Dream of gods

CAPÍTULO 1

De todas las fuerzas de la naturaleza, la menos conocida y la más peligrosa es el tiempo. Fluye siempre adelante, sin detenerse. A veces, uno puede dar saltos hacia adelante. También se puede retroceder, prueba de ello son los Guardianes de la Piedra de Cronos. Pero apenas comenzamos a comprender las leyes que lo rigen.

Os ofrezco la sabiduría que pueda hallarse en mi propia intuición. Una vez que se viaja atrás en el tiempo, todo cambia. Los medios materiales pueden verse afectados, incluso desaparecer, si las acciones que llevaron a su creación desaparecen de la nueva línea temporal. Pero son insignificantes, deberían aguantar un tiempo. Las almas son infinitamente más complejas, pues provienen de planos que aún no conocemos, y están modeladas por multitud de pequeños hechos y acciones. Por lo tanto, pienso que no sobrevivirían más que unos minutos más allá de una divergencia de líneas temporales.

Teoría mágica, Volúmen II.

Archimago Supremo Demóstenes de la Orden de Plata.

 

Dorian se estaba tomando un pequeño descanso. Se hallaba recostado sobre un viejo roble, junto a la orilla de un pequeño riachuelo de montaña. Llevaba todo el día siguiendo el rastro de un venado a través del bosque que poblaba la falda del monte. Estaba seguro de no haberse equivocado al seguirlo, pero de momento sus esfuerzos habían sido en vano. No lograba alcanzarlo, ni apenas acercarse, pues sus huellas no parecían más recientes que al principio. Es como si su presa pudiera presentir que la muerte se le acercaba y no parara de alejarse de él.

Miró al cielo. Se había concentrado tanto en su presa, que se el sol casi había completado todo su recorrido en el cielo hasta casi ocultarse tras la venerable montaña sobre la que se hallaba. Anochecería en apenas en una hora. Recogió su rifle, empaquetó el resto de su comida, y emprendió el camino de vuelta al pueblo. No bajó la guardia. “Hasta el bosque más tranquilo es un peligro por la noche”.

Emprendió el camino a Bornia, un pueblo que apenas merecía ese nombre. No pudo evitar volver a pensar en la comida que le esperaba en la posada que se hospedaban El único motivo por el que Bornia pudiera estar en un mapa era porque en su única plazoleta había una posada, El Pez Sabroso. Aunque a Dorian el nombre le resultaba extremadamente irónico, pues había podido comprobar de primera mano que nada de lo que servían entre sus cuatro paredes se podía considerar sabroso. Y ni tan siquiera pescado. Tres días antes habían pasado una noche allí, cuando se dirigían a una cueva que servía de escondrijo a unos ladrones, y ya entonces había podido degustar la nefasta comida, la cerveza aguada y el trato regular del hombre que la regentaba. Pero no les quedaba más remedio que quedarse allí esa noche también, ya que Bornia era el único pueblo en decenas de kilómetros a la redonda en el que podrían pernoctar en una posada y que además les viniera de camino.

Elucubró sobre cuál sería su siguiente misión. Dudaba entre si volverían a la fortaleza del noble de esas tierras, para obtener su favor y algo de dinero, o si irían en busca del resto de sus compañeros, Slarum y Malaquías. “Probablemente, lo primero. Así ganaremos un primer amigo en este plano. Tendremos un lugar seguro en el que montar un refugio, y desde allí seguir extendiendo nuestra influencia.”

Dando vueltas a esos temas, llegó a Bornia cuando apenas había anochecido. Se fue directamente a la posada, no es que hubiera nada más de interés en el pueblo. Deseaba que Momo hubiese tenido más suerte que él cazando, o no les quedaría más remedio que cenar lo que el posadero les ofreciera. “Igual es mejor idea seguir con las raciones de viaje. La cecina seca y el queso duro saben mucho mejor que su comida.”

Se paró frente a la posada, mirando el letrero de madera que colgaba encima de la puerta. Éste mostraba algo que parecía un pez humeante, pero que bien podría ser un animal aplastado y maloliente. Bajo el dibujo, podía leerse el nombre de la posada, escrito con unas letras que quizá en su momento hubieran sido coloridas, pero que el tiempo se había encargado de desgastar.

Desviando la mirada, se fijó en las habitaciones del primer piso, donde ellos se alojaban. La de Luranna, la líder del grupo, estaba a oscuras, pero la de Deco, el segundo al mando, se encontraba levemente iluminada. Perfilada tras el cristal, podía vislumbrarse su forma. Y, parecía que estaba acompañado, ya que otra persona se movía por la estancia, como si estuvieran manteniendo una conversación con Deco. “¿Será que Momo ya ha llegado?” pensó, pero lo descartó al momento. Esa silueta era demasiado alta, y por el mismo motivo, tampoco podía ser Luranna. Maldijo por ser el único del grupo al que le costaba ver en la oscuridad, y entró en la posada.

Tras cerciorarse de que en el comedor no se encontraban ni Momo ni Luranna, subió. Se quedó parado frente a la puerta de Deco, no sabiendo muy bien a quién se iba a encontrar.

– Dorian pasa –dijo la voz de Deco antes de que le diese tiempo a llamar.

Extrañado, Dorian abrió la puerta y entró.



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En el texto hay: drama, aventura, magia

Editado: 17.05.2019

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