo y entre más empezara mejor. Fue un dilema escoger como llevar mi cabello… suelto pensé que podría darme calor, probé varias opciones para llevarlo suelto pero ninguna me convencía, entonces opte por una coleta alta, me encanto como había quedado, así que procedí a vestirme y luego a maquillarme, aretes, una gargantilla y un brazalete fueron los accesorios que escogí y me quedaban a la perfección, tocaron a mi puerta y sabía que era Diamante así que tome mi bolsa de mano y fui a abrir la puerta.

—Puntual como siempre —dije al abrir la puerta—

—Divina como siempre —respondí para luego darle un beso—

—Umm… que bueno que mi labial es de máxima duración —conteste coquetamente— ¿Qué tal me veo?

—Hermosa como siempre ¿nos vamos?

—Claro, espero dar una buena impresión a tu amigo

—Va a envidiarme por tener a la mujer más hermosa del mundo—le ofrecí mi brazo—




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