Distancia

3 - Alara - 1

Alara se encontró mirando el regalo de su alumno mientras revisaba los bolcillos de su nueva chaqueta. El regalo era un hermoso banner que tenía escrito una palabra en el idioma nativo de Coruscant. Debajo había un hermoso atril metálico con un florero lleno de flores blancas. La notita que su padawan había dejado decía que tenía que regarla una vez a la semana y sacarla un rato por día para que reciba un poco de sol. Por la puerta, que estaba abierta, entró Kysho para detenerse a su lado. Esta estaba mirando su regalo con mucha curiosidad.
“Serenidad.” Dijo divertida Kysho. “Tu padawan es muy atento…” Agregó mientras acariciaba las flores.
“Puede ser…” Dijo apenada Alara, notando que estaba sonriendo sin razón alguna.
“¿Qué sabes del idioma de las flores?” Preguntó jocosa Kysho.
“Poco… nada.” Admitió apenada Alara.
“Los científicos de Coruscant solían traerme algunas para los Archivos.” Dijo pensante Kysho. “Tu alumno quiere que pienses en él, si no mal recuerdo…”
“¿Eso significan las flores blancas?” Preguntó apenada Alara.
“Creo que sí… No creo que él lo sepa.” Dijo divertida Kysho. “¿Por qué no fuiste con ellos?” Preguntó con curiosidad. “SIS pidió por ti.”
“Lo sé, pero… creo que es hora de que abra las alas.” Mintió pensante Alara.
“Puede ser… Los Waltz necesitan esta misión. Especialmente Athos.” Dijo pensante Kysho. “Syo debe estar esperándote.”
“Lo sé, solo quería mirar mi regalo por un rato… ¿Puedes regarlas por mí?” Preguntó al aire Alara mientras levantaba su morral.
“No te preocupes.” Dijo sonriente Kysho. “¿Le robaste su chaqueta?”
“Me la regaló, dice que ya no le queda…” Respondió con prestancia Alara.
“Ah, te perdiste su último estirón… Un día vino con toda su ropa para cambiarla porque sus túnicas le quedaban cortas.” Dijo divertida Kysho. “No teníamos nada de su tamaño, así que lo mandé a comprar al mercado de la ciudad… Creo que tiene un par de admiradoras ahora.”
Alara nunca había sentido celos en su vida.
“¿De… verdad?” Preguntó nerviosa.
“Me imagino que para una muchacha de esa edad Shin debe ser el hombre ideal.” Dijo divertida Kysho. “Tengo entendido que nuestros uniformes nos dan un aire místico y atractivo…” Agregó mirando las flores.
“Me imagino…” Dijo celosa Alara. “¿Me avisas si necesitan algo? Estoy segura de que Shin no va a querer llamarme si tienen problemas.”
“Por supuesto, Lira es bastante pragmática en ese sentido.” Dijo sonriente Kysho. “Buen viaje, recuerda traer algo para tu alumno…” Agregó para marcharse.
Alara miró sus flores para luego empezar a caminar. Keyfour estaba listo para partir. Su nave estaba un poco vacía desde que no viajaba con su alumno, pero era mejor así, ya que no quería arruinar su relación con lo que estaba sintiendo en esos momentos.

