Dulces suspiros

Capítulo 13. La primera cita no oficial.

La bonita sensación de tener a alguien apoyándote. Esa persona a la que puedes recurrir y saber que siempre estará para ti, es un sentimiento diferente, no es lo mismo contar con un amigo a contar con amor, sí me preguntas,  ¿cuál es mejor?, te diría, no tengo idea, pero espero que todos en algún punto o más bien dicho, espero que siempre tengas alguien con quien contar, así como lo tengo yo, con papá, Susan y Jason, que si bien no llegaron a resolver mis problemas, sí llegaron a ayudarme a superarlos.

Por todo el mes, Jason no solo visitaba la pastelería por sus galletas, también acompañaba por las noches a Daina a visitar a su padre, aunque solo era por un par de horas, al terminar la hora de visita, llevaba a Daina hasta la puerta de su casa.

Antes de bajar del carro, Jason preguntaba: ¿Has comido bien durante el día?, ¿Tomaste agua?, ¿Dormiste bien?, ¿Cómo te has sentido emocionalmente hoy?, ¿Necesitas algo?, a Daina le parecía muy atento de su parte y siempre replicaba: no sabía que aparte de ser un businessman, también eras psicólogo. Esa noche en particular, Daina se encontraba un poco más callada de lo usual, Jason en un intento de acercaste hacia a ella, en la búsqueda de un beso, “su primer beso”, acaricio su mejilla con su mano, mientras le decía, —por ti puedo ser lo que quieras y necesites. Acercando su rostro poco a poco hacia el rostro de ella, la situación se sentía en cámara lenta, ambos podían sentir sus respiraciones aproximándose, sus corazones comenzaban a latir rápidamente y los labios de Jason se acercaban cada vez más a sus labios, Daina al darse cuenta, salió de ese ciclo romántico y bajó rápidamente del carro, muy nerviosa sola pudo decir, —Adiós Inglaterra, cerrando la puerta del carro. Por el vidrio podía ver a Jason solo reír nerviosamente, cabeceando mientras se despedía con su mano.

 Daina entró a su casa, deseando poder platicar con su padre, contarle todo lo que había pasado, pero él no estaba ahí, se sentía afortunada porque él estuviera estable en el hospital, pero deseaba poder contarle cómo se sentía, era una chica en su romance adolescente experimentandolo en su adultez, sentía nervios, escalofríos, su corazón latía tan rápido, solo quería saltar y brincar de la emoción -casi besaba al chico que me gusta-, pero no podía contárselo, algo que no pudo hacer en su adolescencia y ahora tampoco, la realidad de esa horrible situación volvió y una noche llorando nuevamente se presento.

Al día siguiente, ella debía afrontar un nuevo día, porque no afrontarlo de la mejor manera, justo al llegar a la pastelería lo primero que hizo fue platicarle emocionadamente a su amiga Susan.

— Weyyyy…Decía eufóricamente Daina, saltando de la emoción, Susan no sabía lo que pasaba pero compartía la emoción con su amiga, parecían dos adolescentes saltando y celebrando… pasó, pasó, pasó.

—¿Qué pasó, qué pasó?. Decía desconcertada Susan.

—Osea, quiero decir que no pasó, pero casi.

—Okey, primero explícame, lentamente mientras te sientas.

—Wey, casi nos besamos.

—Wey.. Susan y Daina volvían a saltar de la emoción.—Cuéntame todo, cada detalle. Las amigas se volvieron a sentar para platicar cada detalle, cada segundo y cada emoción de ese momento. 

Las horas pasaron y el mediodía llegó, aquel día se encontraba muy tranquilo y soleado, la brisa del aire era fresca y limpia, la pastelería se comenzaba a llenar de personas, Daina le había comentado a Susan que le encantaría salir al parque a distraerse, su cita perfecta era ir al parque, hacer un picnic, en el cual, ella podía pintar toda la tarde, mientras estaba acompañada de una persona especial,  Susan sabía perfectamente que ella necesitaba un descanso de su vida, por lo que decidió llamar a Jason y comentarle la idea, él encantado llegó aquella tarde a la panadería.

 —Hola, linda señorita, me gustaría invitarla a un picnic. Decía Jason mientras se recargaba, poniendo sus codos en el mostrador donde estaba Daina.

—Hola Jason, me encantaría pero estoy muy ocupada, hay muchos clientes, tenemos muchas órdenes que realizar y no puedo dejar otra tarde sola a Susan, sería aprovecharme de ella mucho.

Susan al escuchar los miles de pretextos de su amiga, los interrumpió diciéndoles. —No se preocupen, me encanta trabajar, yo me ocupo de las cosas que tengas que hacer, ve Daina sal a distraerte, te hará bien. Susan se acercaba a su amiga para quitarle el mandil y con pequeños empujones la acercaba a Jason. Lograndola convencer, el chico la llevó al parque y mientras estaban sentados en la manta que él había llevado, ella no lo perdía de vista mientras él sacaba las cosas de la bolsa.

—¿A qué debo tanta atención?, ¿Por qué me miras tanto?. Preguntó Jason.

—No sé, solo es muy lindo que hicieras un picnic, trajeras pizza, vino y todas estas pinturas, pero tengo mis dudas.

—Adelante, pregunta.

—¿Cómo supiste lo de las pinturas?

—Susan, además lo supuse después de ver tu ropa con manchas de pintura, los cuadros de la pastelería y los del cuarto de hospital.

—Qué sorpresa, Susan, ¿qué haré con ella?, si sigue contando mis secretos todo el mundo sabrá todo de mi. Decía sarcásticamente Daina mientras abría las pinturas.

—En su defensa solo quería ayudarte, recuerdas.

—Lo sé… ¿en verdad era necesario vestirse tan elegante para un picnic?.




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