Disharmony

LUZ

 

7

 

La oscuridad rodeaba cada rincón y mi cuerpo flotaba inerte en el vacío, en medio de aquella bastedad sin fin. No escuchaba nada, ni siquiera mis propios pensamientos, todo era tan silencioso y solitario, me sentía atrapado en un sueño que no sabría si definir como pesadilla o como paraíso. Percibía cosas que antes no había notado, mi cuerpo se expandía a lo absoluto, casi como cuando ingresaba en la red, pero esta vez no encontraba una manera de volver a materializarme.

Poco después de platicar con aquel hombre me había llevado a la habitación que había estado observando, intenté oponer resistencia, pero mi cuerpo estaba demasiado cansado como para lograr tener más fuerza que los policías que me llevaron arrastrando por el largo pasillo.

Recuerdo las puertas que rodeaban todo el trayecto, todas muy parecidas a la mía, aunque algunas de materiales distintos, supuse que en cada una de esas celdas estarían las personas a las que capturaron durante la marcha. No me bajaron por un elevador porque no logré sentir ninguna energía, todo el trayecto fue por unas escaleras viejas y oscuras, asumí que cada vuelta era un piso y perdí la cuenta cuando pasamos del noveno.

Sentado en esa silla de dentista el ambiente era mucho más frío, seguía sin existir ningún tipo de energía, el doctor que preparaba la inyección se iluminaba con la luz de una vela parada en un pequeño plato de cobre. Pensé en el sufrimiento que había visto a través de la pantalla, aunque tal vez tuvieron miedo de cómo mis sentidos se agudizarían después de recibir el suero porque la primera inyección hizo que me quedara completamente dormido y así había estado por un tiempo que no puedo determinar, porque en la oscuridad no existe el tiempo.

Empecé a flotar en ese lugar desconocido, en cierta forma lo agradezco pues casi siempre soy inconsciente de mi propia existencia, solo hay pequeños ratos de lucidez incompleta en la que me atormentan los pensamientos del grupo, supongo que llevo mucho tiempo aquí, si no han logrado encontrarme seguramente jamás lo harán, o en un peor escenario están en una de esas puertas al lado de la mía.

Tampoco volví a escuchar las voces que me acompañaban cuando desperté la primera vez, menos la voz que me había ayudado a salir del control de ese hombre, si ni siquiera podía escuchar la mía quizás la de ellos continuaba conmigo, pero el sonido no era capaz de recorrer los interminables caminos de la oscuridad.

Rodeado por esa nada, en uno de esos pequeños ratos de lucidez incompleta, fue cuando lo sentí, un rayo de luz en medio de tanta desesperanza, si tuviera que definirlo de manera poética, pero en este caso mis palabras son literales, era un rayo de luz proveniente de alguna parte. La oscuridad comenzó a hacerse más pequeña, no alrededor de mí, más bien en mí, se iba contrayendo hasta que volví a ser un cuerpo.

Volví a sentir el aire entrando y saliendo de mis pulmones, las palpitaciones de mi corazón, los pensamientos acumulados en mi cabeza, el frío suelo en mi espalda y las palmas de mis manos, pero si lo que me había traído de vuelta a la realidad estaba cerca entonces no tenía tiempo que darle a mi cuerpo para recuperarse de la conmoción.

La energía era débil, pero estaba ahí, al otro lado de la puerta, cuando la pequeña reja por donde pasaban las charolas de comida se abrió actué sin pensarlo, mi cuerpo se desmaterializó una vez más e ingresé a un espacio muy pequeño, no tenía ni idea de qué era, no podía ver más allá de esa nueva oscuridad, pero podía percibir lo que me rodeaba.

Debía estar en el bolsillo del guardia que me había llevado la comida, probablemente en algún llavero, esta vez era consciente del tiempo que había trascurrido, eran apenas uno o dos minutos desde que ingresé, cruzó un par de puertas más y todo mi alrededor se iluminó, había energía eléctrica por todas partes en lámparas, cámaras, pantallas.

Alerta de seguridad, el prisionero de la celda 01329 ha escapado, la energía de la planta y todas las redes serán suspendidas después de inmediato.

–¡Alto! ¿Qué haces imbécil? Sácate la ropa –los gritos se habían acercado al guardia que me transportaba.

–¿Qué pasa? No soy un prisionero –se defendía con la voz temblorosa.

–¿Qué es esta mierda? –sentí el movimiento sobre el objeto que me resguardaba y cuanto salí del bolsillo salté hacia una de las cámaras que había en la pared, aun no cortaban la energía, probablemente hacer algo tan grande en una prisión con tantas celdas les tomaría tiempo.

–U… un llavero, me lo regaló mi hija, pero ni siquiera sirve, hace mucho que las baterías murieron.

–¡La batería sigue dentro! ¿Cómo mierda se te ocurre llevar…

No me quedé más tiempo para observar cómo reprendían al guardia, lo cierta era que había cometido un gran error. Cuando noté que la cantidad de energía se iba reduciendo paulatinamente, empecé a recorrer el cableado hasta que llegué al corazón de la prisión, o por lo menos el de ese piso. Ninguna de las pantallas estaba conectada a internet, pero sí lo estaba un teléfono en algún bolsillo.

Después de que ingresé a la red noté como la zona quedó en completa oscuridad, sin embargo, en ese momento yo ya estaba viajando a la velocidad de la luz a través de ordenadores, teléfonos y cables de luz intentando regresar a la fábrica, no había ninguna oportunidad de que volvieran a capturarme a menos que provocaran un apagón en todo el estado.




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