La congelada luna de Ansion no le trajo buenos recuerdos, pero la nueva base de la República estaba en pleno apogeo. Recibió órdenes de la cabina para terminar en el hangar, donde podía ver la Montaña Blanca rodeada de gente que trabajaba en ella. Sobre el casco estaba su maestro, rodeado de los científicos de la República. Syo estaba separado de ellos por unas vallas mientras una gigantesca excavadora láser dibujaba una entrada para ellos. La rosada túnica de su maestro estaba pulcra y parecía que Shin se había copiado el peinado de él. Por alguna razón todo le recordaba a su padawan. Syo la recibió con una sonrisa mientras los demás se alejaban un poco del lugar.
“Casi te pierdes el momento triunfal, padawan.” Dijo divertido Syo. “Gracias por venir.”
“No hay nada que agradecer…” Dijo pensante Alara. “No puedo sentir nada…”
“Yo tampoco, es por eso que te quería a mi lado… Honestamente estaba esperando que trajeras a Shin…” Agregó divertido. “¿Lo mandaste en tu lugar a Tatooine?”
“Sí.” Respondió con prestancia Alara. “¿Cómo haremos esto?”
“Exploración primero, siendo la nave de un Dark Lord me imagino que debe haber más de un secreto para nosotros.” Dijo pensante Syo mientras miraba con curiosidad a Alara.
“Supongo que por algo esa sith estaba apurada por abrirla…” Dijo pensante la jedi.
La máquina se detuvo para que Alara notara cuanto ruido estaba haciendo. Uno de los científicos, con ayuda de dos personas más, se la llevaron mientras Syo quitaba el denso pedazo de metal con su telequinesis.
“Gente, nosotros exploraremos primero. Cuando sepamos que todo está seguro tendrán su oportunidad.” Dijo con calma Syo para perderse en la oscuridad.
Las luces de emergencia estaban titilando sin parar mientras su maestro acercaba un gigantesco cable a su lado. Con cuidado buscó una caja de electricidad para puentear un poco de energía a la nave. Las luces se intensificaron un poco, pero todo estaba en penumbras. Ambos notaron las marcas en las paredes, los huesos en el suelo y las explosiones que habían detonado en el pasillo. Ambo sintieron la oscuridad del lugar.
“Ahora sí es una nave de un Dark Lord…” Dijo sorprendido Syo. “No me imaginaba que el confinamiento de emergencia iba a poder bloquear una presencia tan oscura como esta.”
“Es… bastante densa. Mucho más densa que lo que he sentido antes.” Dijo pensante Alara.
“Parece que hubo una batalla por aquí.” Dijo pensante Syo. “Voy a asumir que Kralos tenía un aprendiz y este quería la posición de su maestro…”
“Supongo que siempre terminan así…” Dijo pensante Alara.
“¿Sabías que hasta hace poco habían implementado la Regla de Dos?” Preguntó al aire Syo mientras recorrían un pasillo viendo las viejas y doradas armaduras de los soldados del Imperio.
“¿Regla de Dos?” Preguntó confundida Alara.
“Dos siths, un maestro, un aprendiz. Uno para representar el poder y el otro para representar el anhelo de tenerlo. Es una doctrina Sith. Supuestamente se creó para detener el círculo de violencia que usualmente los envuelve.” Respondió con prestancia Syo mientras se detenía a analizar una mancha en una de las paredes de la nave.
“Son del siglo pasado…” Dijo pensante Alara. “Después de la Guerra Civil.”
“Un poco después, sí.” Dijo pensante Syo.
“¿Y funcionó? Esa doctrina.” Preguntó con curiosidad Alara.
“Por un tiempo, ellos siempre han estado cómodos en las sombras… Así que tarde o temprano se revivió la vieja doctrina del poder.” Dijo pensante Syo. “Me encantaría saber los detalles de cómo llegaron a los números que tienen en la actualidad…”
“Me imagino que la Academia Sith en Korriban tiene algo que ver…” Dijo pensante Alara.
“Por supuesto, pocos lugares son tan oscuros como Korriban o Ziost.” Dijo al aire Syo. “¿Por qué estás aquí Alara? ¿Qué no me estás diciendo? Usualmente no te interesan mis historias…” Agregó con delicadeza Syo.
Alara sabía que tarde o temprano iba a percatarse de lo que estaba ocultando.
“Yo… tengo un problema.” Dijo la jedi mientras se detenían en la entrada a un largo pasillo repleto de puertas cerradas. “Quise hablar con Kysho, pero…”
“¿Se le pasó de largo?” Preguntó divertido Syo mientras se paraba frente a ella. “Suele tener la cabeza en las nubes. ¿Qué pasa Alara? Aunque te trate como mi padawan, yo sé que ya eres toda una caballera…”
Alara miró apenada a su maestro.
“No había notado tu nueva chaqueta…” Dijo sonriente Syo. “Supongo que a Shin ya no le queda… es tan alto como yo ahora.” Agregó pensante.
Alara recordó con cariño a su padawan, especialmente porque su chaqueta olía a él.
“Él es mi problema…” Dijo avergonzada Alara. “Yo…”
Syo la escuchaba con atención.
“¿Shin es el problema?” Preguntó con curiosidad.
“Mis sentimientos son el problema… estoy enamorada de él.” Dijo mientras su cara se sonrojaba. “He estado evitándolo estos meses… intentando olvidarme de esto…” Agregó mientras apretaba su túnica a la altura de su pecho. “Pero…”
“Ah…” Dijo sonriente Syo mientras apretaba su hombro. “¿Estás segura que es amor?” Agregó con cuidado. “Usualmente es solo lujuria. Química de nuestros cuerpos…”
Alara solo podía mirar sus pies.
“No es nada malo, Alara…” Dijo pensante Syo. “Esto pasa mucho más seguido de lo que crees.” Agregó mientras se acercaba a ella para levantar su cabeza con cuidado.
“No sé qué me pasa… solo sonrío cuando estoy a su lado… cuando lo recuerdo… está siempre en mis pensamientos…” Dijo avergonzada Alara. “Soy una caballera…”
Syo sonrió con ternura.
“Es amor entonces…” Dijo con mucho cuidado. “El amor es más peligroso de lo que parece, Alara. Con muy poco puede convertirse en odio… Hay muchas razones por la cual no tenemos ese tipo de apego. Ya conoces las reglas y las consecuencias. ¿Ya se lo has dicho?”
“Por supuesto que no…” Gritó al aire Alara mientras se separaba de su maestro. “¿Qué podría llegar a pasar si se siente lo mismo que yo?”
“Shin es diferente a nosotros, Alara. Estoy seguro que ya te lo hubiera dicho si se sintiera como tú.” Dijo pensante Syo.
“No sé qué hacer…” Dijo apenada Alara mientras esquivaba la mirada de su maestro.
“Solo necesitas distanciarte un poco de él, Alara. Calmar un poco tus sentimientos para volver a recobrar el balance que tenían hace poco.” Dijo pensante Syo. “No creo que quieras que haga algo drástico…”
“Yo…” Dijo apenada Alara. “Nunca quise que esto pase…”
“Yo no soy un experto en el tema, Alara, pero muchos te dirán que han muerto sin conocer el amor. No hay nada de malo en eso, pero nosotros tenemos otras prioridades…” Dijo con seriedad Syo. “¿Quieres que me haga cargo de él?”
“Necesito enfrentar esto…” Dijo apenada Alara.
“Hmm…” Dijo pensante Syo. “Solo necesitas controlar tu corazón, padawan. Como te hemos enseñado, los sentimientos suelen retorcer las decisiones y nuestra determinación. El amor nos hace pensar que una persona vale lo mismo que un planeta, que una galaxia…” Agregó mientras apretaba su hombro. “Nosotros peleamos con la oscuridad por otras razones, Alara.”
“Lo entiendo, maestro…” Dijo apenada Alara.
Alara había tomado una decisión y ya no iba a volver a escuchar a su corazón.
“Terminemos con esto y podemos hablar apropiadamente del tema, esta aura negativa no te está ayudando demasiado…” Dijo pensante Syo.



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En el texto hay: aventura y romance, starwars, star wars

Editado: 22.02.2023

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