Capítulo 32
Ornella.
Me despierto sobresaltada. Miro la hora 8:15.
¡Dios santo! Llegare tarde a clases.
Mi maldita alarma no sonó y creo que la de nadie. Ya que ni papa y ni Pablo me vinieron a despertar. Con rapidez, salgo corriendo hacia la puerta del frente y entro sin pedir permiso a la pieza de mi hermano.
El cual dormía plácidamente. Estaba claro que nos habíamos dormido.
—¡Eh Pablo! Nos dormimos. — Digo tirándole con la alomada en la cabeza.
—Pero si es sábado hoy. ¡Maldita lunática! — Me grita mi mellizo.
—Ah. —Digo apenada. –Perdón hermanito sigue durmiendo. —Me disculpo.
Seguramente por culpa del estrés de toda la semana .Me había olvidado que era fin de semana. Mejor para mí seguiré durmiendo un rato.
Salgo de su pieza con cuidado en dirección a mi cuarto. Pero unos extraños ruidos hacen que me detenga en el medio del corredor. Se escuchan al final del pasillo.
Paro más exactitud puedo apreciar que el ruido viene del cuarto de mis padres. ¿Qué eran esos sonidos?
—Si… Alex…—Se escuchó el gemido de una mujer. Quede como una piedra al escuchar eso.
Lleve mis manos a mi boca.
¡Mi papa engaña a mi mama!
Maldito patán. Después anda llorando porque ella se fue. Y con justa razón. Siento la rabia hervir en mi cuerpo. ¿Cómo es posible que le haga esto a mi mama? Y en nuestra propia casa, con nosotros adentro.
Aprieto mis puños haciendo presión en mis nudillos. Las lágrimas rodaron por mis mejilla, no era justo que el hiciera subir a mi mama.
Voy de vuelta al cuarto de mi hermano de vuelta. Cierro de un portazo su puerta provocando un ruido fuerte.
Por el sobresalto Pablo se incorpora de la cama en posición de pelea.
—Se karate. —Grita haciendo un intento de la patada de la grulla.
—Uy que miedo. — Ironizo con la voz rota.
— ¿Pero qué rayo….-Él se calló al ver mi cara. —¿Qué paso Orne?-Pregunto acercándose a mí.
Lo primero que hice fue abrazarlo con fuerza. No podía decirlo así de fácil, me daba asco siquiera pensar en lo que estaría haciendo mi padre.
- Calma hermanita.-Intenta consolarme.
—Es que el…
— ¿Quién? ¿Noah? Ese imbécil volvió a molestarte. — Pronuncio enojado.
—No, el no.
— ¿Entonces quién? ¿Qué paso?
Antes de poder decir algo. Como si lo hubiera llamado telepáticamente, nuestro padre apareció abriendo la puerta con fuerza.
— ¿Qué paso? ¿Estaban peleando? — Pregunto aturdido.
Lo miro de arriba abajo, solo traía puesto una bermuda. Su torso estaba desnudo, su cabello enmarañado y sus pies descalzos.
—¿Qué paso? Eso debería preguntarte yo a ti. —Inquiero con furia. —¿Con quién estabas en tu cuarto?
Papa me miro sorprendido y se sonrojo.
¿Cómo mierda se atreve a sonrojarse?
Pablo lo mira con enojo, al parecer va entendiendo la situación. Estaba tan molesto como yo.
—¿Engañabas a mi madre?-Pregunto con rabia Pablo.
La cara de papa era todo un poema. Paso del sonrojo a la confusión, para luego negar con la cabeza.
—No hijo claro que no. ¿Por quién me toman?-Pregunto indignado y algo dolido.
—Pero yo escuche…—Repetí algo cohibida.
—Nos escuchaste a nosotros.- Dice una voz femenina, la cual reconocí de inmediato.
—Mama. — Dije sorprendido.
Corro hacia ella y la envuelvo en un fuerte abrazo. Millones de preguntas se arremolinaron en mi cabeza.
¿Cuándo volvió? ¿Ya se arreglaron? ¿Acaso ellos estaban teniendo…(Guácala no puedo siquiera pensarlo)
Pero lo importante es que ella estaba aquí. Espero que nunca más se vuelva a ir.
—Te extrañe tanto mami. —Exprese mientras la abrazaba más fuerte.
—Yo te extrañe mucho hijita.
Dejo de abrazarla para poder mirarla. Ella estaba igual que siempre sus ojos cafés brillan su sonrisa seguía siendo autentica y contagiosa.
— ¿Entonces eras tú? —pregunto de vuelta, es que no lo podía creer.
—Si—responde sonrojada.
—Mama—dice pablo quitándome del medio para poder abrazarla.
Dejo que ellos dos se abracen y me giro mirando a mi papa.
—Perdón papi- me disculpo.
—Está bien cariño, ven aquí-dice extendiendo sus brazos.
Me acerco a abrazarlo con fuerza. Al fin se podía apreciar paz y serenidad en esta casa.
Mama y papa estaban juntos de vuelta.
—Bien, creo que es mejor que vallamos a desayunar – dice mama. Ella se mira con papa y le guiña un ojo-.Tengo algo que decirles.
Con pablo nos miramos sin entender ni J.
—Con su madre aremos el desayuno. Ustedes cámbiense- ordena mi padre mirando con una sonrisa cómplice a mama.
¿Qué se traerán entre manos estos dos?
Ariel.
—Hijo ¿Tenés azúcar? —pregunta mama.
Dejo la bosa de facturas y masas dulces sobre la barra de desayuno. Para caminar junto a mí mama.
— Si en el mueble blanco— Señalo.
— Entonces ¿Me dirás quien es el chico misterioso? — pregunta ella mientras sirve dos tasas de humeante café.
Ayer teníamos que ponernos al día. “Mi vida secreta” como ella lo denomina. Ya que fue un secreto de mi hacia toda mi familia. Así que se quedó a dormir en la habitación de huéspedes, hasta mi padre Carlos quiso venir. Pero mama le detallo que era “Fiesta de pijamada madre e hijo”
— Lo que te puedo decir es que se llama Agustín. Lo conocí en la facultad, era primo de uno de mis amigos. Cuando lo conocí fue como amor a primera vista. Era solo él. Empezamos a salir de vez en cuando— Suspire recordando buenos momentos. — Pasaron los meses y nos volvimos novios. Fue complicado al principio.
— ¿Por qué complicado? — pregunta ella mientras muerde una factura.
— Fue complicado porque yo no quería salir del closet con ustedes. Entonces la relación era secreta para casi todos. Menos nuestro círculo de amigos. Pero duramos cinco años.
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Editado: 17.09.2021