Suena un poco extraño decir que la ilusión hace que logres sobrellevar tus días, que el ilusionarte hace que esperes algo con tanta expectativa que muchas veces el resultado llega a ser irrelevante. Para cada persona esa ilusión hace que experimentes las mayores locuras de tu vida, para otras, tal vez, hace que solo experimentes unos cuántos errores, pero siempre se puede aprender de eso.
Para esta pastelera su gran ilusión del día era su primera cita oficial, aquel tan esperado día llegó, era viernes, por su parte, Jason no se presentó ese día a su visita matutina, su mañana se encontraba muy ocupada con todos detalles que debía de realizar para poder concluir los negocios con la Sra.Anne.
Daina por su parte, cerró un poco más temprano que de costumbre la pastelería, puesto que deseaba poder llegar a arreglarse con calma, aunque la realidad era que salía más temprano porque no podía controlar sus nervios, era la primera vez que salía a un cena romántica, su ansiedad estaba por los cielos y su estrés aumentaba poco a poco. Susan se encontraba un poco enferma de la gripa, por lo que, ella no la podía ayudar a arreglarse y Daina aunque estaba muy nerviosa prefirió no molestarla, su padre aún seguía hospitalizado, así que decidió visitarlo antes de irse a su casa, su padre se encontraba cada vez mejor, le encantaba ver la ilusión con la que su hija le contaba sobre su día y sobre la cena con Jason, su ánimo mejoraba cada segundo pero el miedo que su padre tenía a que ella se quedará sola en la vida era tan grande, ocasionando que el tema del matrimonio llegará a la conversación tarde o temprano, Daina salió tan molesta y cansada de la misma plática, tomó un taxi para poder volver a su casa, a la que usualmente caminaría, al llegar, la llamada de Jason entró, esté le quería avisar que llegaría en menos de 5 minutos a su casa para poder salir por una café, ya que, suponía que ella se encontraba muy nerviosa al ser su primera cita, justo al colgar un ataque de ansiedad golpeo la realidad de Daina, en medio de llanto, su respiracion se hacía cada vez más rápida y sin efecto, el aire le faltaba y la desesperación hacía que no pudiera abrir la puerta de su casa.
Daina
Allí me encontraba otra vez, con mi ansiedad al mil porciento, sentía que nada de lo que hacía funcionaba, nuevamente hundida en mis pensamientos, aquellos que no puedo externalizar porque no lo entenderían, ¿Cómo salir de tu cerebro?, si lo único que te grita, es que no vales, que no sirves, que no eres suficiente para alguien, quiero salir corriendo, gritar, llorar por toda una noche, pero no cambia nada, sé que el momento pasa y yo sigo sin ser suficiente ni para mi misma, menos para los demás.
Ese momento donde tu cuerpo está presente, pero tu mente no, mirando un punto fijo, con una mirada de tristeza y vacío, sin poder sentir ni una parte del cuerpo, un sentimiento cálido se siente en su mano, esa calidez que derretía el pedazo de hielo que venía cargando -sus sentimientos-, era él, estaba sosteniendo su mano, parado enfrente de ella.
—Sé que no estás bien, pero sé que me escuchas, solo quiero que sepas que estoy aquí. Susurraba Jason al oído de Daina, mientras la abrazaba sus corazones se empalmaban, él sentía como las pulsaciones del corazón de ella comenzaban a disminuir, su taquicardia se tranquilizaba y lentamente los latidos de sus corazones se sincronizan. La calidez de él recorría poco a poco todo su cuerpo y las lágrimas de ella cesaban, sin decir ni una palabra, sintió como ella volvía poco poco a él, ese abrazo conectaba dos corazones y derrotaba las fronteras que la ansiedad ya había superado.
—Jason, eres tú, estás aquí. Aún con su respiración agitada, Daina abrazaba más fuerte a Jason.
—Siempre lo estuve.
Así es, él estaba ahí, no huyó, no la juzgo, no la critico, la ayudó, él se dio cuenta que la amaba y ella aceptaba la idea de ser amada para poder amar.
Al lograr tranquilizarse, Daina y Jason pasaron a la casa.
—Si deseas, podemos cancelar la cena. Sugería Jason, muy preocupado.
—No, de verdad quiero salir contigo.
—Daina, si no te sientes bien, podemos ir otro día.
—En serio, si quiero ir, no sé porqué pasó esto, pero me alegro que estés aquí.
—No te estreses, a veces nuestro cuerpo solo necesita un descanso emocional, eres muy fuerte pero también necesitas soltar las emociones acumuladas, ven aquí. Decía Jason abrazándola.
—Quiero salir contigo, que te pareces si mejor me ayudas a elegir que usar, nunca he ido a un lugar tan fancy, supongo que tú estás acostumbrado.
—Lastimosamente si, pero no necesitas utilizar nada “fancy”.
—Dejame irme a cambiar y vuelvo.. Daina entró a su habitación a cambiarse, encontrando en su armario su lindo vestido rojo, aquel que su padre le había comprado para su graduación de la escuela de repostería, decidió utilizarlo junto a su cadenita de la Virgen de Guadalupe como sus amuletos para que todo saliera bien esa noche, al salir del cuarto, la cara de ilusión de Jason, le confirmaba que había elegido un buen atuendo.
—México, con todo respeto, creo que te ves mejor con tu uniforme lleno de harina. Jason ahora también usaba el sarcasmo aprendido por la bella pastelera.
—Lo sé, lo sé, Inglaterra, pero hoy voy a impresionar a la gente rica.
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Editado: 08.11.2024