Mientras subía a la limusina que habían enviado para recogerla, la compañía de mudanzas llegó para empaquetar sus últimas posesiones. Había unas cuantas revistas en el coche y se puso a hojear sin mucho interés una de moda, hasta que la foto de un rostro familiar la hizo palidecer. Era Cassia Morikis, que había aprovechado su talento como actriz en una serie de televisión antes de casarse con una estrella del rock británica. La muerte del cantante y la subsiguiente pelea por la herencia entre sus anteriores mujeres e hijos habían llenado unos cuantos titulares. Aixa estudió el exquisito rostro de Cassia tratando de encontrar una sola imperfección en su belleza. No lo consiguió: Cassia era increíblemente hermosa.
La maldad de Cassia no se reflejaba en su rostro, pensó Aixa. En el día de su matrimonio con Tae, Cassia había intentado superarla en todos los aspectos. Cassia había un vestido blanco y, por supuesto, el vestido le había sentado mucho mejor que a ella el suyo. Todo el mundo sabía que Cassia había sido la novia de Taehyung un mes antes y, por tanto, había disfrutado del apoyo de todos sus amigos.
– Eres una gran chica en todos los aspectos, Pudding– le susurró aquel día Cassia con su dulce voz cuando nadie más la escuchaba– Esta noche en la cama, el pobre Taehyung no podrá cerrar los ojos y fingir que está conmigo.
– ¡Para ya!– le exigió Aixa mortificada.
– Parar no es precisamente lo que vamos a hacer Tae y yo. Disfruta tu anillo de bodas. Es todo lo que obtendrás de él– Cassia le dedicó una maliciosa sonrisa– ¿Por qué crees que no os vais de luna de miel? Taehyung dice que no quiere pasar tanto tiempo sin mí.
Aixa sintió un escalofrío al revivir ese venenoso recuerdo del pasado. Después de hablar con ella, Cassia le demostró su poder sobre Tae. Cuando Aixa notó que Taehyung no estaba, no pensó que se lo fuera a encontrar con la hermosa rubia. Pero toda la fe que pudiera haber tenido en su novio se vino abajo cuando lo vio en los brazos de Cassia.
Ahora, Aixa estaba dispuesta a aceptar la explicación que Taehyung le había dado hacía unas cuantas semanas. Tal vez fuera cierto que Cassia hubiera sido la instigadora. Tal vez Tae había tratado de rechazarla. Tal vez. Desafortunadamente, ella no había estado allí el tiempo suficiente para comprobar si era cierto. La limusina llegó finalmente a Oakmere Abbey. Aixa abrió la puerta del coche y pisó la alfombra roja que conducía hacia la entrada principal de la casa. Por un instante se sintió un poco mareada por tanto protocolo, pero la sorpresa se desvaneció al momento debido a su impaciencia por averiguar qué reformas habían hecho en la casa.
Una semana antes, Taehyung había contratado todo un ejército de limpiadores y decoradores para hacer habitables unas cuantas habitaciones. Aunque él había insistido en que quería sorprenderla, Aixa temía que hubiera estropeado la atmósfera de la casa con colores y muebles inapropiados. La puerta principal estaba completamente abierta. Entró muy lentamente y sonrió de inmediato al ver que el fuego estaba encendido en la chimenea del gran recibidor. Había un precioso arreglo floral sobre la mesa y un par de confortables sillas antiguas alrededor de ésta.
–¿Qué te parece?– preguntó Taehyung.
Aixa se giró, notando cómo la seda de su vestido le rozaba las piernas y vio a Tae entre las sombras de la pared. La luz que traspasaba las vidrieras le iluminaba el pelo negro y los perfectos rasgos de su rostro. Aixa se quedó sin aliento y tartamudeó: – Yo... yo...
– Estás fantástica con ese vestido– la interrumpió Tae, recorriéndola con sus ojos de la cabeza a los pies.
– No hace falta que hagas ningún cumplido– Aixa se sintió tensa.
– Pues claro que sí. Lo que hace falta es que los escuches– Taehyung estrechó su mano con determinación y condujo a Aixa hacia el espejo que había en la pared–. Tienes que aprender a mirarte tal y como yo te veo.
– No tengo por qué hacerlo. Nunca me han gustado los halagos– Aixa cerró sus ojos, elevando su barbilla con un gesto desafiante.
– No es un halago– Taehyung la estrechó contra su musculoso cuerpo– Por primera vez llevas puesto algo acorde con tu cuerpo divino.
Aixa tuvo que abrir los ojos para ponerlos en blanco y expresar lo poco que le había impresionado el cumplido.
– Mi cuerpo no es...
–¿Sabes por qué no me caía bien tu madre?– Los oscuros ojos dorados de Tae refulgían con fiera impaciencia– ¡Le gustaba demasiado menospreciarte y decirte lo normal que eras! Pero mira tu cara, tú estructura ósea... ¡y tú glorioso cabello!
Perpleja ante el discurso de Taehyung, Aixa abrió y cerró la boca un par de veces y miró su imagen en el espejo.
– Tienes un cuerpo para morirse– le informó Tae, deslizándole las manos por el pecho hasta sostenerle con ellas los senos de una forma tan sensual que consiguió escandalizar a Aixa – Lo adoro.
– ¿En serio...?– preguntó Aixa, mirando su reflejo como si estuviera hipnotizada mientras las firmes manos de Taehyung se desplazaban por su vientre antes bajar rozando por el costado de sus voluptuosas caderas.
– ¿No te has dado cuenta tú sola?– Tae empujó a Aixa hacia atrás para que pudiera notar en la espalda la rigidez de su entrepierna. Las mejillas de Aixa se llenaron de color al tiempo que la inundó una tremenda satisfacción femenina.
– Si digo que eres atractiva... es que eres atractiva– dijo Taehyung dejando que sus labios recorrieran el cuello de Aixa– Pero ahora, tenemos algo más importante que hacer. En la habitación de al lado el sacerdote que nos casó hace ocho años está esperando para bendecir nuestro matrimonio.
Sorprendida por el ardoroso interludio que acababa de tener lugar y con las piernas todavía temblorosas, Aixa se sintió aún más desconcertada.
–¿Perdón?– Dijo ella – ¿Qué acabas de decir?
– Dijiste que te sentías como si no estuvieras casada conmigo... Pensé que la bendición del sacerdote podría mejorar la situación.