*5* COCTELES

"SALMA"

—Así que aquí trabajas —digo, mientras mi amiga agita la mezcla en la coctelera.

—Sí, esta es la famosa discoteca donde paso mis noches. ¿No es hermosa?

—Claro. —Me giro y le hago un escaneo al lugar, que no es más que un rectángulo dividido en dos partes por una barra semicircular, rodeada de banquillos. De un lado   hay mesas y sillas y del otro,  la pista de baile.

—Toma. Bebe esto.

Me vuelvo a girar y encuentro un vaso sobre la barra.

—No… es que no tengo para pagar.

—Lo sé. Es cortesía de la casa.

—¿Cortesía de la casa o cortesía tuya?

—Eso no importa. Vamos, disfruta de este delicioso coctel que te preparó tu amiga.

Miro una vez más la bebida color rojo, y sujeto el vaso.

—Te la acepto solo porque la preparaste tú.

Bebo.

—¡Uff, que ardiente!

—Se llama Circo de Satanás. Así que no te recomiendo más de cinco shots, a menos que quieras terminar poseída. —Mis labios quedan entreabiertos después de lo que dice mi amiga. La veo sonreír y mirar en dirección a una mesa—. Y hablando de poseídos, parece que ya tenemos a los primeros.

Miro en dirección a las mesas y veo a una pareja de hombres bailando, mientras un grupito los graba. Se mueven imitando a bailarines de ballet; colocan sus pies en puntillas, cabe resaltar que ya no llevan zapatos, y corretean de un lado a otro, mientras intentan abrir sus piernas en el aire.

Segundos después, uno de ellos termina estrellándose contra una mesa, suerte que no estaba ocupada. Su pareja de baile lo ayuda a levantarse y ahora les da por bailar como si estuvieran en la época de antaño. Bailan como si nadie los estuviera observando y por instantes, se hacen reverencias y se besan las manos.

—Creo que estos dos necesita un exorcismo.

—Por eso nunca me canso de trabajar aquí. Siempre hay tanto que ver. —Mi amiga me vuelve a servir.

—¿Otro?... Tati, no quiero terminar como ellos y ser el hazmerreír de YouTube.

—Ay, deja de exagerar, es para que te vayas activando. Para que entres en calor. ¿Me entiendes?

Observo nuevamente el trago.

—Este y nada más.

Levanta la mano derecha.

—Palabra de honor.

Lo bebo.

—¡Maldición!  —Golpeo la barra—. ¡Qué fuerte!

—Sí, mejor ya no bebas más, tú no estás acostumbrada y no quiero que termines haciendo alguna tontería.

—¡Tati, te necesito! —Su compañero de trabajo le hace señas; hay clientes esperando.

—Ya regreso.

—Tranquila, estaré bien.

Una vez mi amiga se va, jugueteo con el vaso, no me había fijado, pero tiene forma de calavera, que oportuno, ¿no?

Paso alrededor de diez minutos, observándolo, aunque realmente ya no lo estoy mirando, sino que estoy pensando en cómo conseguiré para comprar aquella pintura. Tal vez puedo hacer un pastel y vender las porciones por la zona. Pero para eso necesito que me paguen también lo que me deben… ¿Por qué la gente tiene que ser la irresponsable? 

—Hola.

Levanto la cabeza y hay un chico frente a mí. Cabello rubio hasta el final del cuello, y con barba.

—Hola —titubeo.

—¿Quieres bailar?

—Eh… Yo… es que tengo un calambre muy fuerte en la pierna y ahorita no creo que pueda.

Frunce el entrecejo.

—Claro… bueno, no pasa nada. ¿Tal vez después?

—Sí, después…Yo te aviso.

Antes de irse se ríe, Santo Dios es que no se me pudo ocurrir otra cosa.

—¿Y bien? —escucho a Tati—. ¿Qué quería ese chico?

—Me invitó a bailar.

—¿Y por qué no te veo bailando?

—Porque no sé bailar.

—Salma, no seas mentirosa. No se me olvidan las fiestas en la preparatoria, te encantaba bailar… Ah cierto que tampoco puedes porque eres mamá.

—Tati, no te molestes.

—No es que me moleste, es que… Oh, mira, creo que viene de nuevo para acá.

Me giro y en efecto, el chico que rechacé, viene de regreso.

—¿Me pregunto si ya se te pasó el calambre?

Busco a mi amiga con la mirada, pero ya no está. A continuación, lo vuelvo a mirar.

—Sí, ya se me pasó.

—Perfecto. ¿Bailamos?

Trago saliva como si lo que voy a hacer fuera muy complicado.

—Claro.

Me toma de la mano y ni siquiera tengo tiempo de rechazarlo, cuando ya estamos en la pista.