La dictadura de un Astro.
El fuerte olor del petróleo me hace doler hasta los huesos de la nariz,
detesto esto tanto como detesto las facturas que llegan a casa de la
abuela cada semana. "Hazlo por todos lo que te importan", me repito
por segunda vez al día. Expresar felicidad cuando tu alrededor va
mal es un desafío que todos debemos afrontar; las cosas en mi vida
van en descenso y la verdad que no sé que hacer para impulsarla.
Debería ganar un premio nobel de la literatura por eso, bravo.
- Bienvenido seas, ¿Cuanto desea?– mi sonrisa desliza la fastidies de mi
cara por algún lado no muy lejano, tengo puesto el velo de apariencia.
La ventana ahumada se abre hasta cierto punto y me deja ver la mitad
de su cara, una mano pasa entre el espacio con un billete de cien euros;
casi nunca me fijo en las apariencias, pero el tatuaje de su mano me da
curiosidad: Un ave. ¿Qué significaban las aves?
- Dame lo más costoso que tengas- recibo el dinero a continuación
pregunto si tiene billetes en la moneda original de mi país.
"Acá no tenemos vuelto en euros", pienso con la cabeza gacha.
- No- Mis oídos se agudizan y logro escuchar varias voces dentro del
auto, parece que estuvieran discutiendo.- ¿Puedes hacer tu trabajo?
Abro los ojos y asiento.
"Trata de ser mansa, pero no mensa, necesito el dinero", pienso.
Me apresuro y agarro la manguera del recipiente que lleva gasolina hacia
el BMW, después que desconecte el tubo del lujoso carro rojizo regreso al
frente de la ventana ahumada; le explico que no se preocupe conseguiré
la forma de cambiar su dinero.
-Quédate con el resto lo necesitas más que yo- El sujeto dice y
entonces el auto se va sobrepasando la velocidad normal.
¿Disculpa?
Es decir si hubiera dicho algo como "quédate con el cambio,
por favor voy apresurado", ¡¡Por supuesto!! ¡¡Okey, no hay
problema es dinero!! Pero que me hable de manera déspota
cambia todo. ¡¡No necesito tus euros, inútil!!, quiero gritar, sin
embargo, a mi mente llega la imagen de mi abuela enferma
porque no podemos comprar las pastillas que le recetaron por
su enfermedad avanzada, así que en su lugar guardo el billete
hecho bolita- por lo fuerte que apreté- dentro del minúsculo
bolsillo de mi pantalón. Miro al cielo buscando fuerza.
"Ayuda, sé que estas ahí. ¿Viste lo que me hizo?¿Por que no
hiciste nada?", por circunstancias así el cielo es mi consuelo en
estas dificultades, pero la mayoría de veces solo guarda silencio.
No se te vaya caer por un agujero de tu pantalón, reniego por
mi "inteligente" sentido común, lo guardo en mi chaleco.
-Señorita- la voz de la anciana me saca de mis pensamientos.
Sonrió amigable ante la señora con cara de pasa.
La señora me ordena cuanto quiere que recargue, lo hago y
una vez termino retorno para decir el monto que debe pagar.
Ella parece una buena persona, busca su monedero un poco
molesta y se queja por no llevar lentes. Me ofrezco para
ayudarla y acepta. Rodeo el auto amarillo donde el copiloto y
abro la puerta del auto para ver mejor. Me agacho y observo
el interior del vehículo concentrada.Nada.
-¿De que color es su monedero?
-Ay ni veo muy bien ese color debe ser entre rojo y marrón.
Levanto la cabeza al tiempo que las bocinas de autos haciendo
fila empiezan sincronizadas el ruido, caigo en cuenta que me
demore más tiempo de lo pensado. Suspiro y saco cuenta
de los euros convertidos serian 376. 74 soles .
Soy buena en matemáticas así que lo hice en segundos.
Lo que fácil viene fácil se va, murmuro frustrada.
-No se preocupe mami, nosotros pagamos – ella se ve confundida
y añado entonada- Regalo de bienvenida por su primera visita.
Miento, guiño un ojo y hago una mueca.
La anciana alza sus labios arrugados agradecida.
-Gracias, niña- dicho esto avanza en su Volkswagen a la salida.
El carro que compro mi abuelo de adulto, lo tuvimos que vender
cuando ya no estuvo, ese mismo carro antiguo que el abuelo le
regalo a Papá ahora lo tenia la señora pasa. Entonces no es la
primera vez que veo ese viejo carro de lata, sonrió nostálgica
ante la aparición del recuerdo.
- Que tenga un buen día- alargo mis brazos en forma de
despedida riendo- ¡No se olvide de buscar su billetera en su
casa!-grito antes que desaparezca de mi vista ¿No estuvo
mal esos euros, eh? Dudo un poco, pero asiento con la
cabeza: Claro que no, hizo feliz a otra persona.
Sin más demora atiendo al otro cliente con el ánimo intacto.