“Nacimos unidas por lazos distintos, hermanas de palabra y corazón. Yo seré el pañuelo que seque tus lágrimas y limpie la sangre con la que ensucies tu pureza, seré la gota de miel que endulce cada palabra en tu boca, seré calor, luz y consuelo para cada pensamiento que perturbe tu interior.
Podrás estar siempre tranquila, pues cubriré con un manto tus penas, y narraré las historias que necesites para encontrar la calma, velaré tus sueños y bañaré tu alma de esperanza. Pero no te atrevas a traicionarme, o conocerás el tormento dentro de tu propia muerte…
¿Puede el alma sobrevivir al rencor? ¿Hasta dónde es capaz de llegar un ser, con tal de regresar el daño y el dolor que una vez recibió?
Jurar en vano. Un gran error…”
23 de julio…
La primera vez que asistí a un funeral, fue cuando tenía diecinueve años, mi padre había muerto por causas desconocidas mientras yo me encontraba en un campamento con Allison. Cuando papá murió todo el mundo intentaba convencerme de que en otra vida el sería feliz, y que, cuando fuese el momento oportuno ambos volveríamos a reunirnos.
Allison y su familia fueron el único consuelo sincero que encontré. Mientras las demás personas continuaron sus vidas de forma normal, la familia de mi amiga me acompañó durante todo el duelo, sin presiones, sin críticas, y sin palabras vacías. Ellos comprendían bien que al ser él la única familia que me quedaba, olvidar lo sucedido no sería fácil, de hecho, jamás pude olvidar…
En aquel entonces, el sol brillaba como pocas veces lo habría hecho. Era el medio día cuando Allison tomó mi mano y me condujo hasta el lugar en el cual mi padre sería sepultado, y jamás me soltó.
Ahora todo era diferente. El cielo mostraba tristeza, una fina lluvia caía desde la noticia de su muerte, era mi turno para sostener su mano, y sin embargo no deseaba hacerlo, era la última vez que la vería, la última vez que habría un rose de su piel con la mía (y en ella, ya no existía ni una pequeña muestra de calor). Por el contrario, ahora sostendría la mano de Sophie y Frank, sus padres. Los dejó sin explicación alguna, se fue dejando todo como un gran secreto.
Allison jamás había sido fanática de religiones, y ahora todo el mundo la observaba en lo que se podría llamar una ceremonia de despedida. Mientras aquel sujeto parado frente a nosotros daba sermones sobre la eternidad y las promesas de un Dios, yo solo podía pensar en las palabras que ella siempre repetía sin cesar.
–Los funerales siempre son iguales, una masiva reunión de hipócritas que lloran ante un cuerpo inerte y sin vida. Personas que fingen un luto que jamás han sentido y que realmente no te acompañan en ninguna pena o dolor– Aun podía imaginarla diciendo aquello mientras contemplaba el atardecer, y sus almendrados ojos oscuros reflejaban las tonalidades del cielo.
La belleza que poseía, ahora se veía opacada. Su piel canela palidecía, mientras que su cabello rizado sobresalía con el tono rojo sangre. Sus carnosos labios ahora parecían marchitarse, aun pese al color rojo cereza que le había sido colocado.
–Las personas son portadoras del cuerpo, aliento y espíritu de Dios. Y a él pertenecen nuestro corazón, alma y mente. Se dice que nuestro exterior es lo que se deshace y regresa al polvo, pues del polvo vino; pero el alma… ¡ah, nuestra alma… ella vive fiel ante Dios! –Las palabras de aquel sujeto me hacían pensar cuanto deseaba que Allison realmente viviera eternamente.
Mientras poco a poco me recobraba de mis propios pensamientos, podía mirar a mi alrededor los rostros de quienes nos acompañaban en el funeral, algunos llenos de morbo y escasos eran los que reflejaban tristeza; pero había uno en especial. Jack, tan solo un par de días atrás, Allison sonreía a nuestro lado, disfrutábamos de este mundo y fruncía el ceño ante las bromas pesadas de Jack. Ella no se cansaba de repetirnos que éramos sus mejores amigos (sé que lo sentía en verdad).
Es curioso como ahora sin más nos encontrábamos ahí, escuchando a un vendedor de consuelo dando órdenes. – Por ello, estamos hoy aquí, para honrar a nuestra querida hermana Allison, ella que en vida fue una excelente hija, amiga… un gran ser humano– ¿Que podría saber alguien como él sobre Allison? Sin duda alguna, ella habría detestado estar contemplando una escena como esta, la habría detestado tanto como yo lo hice… quizás en otras circunstancias, aquellas palabras pudieron significar demasiadas cosas para mí, pero no en ese momento. Pues, aunque en efecto, hubo instantes en los que supo ser una gran amiga; pero todo ello pronunciado por aquel hombre, se sentía tan insulso.
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misterio y drama, romance y tragedia, traiciones venganza y muertes
Editado: 05.02.2020