Las Marcas en Sus Manos
Recuerdo el funeral de mis padres, los ataúdes de color blanco se encontraban al fondo de la habitación y estaban cargados de flores y arreglos hechos específicamente para esa horrible ocasión, personas entraban y salían del lugar solo para darme "su más sentido pésame", un frio abraso y una mirada de lastima ¿Por qué la gente es tan hipócrita? En aquel momento no sabía cómo sentirme ¿Triste? No exactamente, estaba más sorprendido que afligido, nunca pensé que el final de mis padres seria a manos de un asesino y mucho menos que tantas personas sintieran compasión por mí, de alguna forma, me sentí ridículo...
La única persona que de verdad sentía dolor por mí y estaba dispuesta a realmente ayudarme, en ese momento me agarraba de la mano y miraba con tristeza los ataúdes, Hongbin estuvo a mi lado cada segundo, tratando de hacerme sentir mejor regalándome otra razón para amarlo...
Los meses pasaron y las cosas permanecieron tranquilas por un tiempo, los noticieros seguían repletos de noticias sobre el asesino anónimo y sus fechorías, el hombre no se detenía mientras que las personas vivían con miedo, nadie salía de noche siempre estaban atentos a los noticieros para tratar de adivinar en donde se encontraría aquel demente, pues sus crímenes eran en lugares tan aleatorios que se pensaba que nadie estaba a salvo ¿Cómo alguien podría lastimas a personas así? Sé que no soy la mejor persona del mundo, mucho menos un santo, pero cada quien debería vivir su vida feliz, sin miedo en un ambiente pacífico, claro, o eso pensé antes. Los policías decían que el tan mencionado asesino mataba por placer y eso hacía que las personas temieran aún más.
Una mañana Hongbin y yo despertamos por los gritos que provenían de la sala de estar, ambos nos miramos alarmados y sin pensarlo ni un segundo salimos de la habitación para ver de qué se trataba, allí se encontraba JaehWan llorando sentado en el sofá mientras que Wonsik gritaba y rompía las pocas decoraciones de cristal que había en la mesa
– ¡¿Cómo pudiste?! –grito el menor– ¡Nos estas condenando a ambos!
– ¡Lo sé! –respondió el mayor entre sollozos– pero estoy cansado de esconderme ¡deja de actuar como un niño malcriado y acepta las consecuencias de tus actos! Tú me elegiste, tú me arrastraste a esto ¡¿Ahora quieres abandonarme porque le confesé a tu padre que te amo?!
Wonsik pareció congelarse por las palabras de su amante, se dejó caer en el sofá a su lado y luego de soltar aire con cansancio miro a JaehWan y hablo en voz baja
– Lo resolveremos –El otro se abalanzó sobre el menor para abrazarlo con mucha fuerza, parecía que todo estaba arreglado, pero no sabíamos que esa frase seria el principio de un nuevo infierno en nuestra casa
Wonsik empezó a ser insoportable hasta para nosotros, llegaba tarde y muy borracho, nos gritaba y trataba a JaehWan como a la mierda, era arrogante y pedante, muchas veces nos echó en cara el hecho de que él pagaba nuestra casa sin pedir nada a cambio, nos llamó inútiles y sin despedirse salió de allí dando un portazo, JaehWan parecía no saber qué hacer, se encerraba a llorar mientras que los cuatro que sobrábamos pensábamos en empacar he irnos.
Era la mañana de un lunes, Wonsik no había llegado a casa y ya se nos hacía costumbre, TaekWoon y Hyuk hacían el desayuno mientras JaehWan, Hongbin y yo nos arreglábamos para ir a trabajar, todos juntos viendo la televisión en la sala de estar. Hongbin se colocaba la chaqueta de su uniforme cuando vi algo en sus manos, me acerqué a él agarrando su mano izquierda para poder ver su palma, me miró y pregunto
– ¿Qué pasa? –observe su piel, tenía una línea rojiza desde el pulgar hasta debajo del meñique, lo toqué en la herida y se encogió con dolor
– ¿Cómo te hiciste esto? –lo miré alarmado, alejo su mano de las mías escondiendo sus palmas con las mangas de su ropa, tenía ambas manos igual de lastimadas ¿Qué era lo que estaba pasando? Me pregunte, JaehWan nos miraba pero no decía nada, Hongbin nunca volteo a verlo
– No es nada mi amor –Se acercó a mí y dio un beso en mis labios– tuvimos que empacar algunas cajas de más y no pude usar los guantes, no te preocupes
Claro es dichoso trabajo, Hongbin trabajaba en una fábrica atando paquetes y levantando material pesado, no era un trabajo bueno, pero pagaban bien así que él no quería renunciar, mientras yo, maldecía cada día el hecho de que se lastimara trabajando en esa estúpida fábrica. Hongbin volvió a besarme pero esta vez más lentamente, sorprendido correspondí torpemente, luego de separarse me sonrió
– ¿Por qué tanto afecto tan temprano? –Le pregunté sin evitar sonreír
– Porque te amo y como eres mío, puedo besarte cuanto quiera
– Ya cállense, me dan diabetes –hablo JaehWan sentándose en el sofá con una cara de asco, Hongbin le mostro su lengua tal y como lo haría un niño de cinco años, se veía gracioso