Argentina, buenos aires, 1994.
Maxi
Hace frio, demasiado para mi gusto, pero no importa, no hoy. Pienso en que decir, en las palabras correctas, pero es inútil. Nunca fui bueno expresándome, demostrando mis emociones a los que más me importan y me arrepiento cada día desde que él ya no está.
El lugar esta silencioso, nadie habla. Las personas que están aquí me miran con lastima, nos miran con lastima. Sentada al frente se encuentran mi familia, mis hermanas y mi madre que en brazos tiene a nuestro hermano, tan solo tiene dos años; él es tan joven, tan inocente; no se lo merece, ninguno lo merece.
Me aclaro la garanta –Mi padre fue un hombre duro, estricto, perfeccionista y sobre todo demandante, con el mismo. Todas esas “cualidades “que lo hacían un hombre complicado iban dirigidas hacia su persona. Por otro lado, Ricardo Esposito, era un hombre lleno de amor, de alegría y sabiduría. Era un hombre de familia, cuidando y defendiendo siempre a los suyos y, ahora que por cosa del destino, dios o el universo, lo que les parezca mejor, ese lugar fue pasado a mí. Quien diría que con tan solo veinte años me he convertido en un hombre de familia, ¿no?- digo en forma de chiste, para cortar un poco la tensión que hay en este lugar.
Mi madre me mira, tratando de sonreír. Lagrimas recorren por sus mejillas pero aun así ella está sonriendo; sé que no es una sonrisa genuina, la sonrisa de mi madre resplandecía, esta no. Esta es de pena, de tristeza, pero aun así lo intenta, sé que sí.
Ya no sé qué más decir, como continuar. He estado aquí parado, tratando de decir unas simples palabras pero de mi boca solo salen incoherencias. Tomo aire y me reprimo mentalmente. Si mi padre pudiera verme ahora, de pie aquí, casi asustado de todos esos pares de ojos viendo en mi dirección, se reiría de mi, realmente lo haría. Esa es una de las cosas que más extraño de él; su sentido del humor. La manera en la que veía el lado bueno de las cosas y más si eran de las malas.
-Seré sincero…- silencio- no hay palabras agradables para algo como esto, nunca las hay cuando un ser querido ya no esta a nuestro lado. Algo tan resiente es difícil de digerir. No dudo que un dia, espero que no tan lejano, los recuerdos nos traigan paz y felicidad en vez de dolor y agonía, como lo hacen ahora.- dejo de hablar por unos segundos para controlar mi respiración, mi corazón esta acelerado, demasiado.
Mirando hacia el ataúd cerrado que se encuentra a unos pasos detrás de mi digo las ultimas palabras que me parecen adecuadas- La primer y ultima palabra que se me viene a la mente para decirte es Gracias.- todos me miran, esperando algo mas.- ¿Por qué esa palabra de entre tantas? Porque siempre hubo, hay y habrá algo para mostrarte gratitud. Gracias por ser un ejemplo a seguir para tantas personas, por ser uno de mis pilares y salvadores. Gracias por todo lo vivido, por toda la alegría que emanabas, por demostrarnos que se puede mejorar como persona. Gracias por ser vos. Fuiste, sos y serás arte papa; arte brillante, salvaje y libre. Arte en todas sus formas. Gracias por ser una de las mejores obras que pudieron existir. Te amo, siempre y para siempre. Como solías decirme:
“porque aun si la tormenta no te deja ver hacia adelante, no dejes de caminar, de embarrarte y de jugar con algo bueno que proviene de algo malo. Asi es la vida, ver el lado bueno de las situaciones mas caóticas, oscuras y tristes. Porque sin importar que, alguien siempre va a estar a tu lado para ayudarte a superar esa tormenta”.