SAE:
Mi plan de escape estaba resultando cuando, de pronto, una chica gritó a mis espaldas. De súbito, giré mi cuerpo y vi una escena que jamás imaginé: Jungkook estaba encima de Suga golpeándolo.
Algunos compañeros gritaban: "pelea, pelea" y otros hablaban en voz alta; aquello no me permitía procesar lo que estaba pasando. Atiné a abrirme paso hacia donde estaban. Intentaba separar a Jungkook de Suga, pero el tenía más fuerzas que yo.
-¡Jungkook, suéltalo, suéltalo! -dije.
Cansada de estar diciendo lo mismo y sin ningún resultado:
- ¡Jungkook, basta ya! -grité.
Jungkook volteó a verme y sus ojos estaban llenos de furia. Estaba fuera de sí. Me asustó mucho, pero cuando reparó en mi presencia, su rostro se llenó de desconcierto. En breves segundos, todas las emociones desagradables que expresaba su rostro desaparecieron.
De repente, Suga respondió con otro golpe más fuerte. Jungkook cayó de espaldas e intentó muy desorientado ponerse de pie. Suga se aprovechó de su estado y arremetió con un certero puñete. Ambos tenían sus rostros ensangrentados, pero Jungkook estaba peor.
-¡Suga, suéltalo ya! ¡Dejen de pelear! -dije alterada al ver a Jungkook de esa manera.
-Él se lo buscó. Debe pagar por todo el daño que me hizo -dijo enérgicamente Suga.
-Con golpes no se arregla nada -dije.
-¿Qué sucede aquí? -dijo el profesor entrando con objetos en las manos- ¡Todos a sus sitios! ¡Y ustedes dos, a la dirección!
SUGA:
Tan solo su presencia me exacerba y me resulta insoportable. Cada vez que intercambiamos palabras, intento controlarme. Suele jactarse de ser muy correcto, respetuoso e inteligente. Es el chico ejemplar que todos admiran y el modelo a seguir. Pero a mí no me engaña y sé de sus debilidades y defectos. Llegará el momento de demostrar ante todos su real personalidad.
Sae eligió realizar el trabajo con otro compañero por culpa de mi primito. Su petulancia y soberbia me cegó y no pude más. Este me dijo algo desagradable y le di su merecido. Eso debía hacerlo hace mucho tiempo.
Sae intervino e intentó separarnos, pero no lo logró. Luego, el profesor llegó y, muy consternado, nos mandó a la dirección. Mi rostro me ardía: estaba sangrando, recién reparé en ello.
-Pasen -se escuchó al otro lado de la puerta- Cómo es posible que, dos de mis mejores alumnos de este Instituto, se estén peleando, mientras su profesor se ausenta por unos minutos -sólo agachamos la cabeza- ¿Acaso olvidan que dejaron de ser niños? ¡No quiero disgustar a sus padres con este comportamiento insensato! ¡Sólo por esta vez, lo dejaré pasar, pero tendrán observaciones en el cuaderno de Registro de incidencias! ¡Si se vuelven a pelear de esta manera catastrófica, los expulso! ¡Vayan a la enfermería! ¡Retírense de mi presencia!
Asentimos, hicimos una reverencia de disculpas y salimos del despacho.
-Ay, Jungkook ¿Cuándo aprenderás a no meterte conmigo? -dije riendo.
-¡Cállate, Suga! O quieres que te golpee de nuevo -dijo con un semblante serio.
-Ja, ja, ja. Aún no sabes de lo que soy capaz -le advertí y me dirigí a la enfermería.
JUNGKOOK:
Lo golpeaba con todas mis fuerzas. Cuando en medio de mi inconciencia, escuché la voz de Sae. Reparé en su rostro y me detuve. Me ruboricé de vergüenza. Ella estaba absorta ¿Por mí o por ese? Era un momento indescriptible, pero Suga volvió a golpearme. Ya no tenía más fuerzas para seguir. Solo paró cuando el profesor llegó, quien nos envió a dirección. Jamás imaginé llegar a dirección por motivos así. Pensé en mi madre y Sae y me apené mucho de mi actitud. No sé en qué momento empezó todo.
Después que Suga se fue a la enfermería, yo me dirigí al baño a lavarme la cara, no quería ir al mismo lugar que él. Intentaba detener el sangrado con papel higiénico, pero no podía.
Luego de sonar el timbre, salí del baño y me dirigí hacia el jardín trasero, pues no quería que mis amigos me vieran en ese estado. Me bombardearían de preguntas. De pronto, una voz me detuvo.
-¡Jungkook, te he estado buscando! ¡Sólo mira cómo te dejaron!
Cogió mi brazo y me hizo sentarme. Empezó a sacar de un botiquín manual alcohol, venditas, agua oxigenada y pomada. Su rostro estaba entristecido y nunca la vi así.
-Estoy bien, Sae. No te preocupes.
Mostré fastidio como mecanismo de defensa. Jamás me ha gustado que se preocupen mucho por mí. Basta con mi madre que siempre intenta sobreprotegerme, aunque reconozco que me agrada.
-No te muevas, pues si lo haces, te haré doler.
Inocentemente, se acercó a mí más de lo usual. No sé lo que hacía, sólo estaba perdido buscando su mirada que estaba concentrada en mis heridas. No sé qué me pasa, pues no sentía nada de dolor.
Por un momento esta así, hasta que... ¡Rayos! Se dio cuenta que la miraba.
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Lo siento si me demoré en actualizar. Tuve algunos problemas técnicos. Espero disfruten el capítulo. Bueno sin mas que decir, adiós.