"Los encuentros importantes son planeados por las almas mucho antes de que los cuerpos se vean"
«Paulo Coelho»
Andrómeda respira profundo. Sacude sus manos una y otra vez, nerviosa.
Miles de personas están esperando que suba y hable frente al podio. Elliot se ha marchado diciendo que va a buscar sus regalos. Aunque ella protestó para que no lo hiciera y le aseguró que no quería ningún regalo, él la tranquilizó y le dijo que volvería cuanto antes para verla.
Cierra sus ojos y empuña sus manos, repasando todo lo que había tenido que pasar para llegar a ese punto. Su vida ha cambiado mucho desde ese entonces.
Pensar que hace cuatro años era una mujer que intentaba encajar en un mundo plagado de incomprensión. Una mujer que quiso ocultarse para no ser discriminada o juzgada.
Una persona que se menospreció a sí misma.
Sube los escalones con una enorme sonrisa en el rostro. Ya no es una sonrisa fingida que intenta hacerles creer a todos que se encuentra bien cuando no es así, ahora es genuina y sincera.
Camina hacia el podio y se detiene frente a las personas que esperan ansiosos su discurso. Antes de hablar, se dedica a contemplar la entrada de la ciudad universitaria, atestada de personas que vienen de todo el mundo; reporteros, políticos, padres y jóvenes que desean mejorar el futuro. Su corazón se hincha de dicha. Ahora se siente orgullosa de sí misma.
De pronto, sus ojos se enfocan en un lugar específico. Su sonrisa se ensancha al ver a su familia, ¡incluyendo a los Nicols!.
Todos estaban en primera fila, animándola y sonriendo orgullosos. Los saluda, entusiasmada. Nota que Elliot está con ellos y de inmediato se da cuenta de cuál era el "regalo" del que hablaba.
Sujeta el micrófono y se dispone a hablar.
—Les agradezco a todos por haber venido a la ceremonia de inauguración de la ciudad universitaria "Iyobas". Nos complace ver a tantas personas de tantos lugares dispuestas a aprender y cambiar el mundo. Cuando nacemos, nuestra mente es un lienzo en blanco; no tenemos un manual para caminar o comer, cada pequeño detalle nos asombra y vemos como algo grandioso, una acción tan cotidiana y ordinaria como una morisqueta. Todos nos agradan, sin importar su apellido, su clase. Sin importar que piensen o que prefieran— sonrió—. Le sonreímos al que nos sonríe, entablamos una conversación entre balbuceos con la primera persona que aparente escucharnos y tratamos bien al que nos trata bien… Sin duda alguna el momento en el que nacemos es el más grato del ser humano ¿Quieren saber por qué la mente actúa de esa manera a tan temprana edad? No es porque no sabemos nada, todo lo contrario, es la edad en la que sabemos todo… Siempre se ha dicho; el secreto está en los niños. Siempre buscamos la felicidad durante nuestras vidas e ignoramos que la poseemos desde el instante en el que nacemos. Como neuróloga, puedo asegurarles que la mente es el órgano más asombroso que tiene el cuerpo humano. Es por eso que, cuando estamos en pleno crecimiento, nuestra mente no ve colores, no sabe que es blanco o negro, no ve algo grandioso en un papel moneda y sonríe entusiasmado con una hermosa flor. Eso es porque la mente es más poderosa que la razón y, aunque muchos se confunden y asocian estas dos cosas, son meramente distintas —separa sus manos—. La razón no es más que una imposición de ideas que, creemos, son las más correctas y más acertadas dependiendo a tu posición geográfica o tu cultura. Sin embargo, la mente…, es extraordinaria hasta un nivel que ni nosotros mismos hemos alcanzado a comprender. Controla nuestro cuerpo y nuestro sentir. Lo controla todo. El mundo no es un rompecabezas. No somos piezas que deben encajar imponiéndose sobre la otra. Somos más como…, un lego — ríen al escucharla—. Hablo en serio, somos piezas que tenemos la libertad de construir y encajar como queramos, sin imponernos, respetándonos, de forma ordenada y construyendo grandes sueños —declara—. Hoy iniciamos una nueva etapa en el pensamiento humano. Aunque en realidad no es tan nueva. Es la etapa en donde todo ser humano comienza, como lienzo en blanco. Antes de cortar el listón y entrar a esta institución, dejaremos de lado toda nuestra razón y volveremos a nacer, estaremos ansiosos por descubrir todo lo que nuestra mente nos aguarda. Dejaremos de buscar la cura de todos nuestros males allá afuera y la buscaremos aquí dentro—señala su cabeza. Sin más que decirles, Bienvenidos a donde los recuerdos de lo que alguna vez fuimos valen más que el razonamiento.
Los aplausos no se hacen esperar. Las personas la ovacionan de pie. El sonido es estridente, pero también es reconfortante. Se acerca a la entrada para cortar el listón y les agradece a todos, bajando de la tarima bajo el estruendoso sonido de los aplausos.
—¡Eso estuvo grandioso!— Marcus, el papá de Scott, la abraza, alzándola emocionado. Andrómeda se carcajea.
—¡Marcus! — lo saluda—. ¡Qué grata sorpresa!
—Ya suéltela —gruñe Elliot. Suaviza su gesto al ver a Andrómeda—. Estuviste increíble, cariño.
—Gracias. Estaba muy nerviosa.
—¡Andrómeda!
Se gira al escuchar la voz de Elisabeth. La joven se acerca a ella y la abraza efusivamente.
—Elisabeth—Andrómeda sujeta sus manos y la mira de arriba hacia abajo—. ¿Creciste más?
—Solo un poco —responde ella. Vuelve a abrazarla—. Te extrañé… Tengo que presentarte a alguien. ¡Tadeo ven aquí!
Al ver la forma tan risueña con la que lo llama, imagina que es alguien especial para Elisabeth. El gruñido de su esposo lo confirma. Lo toma del brazo, intentando calmar la hostilidad que comienza a desprender al ver al jovencito.
—Es un gusto conocerte, Tadeo.
—El gusto es mío. Elisabeth me ha hablado tanto de ti. Estaba ansioso por conocerte, eres más bonita en persona.
—Deja de tratarla de tú. No es tu compinche —le reprocha Elliot. Andrómeda le da un leve codazo en la costilla. Elliot la mira, incrédulo—. ¿Por qué me das en la costilla?
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Editado: 26.03.2022