Sienna.
Poco después de hacer la escena de mi vida, pedí permiso para ir al baño. Necesitaba analizar y controlar de alguna manera ese reguero de emociones que me obnubilaban. Me sentía ridícula, confundida y desorientada, como si hubiera perdido el rumbo, el control de mi cuerpo y mis emociones por completo.
Haber visto a Ross tampoco me ayudaba, mirar la confusión en sus ojos y no poder contarle la mierda en la que me había metido me hacía sentir todavía peor.
¿Cómo decirle que mi vida tendría mucho más sentido y sería mil veces mejor si no lo hubiera dejado con él?
¿Cómo explicarle que muy en el fondo una parte de mí todavía lo quería?
Pensándolo bien, no podía decirle ni lo uno ni lo otro, no lo merecía, le había fallado y nada de lo que intentara para arreglar las cosas y empezar de nuevo iba a funcionar. Además, probablemente él ya no debe sentir nada más por mí aparte de resentimiento puro después de lo que le hice, y lo entiendo.
—Enna, ¿todo bien ahí dentro? —preguntó Sera desde el otro lado de la puerta.
—Sí, sí, ya salgo —me froté los ojos para terminar de secarlos y luego abrí la puerta.
Seraphina traía una taza de té entre las manos y el olor a manzanilla con un toque de miel me llegó a las fosas nasales.
Sonreí con agradecimiento y tomé la taza entre las manos, avancé hasta llegar a la sala y Ross y Elian revisaban algo en el teléfono del segundo mencionado, sus ojos se elevaron y me barrieron con la mirada por lo que me vi obligada a tragar saliva y apretarme el puente de la nariz para no desmayarme ahí mismo.
—¿Quieres hablar sobre eso? —ofreció Sera y agradecí mentalmente que su voz me sacara de la ensoñación en la que ahora estaba a causa de su hermano.
Asentí y ella me tomó de la mano y me dirigió a su habitación.
Nos sentamos en una mullida cama con varios posters de artistas como Maluma y varias cartas de las que supongo y serán sus amigas pegadas en las paredes, miré de reojo y vi incluso un par de cartas de parte mía, una del día de su cumpleaños y otra que le escribí como repuesta a una de las suyas.
Intenté sonreír pero creo que mi boca hizo más bien una horrible mueca que la hizo reír antes de poner una cara seria nuevamente.
—Cuando estés lista puedes comenzar —dijo ella y yo suspiré antes de agitar la cabeza un par de veces y empezar a relatar lo sucedido desde que crucé las puertas de la escuela en la que preciso y estudiamos juntas aunque sea en cursos diferentes.
Sera me miraba con varias expresiones aleatorias a medida que la historia avanzaba, mientras yo cada vez me iba sintiendo más avergonzada y arrepentida de haber abierto la boca en primera instancia. No quería que la imagen que tenía de mí cambiara, pero pensándolo bien, eso era prácticamente imposible, no con un vídeo porno mío rondando por algún lado del internet ahora.
—No puedo creer que Drake te haya hecho eso —se puso de pie de golpe con las mejillas encendidas y el ceño fruncido en una expresión de total enojo.
—Ni yo... —las palabras se escucharon tan bajo que por un momento pensé que eran más para mí misma que para ella.
—¿Y qué harás ahora? —preguntó preocupada y yo negué con la cabeza sin siquiera saber qué diantres responder.
—No lo sé, estaba pensando en decirle a mamá que me cambiara de instituto, pero faltan menos de cinco meses para que el año escolar termine y me gradúe de bachillerato. No puedo dejar la escuela ahora.
Me puse de pie, caminé hasta la ventana y recosté mi frente contra el cristal helado.
—Deberías intentar borrar ese vídeo, evitar que más personas puedan verlo.
—Está en internet Sera... Nada se puede borrar de ahí; necesitaría empezar una demanda por lo que mamá se podría enterar de todo puesto que todavía soy menor de edad y no puedo actuar yo sola; eso no puede pasar, ella no puede...
Tocaron la puerta de la habitación y Sera caminó hasta ella y la abrió. Me di la vuelta para ver quién tocaba y Ross asomó la cabeza, entró al cuarto y se acercó lentamente a mi persona.
Sentí que las piernas me fallaron y que mi respiración se volvía discordante pero no me moví ni un centímetro y al parecer ese hechizo mental para volverme invisible que había aprendido en "Every Witch Way" tampoco había funcionado.
—¿Puedo hablar contigo un momento?
Miré a Sera de reojo y ella hizo un estiramiento de cuello antes de hacer el amague de salir de la habitación, pero Ross intervino antes de que ella se fuera.
—No, quédate, iremos arriba. Es mejor que no te serenes mucho, y más en tú estado.
La jovencita asintió y Ross y yo salimos del cuarto, pero antes me acerqué a ella y le susurré un sincero "gracias" en el oído, Sera sonrió antes de hacer un aspaviento con la mano que me dio a entender que no era nada antes de sentarse frente a la computadora nuevamente.
Salimos de la habitación y subimos la escalera que daba a la terraza, el aire frío llegó hasta mi rostro, despeinando mi cabello castaño, casi de un tono negro en el proceso.
—Vi el vídeo —fue lo primero que dijo Ross acercándose al borde de la terraza y apoyando sus codos sobre el muro—. Elian me contó lo que paso y me lo mostró.
—Lo imaginé —hablé en un susurro antes de caminar hasta él e imitar su posición a solo un metro de distancia de su persona intencionalmente impuesto por mí.
—Tú, emmmm, ¿dejaste que él lo grabara? ¿le diste tú consentimiento?
Asentí con vergüenza y luego me pasé una mano por el rostro citando mentalmente mi famoso mantra "trágame tierra y escúpeme en marte".
—¿Por qué te arriesgaste de esa forma? —preguntó con dureza y yo sentí una punzada en el pecho.
—Creí que me amaba, él me lo aseguró y yo... caí rendida ante su horrible juego.
El silencio se entabló entre nosotros hasta que nuevamente Ross retomó la pelota del habla.