Draconos

Parte 4: Rescate

Draconos atravesó toda la arboleda y no mostrandose del todo pudo lograr ver como tres bandidos tenían secuestrada a aquella joven que gritaba, uno de ellos parecía ser el cabecilla y los otros dos eran meros complices.

    -Deja ya de dar gritos -decía uno de los malhechores- aquí no va a oirte nadie
    -Nos darán un buen rescate por ella jefe -dijo otro de los bandidos con tono burlón.
    La joven estaba maniatada sentada en un tronco, tratando de deshacerse de las ataduras, sin embargo le era imposible librarse de ellas, fue entonces cuando Draconos salió de entre los arbustos empuñando firmemente a Isil, su espada
    -¡Dejadla libre! -gritó valeroso y con voz firme y amenazante- de lo contrario... ¡Lo pagaréis caro!
    -Hombre -dijo el bandido cabecilla- un niñato insolente que se quiere hacer el héroe -añadía riéndose
    -Seguro que ni si quiera sabe usar su espada -decía el tercero- vete de aquí si no quieres problemas.
    -¡Os he dicho que la soltéis! -insistía Draconos subiendo su guardia.
    -¡Fíjate! -dijo de nuevo el tercer bandido- parece que quiere retarnos a un combate
    ¡Déjame a mi a este crío! -dijo el primero.

El bandido desenfundó su espada, era más alargada que la de Draconos, pero a este no le daba ningún miedo.
El bandido fue el primero en atacar, mientras los demás vigilaban a la joven raptada. Draconos era rápido y se movía ágil, pudo desviar el ataque del bandido y contestar, aunque al bandido, al ser mucho más fuerte y alto que el joven, no le supuso apenas esfuerzo pararle los pies.

El bandido volvió a arremeter, jugó sucio esta vez, ya que hizo una barrida con los pies, lo que dejó a Draconos endeble sobre el suelo.
El bandido apuntaba con su espada al cuello de Draconos, y este no podía moverse o moriría.

    -¿Y ahora qué? -decía el bandido- ya no te las das de tan valiente ¿verdad?
    Aprovechando esto la joven se pudo librarse de las cuerdas que la ataban y embistió al bandido, acto seguido cogió una piedra del suelo y le golpeó en la cabeza, y Draconos aprovechó para abalanzarse contra otro de ellos.
    -¡Esto no acabará aquí mocosos! -dijo el bandido líder mientras se retiraban -¡Os acordaréis de esto!  y se fueron acobardados de aquel lugar
A uno de los bandidos se le cayó una pequeña piedra preciosa, parecía ser una especie de joya, de color rojo, y Draconos la cogió sin que se notara.


    -Muchas gracias por salvarme -dijo la joven- ¿Cuál es tu nombre?
    -Mi nombre es Draconos, soy hijo de Drak -contestó el muchacho- gracias a ti porque ese hombre estuvo a punto de cortarme el cuello cuando tu te desataste y me lo quitaste de encima, y... ¿Cuál es el tuyo?
    -Me llamo Brenna -dijo- soy una de las infantas del reino, vengo de Orám. 

Brenna escapó de su casa cuando era joven por problemas con el linaje real, no quería ser tratada como alguién de la realeza, no le gustaba ser importante sin merecerlo, físicamente era una chica muy guapa, su tono de piel era tan blanco como la nieve y su pelo tan oscuro como la noche, con ojos grisaceos, delgada y con algunas pecas en su rostro, con pomulos muy marcados y la cara fina.

    -¿Qué es Orám? -preguntó Draconos.
    -Oram es la capital de toda esta comunidad -contestaba Brenna-, es una de las capitales más importantes del reino de Ámelkor, situada al noroeste tras la bahía de Isir... era el lugar al que me dirigía despues de realizar una misión, fue entonces cuando esos asaltantes me atraparon.

    -Yo no conozco nada más allá de Dratia -dijo el muchacho- por eso quise salir en busca de aventuras.
    -Pues va siendo hora de que conozcas mundo -dijo Brenna sonriente
    




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