Dulce obsesión

Capítulo 5 "Duocromático (parte 1)"

“Los humanos somos raros… escribimos historias sin finales y machacamos escritos llenos de honestidad, ocultamos secretos, pero luchamos por descubrir la verdad de los demás.

De nuestros ojos permitimos a las perlas caer sin razones de valor, perdemos los colores de nuestra alma y terminamos vendiendo nuestra fe y esperanza al mejor postor.

Cada mañana cuando despertamos no empeñamos por ver un cielo frío y gris, ignoramos el sonido de las aves, y maldecimos a las flores, que luchan día a día para poder sus pétalos mostrar.

Los humanos somos raros… nos perdemos entre charcos imaginando que estamos rodeados de un inmenso mar.

Fingimos no ver cuando las olas tejen poesías y enredan entre sus colores azules las pequeñas migajas de sal.

Los humanos somos raros, pues no terminamos de encontrar la felicidad, cada vez excavamos más profundo, nos volvemos cautivos de nuestra comodidad, y casi siempre nos negamos a escalar para salir de un lugar que nos puede enterrar…

Escapa antes. Antes de que sientas que ya no puedes más…”

26 de septiembre…

La compañía de Jack destacaba por su ausencia. Se había empeñado en querer encajar con los demás, y el regreso inesperado de Dan, aunque parecía ser un severo problema, realmente era un consuelo que me negaba a demostrar.

Fueron pocos los años que estuvimos juntos, Allison disfrutaba más que nadie su presencia, sus padres se molestaban y todo en ellos demostraba que jamás habían sentido afecto por su sobrino.

En lo poco que podía recordar de nuestra niñez, podría decir que Dan era un niño encantador, tan diferente y al mismo tiempo tan parecido a Allison. Al separarlos cada excusa solía ser diferente, en raras ocasiones los motivos coincidían, y en muchas otras cada historia se alejaba de la anterior.

Jamás comprendimos los porqués, pero con el tiempo Allison se conformó con saber que al menos uno de nosotros estaba en un lugar mejor… aunque jamás volvimos a saber de él, no hubo cartas, mensajes, mails o llamadas que nos hicieran conocer por lo menos un pequeño rastro de él y de su nueva vida.

Por ello, y pese a la rotunda negación de Allison, preferimos no volver a mencionarlo. Aunque desde luego, ocasionalmente Allison insinuaba ideas referentes a Dan, que solían terminan con la misma frase “lo extraño”.

Ahora ella ya no estaría más con nosotros, y Dan volvía a nuestras vidas.

Mi móvil sonó, sacándome de aquel mundo de recuerdos. Un mensaje ordinario pero muy claro proveniente de Jack “¡Tenemos que hablar!”.

No me sorprendió el hecho de que parecía urgente el hablar, lo que me parecía sorprendente y misterioso era por qué necesitaba hablar conmigo. Pero después de todo tenía que aceptar verlo, por mi mente pasó un pequeño sentimiento hacia él, y la posibilidad de que estuviese en problemas por farolear.

Respondí brevemente su mensaje con la indicación de vernos en su hogar.

Comencé a caminar, la distancia entre su casa y la mía era básicamente corta, no tomaba más de diez minutos en llegar y lo mismo sucedía con la casa de Allison, nos tomaba alrededor de 15 minutos en llegar.

Apresure el pasó, la curiosidad y el nerviosismo por saber lo que sucedía me consumía por dentro.

–La curiosidad mató al gato– lo escuché como una leve psicofonía. Podría jurar que el tono de aquella era similar al de mi madre, pero no entendía porque mi mente jugaba conmigo de aquella forma.

Ello fue lo que pensé, era solo una mala jugada de mi mente, y aunque aquella fuera una frase muy popular, anteriormente jamás la habría escuchado por Evelyn.

Continúe mi camino y finalmente lo vi, caminando a paso veloz en dirección a mí.

Me tomo fuerte mente del brazo obligándome a regresar el trayecto de la misma dirección por la que antes había pasado.

–¿Qué te sucede? ¡Me estas lastimando! – le dije mientras tironeaba mi brazo para zafarme de su agarre.

–¡Iremos a tu caso en este instante! – su voz era seria, ni siquiera había dirigido una leve mirada a mí, solo proseguía con su camino. Parecía estar furioso al borde del colera. Era como un pequeño fosforo a punto de encender.

Como pude me libré de él y en cuanto lo hice se detuvo. Por un instante demasiado breve posó su mirada sobre mí, un poco llena de ternura, un poco llena de preocupación y desesperación.




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