Dime que sí

♡ Exs Malvados ♡

—¡Uh, no te ves tan feliz de vernos!—musitó Isa, haciendo un mohín en sus finos labios.

—No es eso, solo me acabo de despertar—mentí, tratando de mostrar una leve sonrisa.

—¿Segura?—inquirió Mica frente a mí—. Me parece que ibas a de salida, estas muy arreglada.

Deslizó su vista y reparó en lo que llevaba en mi mano derecha, con una gran sonrisa levantó su mirada hacía mí.

—¿Eso te lo vas a comer?—apuntó con su dedo a el arroz con leche —. Porque a mí me encantan esas delicias que haces.

—Ten, espero te guste—La mire con una sonrisa, ella y su necesidad al dulce.

Las dejo pasar, mientras miro con cierta nostalgia la casa de al lado; otro día será.

Cuando las chicas se ponen cómodas, comenzamos a elaborar que hacer para decorar mejor el ambiente.

La llegada de mi familia era mañana y estaba más que feliz de poder reunirnos todos.

Cuando decidí mudarme sola, nunca espere que fuera de un estado a otro. Sin embargo, Isa me consiguió está casa a un buen precio, así que no quise desaprovechar la oportunidad.

Mi trabajo quedaba a unas cuadras de acá y Mica vive cerca también, así que muy a menudo me paso por allá. Es considerada un ama de casa muy glotona.

Isa tiene un don para hacer flores de papel, en su caso estaría muy frustrada. Nunca había logrado que me saliera como quería. La veo hacer varias de ella con gran esmero.

Mica en cambio ama tener todo en orden, es una obsesionada; por así decirlo. Ella se encarga de limpiar la sala y el comedor.

En mi caso, termino por decorar el pastel. Había optado por preparar una cubierta de chocolate con trocitos de maní y el relleno era de coco. Hacer estas cosas siempre me divertía.

—¡Uhmm, eso huele delicioso!—comentó Mica—. ¿Puedo probar?

—No, deberás esperar hasta mañana.

—Anda, solo una probadita.

—Ya te dije que no—. La miro alzando una de mis cejas, haciendo énfasis en No.

—Eres cruel—refunfuñó mientras se iba con la cabeza baja, aun así trato de no caer esta vez.

Suele hacerlo muy a menudo, así que conozco su táctica. Río en silencio y decido por no distraerme más.

Al terminar, la coloco con cuidado en la nevera para que el chocolate no se derrita. Cuando me dispongo a ir a la sala, me quedo de piedra.

—¡¿Qué haces aquí?

❤❤❤

El día ha estado un poco pesado, tanto que casi me hace sufrir un colapso. Termino de limpiar el terreno cuando veo venir a Anna con una gran maceta en sus manos y unas lindas flores dentro de ella.

Sonríe con ilusión y quedo más que satisfecho. Mi hija es una chica muy soñadora, suele decirme que desea tener un gran jardín lleno de flores de mil colores, así que trato de complacerla, lo mejor que puedo.

—Esto ya ha quedado, ¿te gusta?

—Sí, gracias papi—Me abraza, soltando la pesada maseta a nuestro lado, aprovechó ese momento para darle un corto beso en su frente.

—Bien, entonces iré a bañarme—agregó con una gran sonrisa—. ¿Estarás bien?

—Sí, en cuanto termine, entro.

—Está bien, ten cuidado.

Ella me hace señas con sus manos para que me marche, a lo que solo río de ello. Luego me encamino hacía el interior de mi nueva casa, decirlo de ese modo es un poco extraño de asimilar.

Cuando ya estoy por llegar a la puerta de mi habitación, el sonido de tacones y un olor repugnante vagamente familiar, me ponen alerta.

No hace falta levantar mucho la vista, para darme cuenta de quién se trata.

La veo recostada en mi cama como toda una señora. Con su mirada curiosa, sonríe nada más al verme entrar. Tuerzo el gesto, verla de ese modo me produce nauseas; como si todos tuviéramos que estar a sus pies.

—¿Qué haces aquí?—gritó cuando la veo acomodarse más derecha, pero rápido sale de su sorpresa y vuelve a sonreír.

—Vine a verte, querido—espetó dejando salir su venenosa mirada.

—Pues no eres bienvenida, así que será mejor que te vayas—rugí, aunque ahora un poco más bajo para que Anna no se percatará.

—Creo que eso no se podrá, sabes muy bien lo que acordamos y bueno, estoy necesitada.

—¡No tengo ganas y debo salir, vete!

Ella en cambio hace todo lo contrario, se quita su chaqueta y dejándola sobre la cama. Se pavonea hacia mí, relamiendo sus labios, como si hacerlo la hiciera parecer sexy. Lo único que logra es que me den nauseas.

—No quiero verte cuando salga del baño y si aún estás, te atienes a las consecuencias—sentenció muy serio y luego sin más, estampo la puerta en sus narices.

Doy un largo suspiro cuando logro estar del otro lado de la puerta. Mi buen humor, acababa de ser pisoteado por esa bruja, no entiendo en que pensaba cuando me metí con ella.

Me dispongo a darme un baño rápido y salir, cuando reparó en mi habitación no veo rastro de ella, pero si una nota sobre la cama.




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