Disharmony

POV

 

3

 

Despiertas cada mañana con el rostro hinchado, la boca seca y unas incontenibles ganas de orinar, respiras profundamente tres veces, abres los ojos y sientes cómo tus pupilas se van dilatando por la luz. Va a ser un día exactamente igual que el anterior y que el siguiente, así es la vida, una insufrible cadena de regularidades.

Descubrí muy pronto que por primera vez me estaba equivocando, en realidad mientras más tiempo pasaba con el Doctor más notaba que la vida dejaba de ser monótona, aunque no sé si podría decir que ahora era divertida. Un suspiro brusco y un movimiento suave de Félix retiraron por completo las cobijas de mi cuerpo, ayer habíamos quedado en la misma cama mientras intentaba relajar la ansiedad que le provocaba lo que haríamos hoy.

Cómo inician las revoluciones, pensaba mientras el agua escurría por mi cuerpo. Un grupo de personas con ideales específicos ante un sistema que les resulta insatisfactorio se reúnen para acordar cambiarlo. No es tan simple como ese pensamiento; un proceso histórico complejo debe desarrollarse antes de plantear la posibilidad de una revolución, entonces, ¿qué nos trajo a esta revolución?

Antes había presenciado muchas otras protestas, cuando eres universitario vivir así es cotidiano. Sin embargo, sabes perfectamente cuando algo cotidiano no se siente exactamente normal.

Tantas cosas rondaban mi mente tan rápido como se secaba el agua en mi torso sentado sobre aquel retrete con la tapa cerrada. Era como si las preocupaciones que apenas una noche atrás había tenido Félix me hubieran sido transmitidas mientras dormíamos.

–¿Vas a estar todo el día adentro? –los golpes en la puerta eran desesperados, quizás no fuera la primera vez, pero sí era en la que lo notaba.

–¡Oh vamos! Si apenas hace un minuto que entré –salí secándome el cabello para encontrarme con el rostro disgustado de Alex, que entró azotando la puerta.

Todo afuera estaba agobiantemente tranquilo, el Doctor veía las pantallas con una taza de café en las manos mientras las publicaciones seguían con normalidad, nada parecía extraño, era exactamente igual que ayer. Sin embargo, sabía que algo más estaba en el fondo de todo, entre chats personales y grupos privados, discusiones fuera de la vista pública. La paz que precede a la tormenta, le dicen.

–¿Estás bien? –me acerqué a Félix que esperaba sentado en una de las cajas frente a la puerta del cuarto.

–Sí, me siento mejor, gracias –era mentira, claramente no se sentía tranquilo, y yo tampoco lo hacía, nadie dentro de esa fábrica abandonada lo hacía. No sabíamos cuál era el plan del Doctor y, sin embargo, teníamos la certeza de que lo que nos esperaba una vez que saliéramos de ahí sería difícil.

No pasaron muchos minutos para que termináramos reunidos en el mismo lugar que ayer, nuestra actitud había cambiado y nos abrumaba el anhelo de tener más que un simple “provocar” como explicación de lo que haríamos.

–Los mítines políticos son siempre iguales –comenzó su explicación dejando la taza de café vacía sobre la mesa–, cierran calles enteras para el evento, y en condiciones normales dejan entrar a cualquier persona, este no es el caso. Además de cerrar las calles habrá varias patrullas de la Policía Estatal y unos cuantos agentes del Departamento de Contención, no saben cuántos de nosotros habrá durante la marcha.

–Puff –bufé burlón y voltearon a verme desconcertados–, es decir, hablas como si fueras uno de “nosotros”. Aquí todos conocemos los dones que poseemos, pero hasta ahora no he visto nada parecido en ti, no es como si revelarte contra el departamento ya te hiciera uno de los nuestros, por lo menos de Karina sabemos que fue capturada, pero de ti… Bueno.

–Eh –articuló con incomodidad, aunque no parecía molesto por lo que acaba de decir, solo buscaba la respuesta adecuada–, es difícil de explicar, espero que sea suficiente para ti saber que servirá para prever cualquier contratiempo.

No me convenció de ninguna forma, incluso parecía que sus palabras no tenían sentido y solo lo había dicho para evadir la pregunta. Aunque el resto del grupo se mostró conforme, o sin ganas de indagar más en el asunto.

–No importa qué tan agradable se vea un policía, todos son un peligro en las condiciones correctas. Ustedes estarán comunicados en todo momento y quien liderará el grupo será Karina –puso frente a nosotros uno audífonos más pequeños que tapones de oídos y de color negro.

–¿Por qué ella? –espeté molesto, apenas había llegado y ahora parecía la más apta para dirigirnos.

–¿Por qué yo? –contestó a la defensiva– ¡Ja! ¿Quién es este niño? Supongo que no lo sabes, pero mientras tu jugabas con tus ordenadores yo estaba liderando revueltas en cárceles del departamento.

–¿Qué dices? Si ni siquiera pareces un año mayor que yo.

–No necesitamos este conflicto ahora –detuvo nuestra discusión– ¿Alguien más está en desacuerdo con que Karina dirija al grupo?

Y aunque levanté la mano nadie más lo hizo, me sentí abandonado por el equipo, aunque llevaban más tiempo conociéndome decidían ponerse del lado de la nueva. De Alex no me sorprendía, incluso parecía natural en Keren, pero en Félix no, me sentiría mucho más seguro teniéndolo a él como líder. Por lo menos sabía cuáles eran sus intereses.




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