El silencio es lo único que le acompaña, el olor a madera putrefacta, quiere abrís sus ojos, pero no le es posible, siente como es aprisionada por cadenas que sujetan sus pies, las manos las nota que se vuelven más y más pesadas.
Pero en un abrir y cerrar de ojos la cadena desaparece ante sus ojos, sus manos se aligeran y ve una luz blanca que brilla a todo esplendor al final del pasillo donde se encontraba atada.
Corre, corre como sus piernas tienen aguante, no para, pero se da cuenta de algo, mientras avanza las piernas se le hacen pesadas, aun así, avanza sin mirar atrás.
Cuando llega y toca la luz se despierta.
Abre los ojos y solo escucha —Que bueno que despertaste.
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Editado: 17.03.2022