Bambi

Bambi

Estoy afuera.

Bueno, estoy adentro de un lugar lleno de adolecentes, en el patio que cruzamos del brazo las tres se escuchan los gritos, sus movimientos son bastante exagerados tanto para mostrar afecto como para señalar cosas . Quiero decir que desde adentro se veían menos complicados. Veamos a la amiga de Abigail, la conozco de instantes, pero ya sé que su cabeza une hechos y descubre teorías sobre todo. Si la escuchas durante un rato, empozas a creer en conspiraciones. Exceptuando eso, es agradable, se preocupa por Abi, y ahora por mí al parecer.

Me acomoda el cuello del Hoodie mientras me muestra las instalaciones del colegio, que ya conozco, de vista al menos, aunque a medida que pasa el tiempo estando afuera, algunas cosas se me ponen borrosas. Puedo explicarlo mejor, es como si te despertaras de un sueño intenso donde hubo aventura, romance, terror, llanto. Los primeros minutos lo sabes todo, y hasta pensas que podrías continuarlo, pero tres minutos después ya no sabes ni siquiera con quien estabas, que hacías o si el lugar era real o no. Solo te queda la sensación de haber estado ahí. Capaz vas caminando y algo te hace recordar a tu sueño, pero es solo como recolectar cristales de un vaso que se rompió y que alguien disperso en una ciudad.

Estaba en Silvina, es agradable, siento como si fuera mi amiga también, tanto como de Abi. Es intensa, hace contacto físico cada vez que lo necesita, en ocasiones es un poco brusca como cuando pasamos por el salón de música y alguien estaba reproduciendo una canción de Soda tereo, termine tarareando una estrofa y por casualidad ella también, su reacción fue demoledora, se colgó de mi cuello en un abrazo intenso y empezó a repetir emocionada que le gustaba también Soda y seriamos amigas por siempre porque esas coincidencias nos hacían únicas.

Fue tan sofocante el abrazo, tanto que tuve una reacción automática y le pegue un empujón para sacármela de encima. Su reacción fue al menos para mí contradictoria, así chiquitita como era, salto de nuevo sobre mí para continuar el abrazo, dando saltitos que hacían bailar las tablas de su delantal escolar, repitiendo amiga con cada uno de ellos. Pensé darle otro empujón, pero sería inútil, así que deje que terminara esa demostración de afecto y pasado unos minutos se soltó, para seguir comentando cualquier cosa del lugar, acto seguido me arrastro hasta el kiosco para comprar una bolsa de papas fritas, sellando así el comienzo de una amistad que no pedí, pero que encuentro interesante, no solo por Silvi, sino por mí, comencé esta mañana Afuera, sola, preocupada por Abi, y termina con Silvina brindado con papas fritas y tarareando una canción de Soda STereo. Un giro interesante diría yo, que pensé que pasaría la mañana pérdida en la ciudad, corriendo a Abigail, asustada olvidando los detalles de mí adentro.

Mientras tanto Abi esperaba en la fila de la librería para sacar fotocopias, podía verla desde la ventanita del kiosco, siguiéndome con la mirada.

Entiendo su confusión, pero yo también estoy confundida. Ahora espero en el comedor, una especie de salón en un subsuelo del edificio, todas las paredes están escritas con lapiceras y fibras, hay dos mesas y algunas sillas destartaladas. Silvi me sentó en un rincón y me hizo prometer que cuidaría dos lugares más para ellas cuando terminaran la siguiente clase, ya bajarían por mí.

Te quedas acá, a las diez y media venimos con Abi. Después nos vamos a salir de gimnasia, nadie se va dar cuenta. Y nos vamos para la plaza, ¿entendiste pichoncita?

Pichoncita soy yo. Por alguna razón Silvina se niega a decir mi nombre, me ha puesto todo tipo de apodos cariñosos. Una amistad interesante, ahora mirando los mensajes de la pared cuidando las dos sillas que me encargo Silvi, pienso en eso. Y llego a una conclusión la amistad debe ser así de simple, es como tener mucho frio y encontrar un rincón cálido, y quedarse ahí a ver qué pasa.