Capítulo 12

Antes de que la puerta se abriera pude escuchar lágrimas, la entrar en la habitación vi a una mujer abrazando a una niña en una camilla, ambas vestían ropa cómoda, ya no usaban batas, cuando la mujer me vio soltó a su hija para arrodillarse frente a mí, volví la mirada hacia Rigel para que me ayudara pero él se veía igual de confundido que yo, trate de separarla pero podría lastimarla, no sabía cómo controlar mi fuerza con un humano, era más débiles, Rigel se recuperó y me ayudo a ponerla en pie de nuevo.

—  Señora míreme —  Mantenía la vista baja

—  Se lo pido por favor, no nos corra, respetaremos sus reglas

—  Señora primero míreme

—  Claudia, ella es una autoridad muy poderosa, si te ordena que la mires debes hacerlo —  Comento Rigel, sus ojos temerosos se encontraron con los míos y como era usual, yo era más pequeña

—  Tome asiento Claudia, tendremos una larga conversación —  Me siguió hasta el sofá en el extremo de la habitación, miro a Rigel con miedo, era comprensible, los miembros de la Guardia Universal solían intimidar, Europa era de las pocas que transmitían paz, la estudie, era una mujer tímida, al menos conmigo pero siempre mantenía su vista en su hija, protectora y en cierto modo desconfiada —  Así que tú eres Claudia, la pequeña ahí debe ser tu hija —  Asintió —  ¿Sabes quién soy? —  Asintió —  Dilo en voz alta por favor

—  La gobernante de este mundo

—  No, soy una gobernante que conforma el cuerpo de protección de este universo

—  Pero sus palabras tienen mucho peso

—  No lo niego, más peso del que tú puedes imaginarte

—  Pero… es una niña

—  No precisamente,  Isabel primera de Inglaterra a sus 15 años estaba mejor formada que cualquier hombre de su categoría, hay cosas que no comprendes —  Comencé por disminuir la cortesía, le daría más confianza —  Cosas que van más allá de tu imaginación, empezando por mi hasta el lugar donde estas pidiendo refugio, deberías cuidar un poco más tus palabras, no nos conoces

—  Nos ayudaron

—  Podría ser porque queremos hacer experimentos, no necesariamente que sea una obra altruista, podríamos ser peligrosos para ustedes y aun así estas confiado en nosotros y pedirnos protección

—  No creo que lo que haya aquí sea más peligroso que donde vivíamos

—  Ni siquiera sabes mi nombre y ya estas asegurando que es mejor este lugar que aquel —  Permaneció en silencio y con la cabeza baja, cruce las piernas —  Si nosotros decidiéramos aceptarte ¿Cómo puedes prometerme que seguirás nuestras reglas? Para un simple humano como tú es un tanto complicado poder mantener un perfil tranquilo

—  Podemos hacerlo, somos personas pacíficas, ni siquiera notaran nuestra presencia

—  Este es un universo diferente Claudia, nada que hayas visto antes

—  Si, ya vi su tecnología

—  No solo eso, aquí hay seres que tú no puedes imaginarte, tenemos un estilo de vida completamente diferente al suyo —  Lagrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, Rigel tomo un pañuelo de la mesita de centro y se lo entrego

—  Gracias

—  Ya investigue sobre ti, parece que la vida no ha sido muy agradable contigo —  negó, le tendí la mano, ella me vio sorprendida pero acepto el saludo —  Mi nombre es Fausta De’Ath, gobernante de Casterbell y miembro del cuerpo de protección de la tercera dimensión

—  ¿Casterbell?

—  Así se llama el lugar donde te encuentras, estamos en el planeta Tierra, en la ciudad de Casterbell, capital del continente Onyx, conocido en tu dimensión como Pangea

—  ¿Qué son ustedes?

—  Mutantes —  Rigel estaba tenso, era regla no decirle a los humanos sobre nosotros  pero tampoco quería que ese lugar cobrara dos víctimas más, Claudia se dio cuenta que seguía sosteniendo mi manos así que termino el saludo

—  ¿No son como nosotros?

—  No, somos una especie diferente

—  No comprendo ¿Exactamente dónde estamos?