Mariposa nocturna, esta Pantera irá a la hoguera que provocas, prefiere quemarse que vivir en la penumbra.
Samuel Garnett.
Rachell no pudo evitar que una gran sonrisa se apoderara de sus labios cuando se encontró con un nuevo arreglo de orquídeas sobre el escritorio de su oficina, sin apartar la mirada un instante de las exóticas flores se sentó en su sillón ejecutivo, cruzando las piernas y con la tarjeta se repasaba los labios, emocionada era poco comparado con cómo se sentía, era una sensación más grande, era algo que se apoderaba de ella y ya no quería resistirse, no quería seguir nadando contra la corriente, solo dejarse llevar por el río apasionado que era Samuel Garnett, vivir sin pensar, sin crearse tela de araña en la cabeza.
—¿En qué momento lo hizo?… Seguramente fue cuando se fue al baño, parece tonto… —murmuraba hechizada por el detalle—. Ni siquiera me besó, pero me sorprende con orquídeas… ¿Qué piensas hacer conmigo Samuel Garnett? —La conversación que llevaba con ella misma, fue interrumpida por la puerta que se abría y daba paso a Sophia.
Rachell al verla encaminarse dejó la tarjeta sobre el escritorio y agarró su cartera, donde estaban los chocolates que le había traído a su amiga.
—Que me pase un tren por encima, se le ha salido lo poeta al fiscal... —acotó Sophia al agarrar la tarjeta y leerla sin permiso.
—Deja eso Sophie —pidió Rachell entregándole los chocolates y le arrancó la tarjeta.
—¡Gracias! Te amo Rach… —Se dejó caer sentada en la butaca del frente, con rapidez abrió el empaque y se llevó un bombón entero a la boca, lo saboreó con famélico anhelo y jadeó ante el placer que le brindaba a su paladar—. Me los voy a comer todos sin perder el tiempo.
—Y después vas a estar llorando cuando se te llene el culo de celulitis —dijo Rachell guardando la tarjeta en su cartera, acción que no pasó desapercibida para la pelirroja.
—Con una hora de sentadillas esta noche lo voy a eliminar, ahora déjame disfrutar de esta delicia —suplicó abriendo otro chocolate—. ¿Por qué el fiscal te dice Mariposa?
—Tiene una fijación con el tatuaje, es un poco entrometido.
—Pero te gusta, así entrometido y todo te tiene palpitando.
—¡Sucia! —exclamó Rachell a manera de broma por como su amiga se expresaba.
—Sincera que es muy distinto, así te trae, ¿o me lo vas a negar? ¿Dime qué fuiste a buscar tan temprano al apartamento de él?
—Fui a informarle que había llegado —contestó y observó cómo su amiga agarraba el iPhone.
—Hola, soy un teléfono móvil, muy útil… ¿Sabías que con un minuto que me utilices puedes informarle al fiscal que has llegado? —dijo con burla como si el móvil fuese quien hablase con Rachell—. Pero no, tu entrepierna te gobernó y fuiste a buscar castigo —sentenció con seguridad, pero manteniendo el sarcasmo.
—Para tu información no pasó nada.
—¿No pasó nada? —preguntó de manera incrédula y Rachell negó con la cabeza.
—Se le hacía tarde, debía estar en tribunales a primera hora… Y no te voy a mentir, sí fui con esa intención, no sé qué mierda me pasa Sophia, quiero coger a cada minuto con él, es como si me tuviese atada con unas cadenas de las cuales no puedo, ni quiero romper, con Richard nunca sentí esa necesidad… No lo deseé de tal manera y con Samuel me sentí molesta porque él no me lo insinuó, se portó como un caballero y no quería a un jodido caballero, anhelaba al pervertido… Creo que tengo problemas, ¿piensas que me estaré volviendo ninfómana? —preguntó totalmente preocupada y aturdida.
Sophia no pudo retener la carcajada y empezó a ahogarse con el chocolate que le produjo un ataque de tos.
—Está bien, búrlate todo lo que quieras, gracias por comprenderme Sophia —dijo con la barbilla temblorosa, sintiéndose estúpida ante las burlas de su amiga.
La pelirroja le dio la importancia que Rachell esperaba al tema.
—Que ninfómana, ni que nada… Solo ¡estás viviendo! Nada más, cuando a una le gusta un hombre la hormona se le alborota, el libido se dispara y eres un volcán en erupción, ya esas ganas mermarán con los días, Samuel no solo es sexo, también es sentimiento y te niegas a admitirlo, te apuesto a que con él no te corres igual a como lo hacías con Richard, que todo es más intenso, más invasivo y que te provoca hacer todo tipo de cosas con él, para ti Samuel no tiene límites.
—No lo tiene, me siento estúpida porque quiero compartir tiempo con él y no lo tenemos, tal vez termine siendo una sanguijuela.
—Bueno si vas a ser una sanguijuela, busca lugares exactos donde pegarte, podrían ser en las pelotas del fiscal, le darás más placer que agonía.
—Sophia, por favor.
—Te sigues haciendo la puritana conmigo y te voy a dar un par de bofetadas… Solo te estoy aconsejando.
—No soy tonta, sé que hacer y también como, pero no tienes que estar recalcando intimidades.
—Soy coloquial, ¿qué quieres que haga? —preguntó alzándose de hombros de manera despreocupada—. Estamos entre amigas, casi hermanas y te estoy dando ciertas pautas que te servirán para tu vida íntima, como aprender a ser bien puta con tu fiscal y lo tendrás comiendo de la mano, pero una dama en la calle, ni Kate Middleton. —Ironizó elevando ambas cejas y se llevaba otro bombón a la boca.
#23229 en Novela romántica
#2795 en Novela contemporánea
romance drama, erotica seduccion, erotica romantica aventura suspenso
Editado: 19.12.2021