Capítulo 4 "Lágrimas ausentes"

“Volábamos como mariposas… eras aquello que me transformaba y me hacía fluir a través de este mundo, eras mi base y mis alas, pero al final, como todo en esta vida, te arrancaron de mi lado y te convertiste en mis alas caídas, y a mi ser llegó un silencio inminente, frío, oscuro, y brutal…

Desde entonces fui incapaz de liberarme o de ir en tu ayuda, desde entonces perdí aquello que llamaba vida.

El infierno es diferente para cada persona que lo mira, el infierno cambia para cada ser que se adentra en él, el infierno para mi es simplemente navegar en este vacío dependiendo de alguien que jamás dependerá de mí…

¿Por qué ocultarnos, si la verdad pronto se descubrirá? Cambia los espejismos en tu mente. Calla y comienza a actuar…”

24 de septiembre (continuación)…

El ahora seco e insistente sonido en el gélido viento de aquel sitio volcaba mi mente a otros pensamientos, deseaba ignorar la razón principal por la que en este momento me encontraba ahí, de pie una vez más frente a su tumba…

Creí estar segura de que después del funeral no volvería a aquel melancólico lugar (pero realmente estaba errada).

–Necesito tu fuerza… tu paz…– le dije sentada a un costado de su sepulcro. Necesitaba sus abrazos, sus dulces palabras, realmente necesitaba todo lo que alguna vez fue él.

(Jeziel… mi amigo, mi confidente, mi padre)

En mi interior aun deseaba revertir el pasado, tan solo para verlo una vez más y poder estar a su lado, evitar todo el daño que se hizo y así poderlo tener junto a mi otra vez. Pero era imposible, él no volvería de la muerte, nunca nadie lo hace…

–Padre, nuevamente he perdido a alguien. Fue repentino y doloroso, no pude hacer nada para impedirlo, nuevamente le fallé a quien quería– conservaba la sensación de mis lagrimas caer mientras desahogaba mis penas frente a aquella tumba, aquel amargo néctar invadía (al igual que siempre) cada minúscula parte de mis mejillas.

–Solo dime de que forma continuar ¿Cómo puedo cambiar lo que ahora es? – estaba agotada física y mentalmente, no tenía fuerzas para continuar. Una vez más me sentía estúpida hablándole a la nada. Sola… creyendo que encontraría algo, o que quizás, tan solo quizás la vida podría devolverme un poco de lo bueno que me arrebató y me daría una señal de esperanza… de algo verdaderamente especial.

Pero estaba realmente muy equivocada, nada de lo que deseaba llegó a mí. Y me marché de aquel maldito lugar de la misma forma en que llegué… sin nada más que mi tristeza y mi soledad.

Caminé un par de minutos más entre la nada. Quería seguir teniendo por lo menos un par de segundos más para respirar un aire diferente al que se albergaba entre la soledad de mi casa.

Fue entonces cuando lo vi. Estaba sentado en la acera frente a mi llamado hogar. No sabía con exactitud cuanto tiempo llevaba ahí, me parecía descortés preguntarle sin antes invitarlo a pasar y ofrecerle alguna bebida caliente para apaciguar la fría espera.

En cuanto me miró su semblante cambio por completo. Aquellos sus ojos oscuros que parecían dos almendras, completamente idénticos a los de su prima, ahora se encontraban hinchados y ojerosos, tristes, como si no tuviesen vida.

Recordé todo lo pasado que, aunque fue breve la información que se nos dio, para Allison fue la más dolorosa noticia.

–Pensaba que no vendrías– después de escuchar sus palabras fue que entendí, lo que alguna vez fue una melodiosa voz que irradiaba energía y felicidad, ahora se había convertido en solo un chirrido apagado, sin ánimos, fe ni esperanza.

–Vuelvo…– tomé una pequeña pausa para continuar y le hice una señal invitándolo a entrar –Siempre lo hago.

Después de dejarlo entrar me aseguré perfectamente de que nadie más fuese testigo de aquella escena.

–¿Cuándo has regresado? – me acerqué a preguntarle.

–Hace un par de minutos yo…– le interrumpí con una señal para que callara.

–¿Tus tíos saben sobre esto? – le contesté fríamente.

Él se limitó a negar con la cabeza.

–¿Sabes cuáles pueden ser las consecuencias? – grité sin pensarlo.

Había pasado tanto desde que él se había marchado… mejor dicho, desaparecido.