Una fila de coches muy caros se alineaba en la entrada de la villa palaciega de Robert Donnington en las afueras de Florencia.
– Yo pensaba que esto iba a ser una comida informal para unas pocas personas – comentó Aixa con sofoco.
Era demasiado consciente de que su vestido de paseo no podría competir con las ropas que llevaran puestas los dueños de los coches y, sin embargo, no hizo ningún comentario al respecto. No era culpa de Tae que se hubiera tomado la palabra «informal» demasiado literal.
– Eso es lo que decía en la invitación. Pero a la hija de Robert, Chantal, le gustan demasiado las fiestas – respondió Taehyung con aire preocupado.
Durante un momento, Tae se puso a pensar en que Theo Demakis estaba intentando reunir últimamente todas sus armas financieras para derribarlo. Theo no tenía idea de que el matrimonio que había patrocinado por fin estaba dando sus frutos. Taehyung había hecho todo lo posible por mantener el secreto, ya que quería alejar la maligna influencia de Theo de sus vidas. Por eso, era consciente de que tenía que ir a Londres cuanto antes para planear la batalla que estaba por venir. El tiempo que había pasado en Italia le había dejado más expuesto a las argucias de Theo.
Sin embargo, Robert Donnington le daría su respaldo. El banquero ya había advertido a Taehyung que la venta del yate para acelerar la compra de Oakmere Abbey había sido un error, ya que había empañado su imagen y revelado un flanco débil. Y aun así, si le hubieran dado la oportunidad de ir hacia atrás en el tiempo y hacer las cosas de otra manera, habría hecho exactamente lo mismo. La abadía era el sueño de Aixa hecho realidad e igual que la luna de miel, una compensación bastante pequeña por todas las decepciones que había sufrido en el pasado.
Cuando Chantal Donnington salió para saludarlos, Aixa se sintió tensa. Reconoció inmediatamente a la anfitriona como una de las ex de Tae. Su entusiasta bienvenida no encajaba con la frialdad de los ojos. Con la excusa de hacer que Taehyung se encontrase con su padre en la sala de billar, separó a marido y mujer. Sola en la grandiosa terraza con una bebida alcohólica que no quería tomarse, Aixa tenía demasiado calor incluso en la sombra. El calor de mediodía era insoportable. Se empezó a preguntar si el periodo estaría a punto de llegarle, ya que llevaba unas semanas retrasada.
¿Sería por culpa de la píldora?
¿Qué posibilidad había de que la píldora no hubiera funcionado y se hubiera quedado embarazada?
No, eso era una tontería; se dijo, exasperada. Antes de que pudiera ponerse a pensar por qué no se encontraba con su energía habitual de todos los días, Chantal Donnington llegó y le dijo: – Deja que te presente a un par de invitados que se mueren por conocerte...
Los ojos de Aixa se abrieron de par en par al ver que una belleza de pelo negro con una falda escandalosamente corta se aproximaba hacia ella. La morena estaba acompañada por una rubia vestida con un traje suelto que sólo una mujer muy delgada podía aspirar a ponerse. A no ser que estuviera equivocada, y la memoria de Aixa era bastante buena, estaba a punto de conocer a otras dos de las antiguas amantes de Tae. El antagonismo femenino que había en el aire le puso la piel de gallina.
– Hola, soy Jenna Mardsen – anunció la morena.
– Zoe Amberley – dijo la rubia con una sonrisa desafiante– Quizá no te has dado cuenta de que aquí todas tenemos algo en común.
– Taehyung... – Aixa prefirió no fingir ignorancia.
–Kim Taehyung es un tipo extraordinario – la picardía que había en el tono de Zoe hizo que la tensión de Aixa aumentara– Totalmente inolvidable.
– Sí, de verdad que está a la altura de su legendaria reputación.
Chantal descansó sus despreciativos ojos verdes en el rostro de Aixa. Aunque sus mejillas estaban teñidas de color, Aixa sonrió y dijo: – ¿Verdad que sí?
– Cuando Chantal mencionó que su esposa vendría a la fiesta, Zoe y yo decidimos que teníamos que conocerte – dijo Jenna a la defensiva, dando a entender que ella también se sentía incómoda por la tensión que había en el aire– ¿Cómo es estar casada con él?
– Algo fabuloso.
Aixa trataba de no verse acobardada por el hecho de que tenía a su lado a tres mujeres que medían unos treinta centímetros más que ella. No era tanto eso, sino la belleza física de las tres lo que la acobardaba. Todas esas comparaciones que temía tanto podían hacerse ahora allí, a la luz del día, con sólo mirar a las cuatro. Ellas tenían caras perfectas y delgados cuerpos sin un gramo de grasa. Ninguna mujer corriente podía soportar tal contraste. Taehyung iba a darse cuenta de que se merecía algo más que una mujer como ella. Y, sin embargo, ¿no la había elegido Tae por su propia voluntad? Taehyung no era ningún idiota.
– Yo no podría soportar estar casada con un hombre tan mujeriego – dijo Zoe.
– Yo tampoco. Soy demasiado orgullosa – afirmó Chantal.
Aixa exhibió una respetuosa expresión de sorpresa ya que, por lo que ella sabía, Tae nunca había dado su atención exclusiva, a ninguna de sus amantes. Ni siquiera había fingido hacerlo.
– Cualquier otra mujer se hubiera divorciado de Tae hace mucho tiempo – se burló Zoe.
Aixa sólo podía pensar en lo mucho que Taehyung había luchado por salvar el matrimonio y una pequeña sonrisa secreta se asomó en sus labios a modo de respuesta. Cuando Tae salió de la villa y vio a las tres mujeres que rodeaban a Aixa, se quedó rígido. No podía ser coincidencia que otras dos de sus ex se encontraran presentes en un evento social en Italia. Le enfureció pensar que, por culpa de sus pecados, Aixa podía haberse convertido en una víctima propiciatoria. Los músculos se le pusieron tensos de furia y, con un rostro inexpresivo, se dirigió hacia la terraza.
– Señoritas... Zoe, Jenna – saludó Taehyung, frío como el hielo, rodeando con su brazo los hombros de Aixa – Si nos disculpan...