SAE:
Hoy es lunes 30 de Marzo. Ya es un mes desde que conocí a Jungkook y que dejé de hablar con mamá del tema. No entiendo su comportamiento y está muy distante últimamente. Después que Yuri conoció a Jungkook, la siento extraña, comporta diferente conmigo y muy evasiva. Y sobre Jungkook, digamos que me llevo mejor con él. Como dijo: si valió la pena ser su amiga.
...
Desperté un poco tarde, me cambié rápido y salí corriendo. Fui a la estación de buses y no encontré ninguno. Para mi mayor suerte, empezó a llover. ¡Hoy llegaré tarde! ¿Por qué a mí? Allí estuve esperando como 15 minutos. Ya está dicho: llegaré tarde. Un carro negro se detuvo a lado de la acera. ¿Jungkook?
-¿Nos vamos? -mecánicamente, subí.
-Buen día, Kook. Caray, sí que eres mi angelito.
-Hola, mi hermosa y queridísima Sae -sonreí por su comentario -¿Cómo estás?
-Ahora, muy bien. Sí que estaba angustiada, pues suelo ser puntual y ya iba retrasada. ¿Y tú, cómo vas?
-¿Yo? Siempre feliz cuando... -dio un suspiro- estoy en vuestra compañía -ambos reímos.
-Bueno, ¿te incomodaría que cierre mis ojos un ratito? -me sonrojé por mi pregunta.
-Claro que no.
La chica no estaba sola, también, había una señora y dos chicos más. Ella seguía llorando desconsoladamente y rogando que no suceda nada malo, pues sabía cuál era la condición del paciente. El doctor salió y dijo que el joven acababa de fallecer. Llena de dolor, cayó de rodillas y los jóvenes acompañantes, la consolaban. Después de un silencio alarmante, la señora comenzó a gritar, culpándola de que su hijo allá muerto ...
-¡Sae! ¡Sae! ¡Sae!
-Ah, ¿qué pasa? Hum... Disculpa, creo que...
-Creo te quedaste dormida. Ya llegamos -contestó- ¿Qué curso te toca?
-Hum... -Estaba algo aturdida -Historia -dije- y ¿tú?
-Computación -dijo algo desganado.
-Bueno, entonces me voy. Muchas gracias, Kook. Adiós -cerré la puerta del auto y corrí hacia el salón de Historia.
JUNGKOOK:
Me levanté e hice lo de costumbre para alistarme e ir a clases. Puse a rodar el auto, mientras escuchaba algo de música, Sae invadía mis pensamientos. Me detuve en el semáforo y pude visualizar una conocida silueta: era Sae. Eché una mirada alrededor y no había ningún bus. Creo que deseaba encontrarla en el camino. Repensé el asunto y rechacé fríamente esa verdad. Era absurdo y todo lo que sucedía era pura casualidad. Lentamente, deslicé el auto hacia ella, mirándola, sin rastros ya de ideas locas.
La invité a subir, pues iba a llegar tarde. Conversamos un rato. Luego de unos instantes, Sae se quedó dormida. En una de las esquinas de la avenida, pude observar su rostro con detenimiento. Cuando duerme, se la ve llena de serenidad, delicadeza y ternura. Todo en ella era angelical. Tuve un arrebato de acariciar su rostro, pero mi psiquis me lo negó. Vuelvo a decirme una y otra vez, primero, que no era correcto y debería ser respetuoso y, segundo, ella era el objetivo de llevar a cabo mi venganza.
Ya estábamos aproximándonos al instituto cuando pasó algo extraño. Al parecer, tenía una pesadilla. La tuve que sacudir de los hombros para que despertara. No me dijo nada al respecto y nos despedimos.
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