Maratón de Bestia 1/6
Bestia:
Miliano. Ilarien. Abdiel. Cristopher. Son todos los nombres que están en mi lista de sangre. Primero empezaré con Ilarien. La mataré y la haré sufrir. Luego mataré a Abdiel, por seguir a Ilarien. Luego a Miliano, el padre de Mela y luego, al final, a Cristopher.
Controlar a un cuerpo es la sensación más maravillosa que más he sentido. De echo había perdido la magnífica sensación de controlar un cuerpo, de apoderarse de su mente; de su cuerpo, de su alma, de su todo.
Mela Kassia: esta es mi hora y ni tú ni nadie lo va a impedir.
Mis pies tocan las húmedas hojas, pero no las puedo sentir. El cielo está muy oscuro y los árboles se mueven de un lado a otro.
Parpadeo varias veces para acostumbrarme a la luz y veo a Cristopher.
Sus ojos están de un color fuego y sonríe diabólica mente mostrando sus dientes blancos y derechitos. Respiro profundo y el olor a tierra mojada pasa por mis fosas nasales y sonrío.
Sonrío al sentir todas estas sensaciones. Hace mucho que no sentía el olor a tierra mojada, sentir esto de poseer un cuerpo de carne y hueso, nadie lo puede hacer y me siento afortunada.
Mi brujita Clohe debe de estar muy orgullosa de mi.
Sonrío sin mostrar mis dientes y Cristopher se coloca serio.
—Veo que ya te has apoderado de ella.
—Ademia, qué gusto escuchar tu voz. —susurro lo suficiente alto para que me escuche.
Estamos hablando por telepatía y eso no me gusta.
—Solo ten cuidado, recuerda las consecuencias. Yo no estaré ahí para ti esta vez, no cuentes conmigo.
Suspiro.
—¿Y quién dijo que nesecito tu estúpida ayuda? —pregunto molesta.
Cristopher frunce el entrecejo y suspira.
—Yo lo dije, pero recuerda, esto trae consecuencias. —y la telepatía se corta.
Como siempre metiéndose en donde no la llaman. Creo que ya se le olvidó quien es la mayor aquí y quién es la más poderosa. Pero como dijo Ademia una vez: "Toda Bestia tiene su punto débil" y solo espero a que nadie encuentre mi punto débil.
—Eres tu ¿No? —lo miro y asiento. Cristopher camina hacia a mí y se detiene a sentimetros de mi cuerpo.
—He despertado. —sonrio al decir esas palabras y Cristopher niega.
—Todabia no era la hora, tenías que esperar un poco más. —frunso el ceño y Cristopher se da media vuelta y empieza a caminar hacia el auto.
—¿Que insinuas? —pregunto caminando detrás de él a paso lento.
Mis piernas se mueven magicamente y sonrío mirando mis piernas. Las hojas son aplastadas bajo mis pies y producen un crujido bastante satisfactorio.
Cristopher suspira y se voltea hacia a mí.
—No debiste hacerlo —y me detengo. —El trato era que tú aparecerías cuando su padre muriera, no ahora que se ha ido de viaje. —ruedo los ojos.
Miliano tiene que morir por la mano de Mela, no por mi, pero eso lo tengo claro, no soy tonta.
—No lo había pensado. —miento. Coloco mi mano en mi mentón pensando. —Pero no iba a permitir que me siguieran drogándome. Yo existo y lo tienen que saber. —Cristopher niega y suelta una risilla.
—No tienes remedio Bestia. —niega y yo sonrío mostrando mis dientes.
—¿Y qué aremos ahora? —pregunto mientras acaricio mi pelo.
Cristopher me da una mirada rápida y se jira sobre sus talones para seguir caminando hacia el auto. Lo sigo y se sube en el conductor y yo hago lo mismo. Cierro la puerta y Cristopher suspira.
¿Por qué suspira tanto?
¿En que estará pensando?
—Ademia. —la llamo por telepatía.
—¿Qué quieres ahora hermanita? —pregunta sarcásticamente.
Ruedo los ojos y miro a Cristopher que echa andar el auto.
—¿En que piensa Cristopher? —cruzo mis dedos.
Espero que no esté pensando en ella...
—Piensa en Mela Kassia. —y gruño al escuchar su respuesta.
¿Porque Cristopher? ¿Acaso no te lo he dado todo? ¿No te he ofrecido todo?
Empuño mis manos y siento algo muy raro en mi piel. Siento una comezón y me molesta. Todo esto es nuevo para mi, hace mucho, pero mucho tiempo no me sentía así y nunca pensé volver a sentirme así.
Así que con mis manos empuñadas y con una comezón en toda la piel, le pregunto a Cristopher.
—¿En qué piensas Darling? —mi pregunta hace que me mire rápidamente y apriete el volante.
Enarco una ceja al ver que sus nudillos se vuelven blancos y asiento. Está pensando en ella.
—¿Para que lo quieres saber? Ademia ya te lo dijo, no tengo para que decírtelo de nuevo.
—Entonces si piensas en ella...
—Que más da.
—¿Te gusta? —pregunto rápidamente.
Cierra sus ojos y se muerde el labio inferior.
—Si te lo digo, me matarás. Si no te lo digo, me matarás.
—Depende. Puede que sí me digas la verdad y escuche lo que no quiero saber, puede que no te mate. Miénteme y te dejare vivir. —lo miro rápidamente y frunce el ceño.
—Me gusta. —dice rápidamente y sonrío.
Se que me está mintiendo y me está diciendo la verdad, de todas formas, lo mataré igual.
—Eso es lo que quería saber.
Cristopher:
¿Me gusta? ¿Mela de verdad me gusta?
Pues claro que sí. Claro que me gusta y mucho. Y si tuviera la oportunidad de decírselo, se lo diría, aún que después quedara como un idiota.
Bestia tiene su manos empuñadas y mira por la ventanilla. Voy a 90km por la carretera.
—No tenías por qué habérselo dicho, eres una traicionera. —le digo enojado.
—Ella merece saberlo todo. Y si no quieres que ella no se entere de nada, simple, no pienses en nada y no hagas nada que luego te podrás arrepentir. Y si no le digo yo, ella lo sabrá más tarde o más temprano. —suspiro.
¿Cómo no pensar en Mela?
Es perfecta, linda, es todo. Ella es la perfección, pero ella no es mia y nunca lo será. Y tampoco podría decir que será mía en un futuro, porque no es así, pero eso lo veremos más adelante.