Capitulo 5: Aroma a redención
Sección 1: aroma de hermanos
Diego despertó con el primer rayo de luz que se filtraba por la ventana. Era domingo, un día que normalmente dedicaba a descansar y reflexionar. Pero hoy, su mente estaba llena de pensamientos sobre Kaythlin y las revelaciones del día anterior.
Se levantó de la cama y se dirigió a la cocina para preparar su café matutino. Mientras la cafetera gorgoteaba, sacó su teléfono y marcó el número de su hermana. Sabía que ella siempre tenía un buen consejo para ofrecer.
"Hola, hermana", dijo Diego cuando ella contestó. "¿Podemos vernos hoy? Hay algo de lo que necesito hablar contigo."
"Por supuesto, Diego", respondió su hermana. "¿Qué tal si nos encontramos en nuestro café habitual?"
Diego asintió, aunque sabía que ella no podía verlo. "Eso suena bien. Nos vemos allí."
Con la reunión programada, Diego se sentó a tomar su café, pensando en cómo explicaría la situación a su hermana y buscando la manera correcta de disculparse con Kaythlin.
Diego llegó al café y encontró a su hermana ya sentada en una mesa junto a la ventana. Lucía glamorosa como siempre, con su cabello brillante cayendo en cascada sobre sus hombros y su vestido de verano que atraía miradas de admiración.
"¡Hola, hermano!" saludó ella con una sonrisa radiante. Diego se sentó frente a ella, notando cómo varios hombres en el café lanzaban miradas coquetas en dirección a su hermana. Se sintió incómodo, pero trató de ignorarlo.
"Gracias por venir, hermana", comenzó Diego, tratando de concentrarse en la conversación. "Necesito tu consejo sobre algo."
Ella asintió, su expresión se volvió seria. "Por supuesto, Diego. ¿Qué sucede?"
Diego tomó un respiro profundo y comenzó a explicar la situación con Kaythlin, su confusión y su deseo de disculparse. Mientras hablaba, notó que otro hombre se acercaba a su hermana, interrumpiendo su conversación para coquetear con ella.
Diego se sintió cada vez más incómodo, pero su hermana manejó la situación con gracia, despidiendo al hombre con una sonrisa amable antes de volver su atención a Diego.
"Lo siento, hermano", dijo ella con una sonrisa comprensiva. "Pero dime, ¿qué piensas hacer sobre Kaythlin?"
Diego suspiró, agradecido por su paciencia y comprensión. "Eso es lo que esperaba que pudieras ayudarme a descifrar", admitió.
La hermana de Diego sonrió y asintió, pareciendo reflexionar por un momento antes de hablar.
"Bueno, Diego, lo primero que debes recordar es que las disculpas deben ser sinceras", comenzó. "No puedes simplemente decir 'lo siento' y esperar que todo se arregle. Tienes que entender por qué Kaythlin está molesta y reconocer tus errores."
"En segundo lugar, no te disculpes constantemente. Puede parecer que estás buscando simpatía o tratando de hacer que se sienta mal por ti. En lugar de eso, muestra a través de tus acciones que realmente te arrepientes y que estás dispuesto a cambiar."
"Y finalmente", continuó, "no presiones a Kaythlin para que acepte tu disculpa de inmediato. Dale tiempo para procesar sus emociones. Si realmente te importa, debes estar dispuesto a darle ese espacio."
Diego asintió, agradeciendo los consejos de su hermana. Sabía que tenía razón y se sintió un poco más preparado para enfrentar a Kaythlin.
Después de la conversación con su hermana Lucía, Diego sintió como si un gran peso se hubiera levantado de sus hombros. Había encontrado en ella un oído atento y un consejo sabio, algo que necesitaba desesperadamente en medio de la tormenta emocional que estaba atravesando.
"Gracias, Lucía", dijo Diego, su voz llena de gratitud. "Realmente necesitaba hablar con alguien sobre todo esto."
Lucía sonrió y le dio un apretón de manos a su hermano. "Siempre estaré aquí para ti, Diego. No importa qué."
Con esas palabras de aliento, Diego se sintió más preparado para enfrentar el desafío que tenía por delante. Sabía que el camino hacia la reconciliación con Kaythlin no sería fácil, pero ahora se sentía más equipado para manejarlo.
Sección 2: un aroma confuso
Kaythlin despertó con el amanecer, su mente llena de pensamientos y emociones contradictorias. A pesar de la confusión y la frustración que sentía, una cosa estaba clara: tenía que enfrentar a Diego.
Se levantó de la cama y se dirigió a la ducha, permitiendo que el agua caliente lavara algunas de sus preocupaciones. Mientras se vestía, repasó en su mente las palabras que diría, las preguntas que haría.
Mirándose al espejo, se dio cuenta de que estaba decidida a aclarar las cosas. No podía permitir que la situación con Diego continuara como estaba. Tenía que hablar con él, tenía que entender lo que había sucedido.
Con esa determinación en su corazón, Kaythlin salió de su casa, lista para enfrentar el día y todo lo que traería.
A pesar de ser domingo, el día de Kaythlin estaba lejos de ser tranquilo. La panadería estará abierta hasta las 5:00 PM, Había pedidos que preparar, clientes a los que atender, y un sinfín de tareas que requerían su atención.
Desde primera hora de la mañana, Kaythlin se encontró inmersa en el ajetreo de la panadería. Amasando la masa, horneando panes, decorando pasteles, atendiendo a los clientes... cada tarea requería su concentración y habilidad.
Pero a pesar de su mejor esfuerzo, Kaythlin se encontró distraída. Sus pensamientos seguían volviendo a Diego, a su conversación pendiente, a la incertidumbre que sentía. Varias veces se encontró cometiendo pequeños errores, olvidándose de cosas, perdiendo el hilo de lo que estaba haciendo.
Esto la frustraba enormemente. Kaythlin siempre se enorgullecía de hacer lo mejor que podía, de prestar atención a los detalles, de dar lo mejor de sí misma en todo lo que hacía. Pero hoy, parecía que no podía concentrarse en nada.
A medida que pasaba el día, Kaythlin se dio cuenta de que no podía seguir así. Necesitaba hablar con Diego, necesitaba aclarar las cosas. Solo entonces podría volver a concentrarse en su trabajo, en su vida, en sí misma.