Dulce Poeta

Capítulo: 36

Me pesaban tanto los músculos de todo el cuerpo que en un momento pensé que me había atropellado un gran camión     

Me pesaban tanto los músculos de todo el cuerpo que en un momento pensé que me había atropellado un gran camión. Unas diez veces. Luego al ver la habitación, las sabanas y los aparatos conectados en mí, recordé.

─Ma...mamá.─ dije cómo pude. Me dolía hablar. Mamá despertó, estaba dormida en una silla a mi lado. De a poco los recuerdos volvieron, me operaron, de nuevo, auch, me duele la cabeza.

─Cariño, al fin despiertas...─ la voz de mamá se oía apagada, y empezó a llorar.

─No, no llores, mamá estoy bien...─ estiré mi mano y ella la tomó besándola.

─Casi no, cariño, casi me dejas...─ ¿qué?

─ ¿Salió mal?─ mi garganta dolía al hablar.

─No, no...─ secó sus lágrimas, y me sonrió.─ Salió bien, sólo que no saben el por qué tu ritmo cardiaco comenzó a disminuir de la nada, era como si...

─No quisiera vivir...─ terminé su frase. Era lógico. Entré al maldito quirófano con esa idea en la cabeza, quería morir. Aún lo deseo. La vida no tiene sentido alguno y simplemente estoy harto. Me quiero ir.

─Por suerte los médicos lograron estabilizarte, pronto te darán el alta y todo estará bien...nos iremos a casa, fue difícil explicar tus golpes y moretones, lo de la pelea fue una locura que no debe repetirse, podrías haber muerto.─ mamá me acariciaba la mano, pero estaba claramente molesta─ Iremos a casa, comenzaremos de nuevo...─ me dio una sonrisa parecía contenta y yo lamentaba no poder corresponder a su sentimiento.

─ Mamá...

─ ¿Si cariño?

─Me iré de la ciudad apenas me den el alta.

─Pero...

─Es lo mejor para mí.

Los días que estuve internado vinieron a cuidarme Kev y Xavier, según ellos por no haber estado en las otras internaciones, redimirse o algo así.

Me hicieron reír mucho. Me alegró su progreso con su sueño, la editorial, y aproveché el momento para hacer que piensen en ver los libros de Thiago, tienen potencial y sería cumplir su sueño, después de todo, se lo deben.

También vinieron los mellizos y Thiaguin, estaba feliz al enterarme que Tania se encontraba bien, ya le dieron el alta y pues se había ido a vivir con Emilce. Por cierto los mellis estaban algo...embobados con ellas. Y me alegré por ellos. Es bueno saber que estarán bien y felices cuando me vaya.

La decisión de irme no es nueva. La tenía hace bastante, antes de ella, antes de encontrarla en esa cafetería. Recuerdo que el decano de la carrera me llamó a su despacho para informarme que tenía la posibilidad de terminar la carrera en el extranjero. Un intercambio. Me puso feliz en ese momento porque sería una gran experiencia y muy enriquecedora para mí, pero la di por descartada cuando la conocí. No necesitaba viajar si todo lo que me hacía feliz estaba tan cerca, con unos ojos azules que detienen el tiempo.

Olvídala Nazareno. Debes soltarla...》

─No puedo creerlo...─ Thiago se enteró que me iba y llegó a reclamar.

─Pues deberías...─ reí y seguí guardando la ropa en mi maleta. La segunda maleta. Mañana me iría para siempre. Si bien les dije que serían seis meses del intercambio la verdad es que no planeo volver. Vendré a visitarlos pero este ya no es mi hogar.

─ ¿No le dirás adiós? ¿Ni siquiera un mensaje?─ ¿recuerdan que él no me quería cerca de Deyamira? Pues al parecer verla con el corazón roto es peor que verla a mi lado...

─Ya se lo dije ese día. Está mejor sin mí. ─ cerré la maleta ya harto del tema. Todos vienen intentando que volvamos a una relación sin sentido. Un noviazgo de días, uno que fue un error desde el principio, lleno de mentiras y caos. No. Ella no necesita eso en su vida, no necesita cargar con mi mochila. ─ Ya dejen de intentarlo...─ rogué y tomé mis cigarros que yacían sobre la mesa de luz para huir al balcón de mi habitación.

Me estremeció el frío de la noche estrellada, tanto silencio provocaba que las voces de mi cabeza me torturaran. Oí a Thiago salir.

─No deberías fumar...

─No deberías fastidiar tanto...

─ Te irás...─ dijo convencido y noté tristeza en su voz─ Mi princesa nacerá y su padrino no estará.

Mierda...

Lo había pensado y me carcomía la conciencia pero que él me lo reclame...soy una mierda.

─Lo sé...y lo siento.─ di otra calada. Si seguía así, reclamando, haciéndome ver lo mierda que soy, me tiraría por el balcón.

─ De acuerdo...─ respiró hondo y lo miré exhalar el aire, un humo blanco salió por sus labios debido al frío. ─Solo no desaparezca, mantente en contacto.




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